Como Era La Salud Hace 50 Años?

08.03.2023 0 Comments

Como Era La Salud Hace 50 Años
Como era la salud hace 50 años en méxico

  • baños y drenaje. En las ciudades el agua se obtenía de las fuentes,
  • los mexicanos’.
  • población. Lo que dicho de otro modo puntualiza que,
  • pobre de la población.3
  • 4 a.m. trabajando hasta la puesta del sol, los gañanes lo

Ver respuesta completa

¿Cómo era la medicina en el pasado?

Tuvo la medicina griega inicialmente un fuerte componente religioso y mágico. La enfermedad era enviada por los dioses, y la recitación de fórmulas y los ensalmos eran el camino para lograr la curación. Algunas prácticas elementales fueron sumándose para auxiliar al enfermo en determinadas circunstancias.

  1. De esta época inicial, pre homérica, data el grupo de palabras relacionadas con akeo, que significa reparar.
  2. De hecho, entre los primeros actos médicos conocidos estaba la sutura de las heridas; akestra es aguja de coser, y akestris partera, la que reparaba los desgarros producidos por el parto.
  3. La raíz es la misma que la de akos (remedio) siendo panacea el remedio ( akos ) que lo cura todo (pan).

Y akoé era la curación mediante la recitación de fórmulas. Esta familia de palabras, que relacionaba a los sastres con los médicos, fue paulatinamente reemplazada por otra, la de iatría que significa arte médica, y iatrós (que es médico, y de donde deriva iatrogenia).

  • Pero nuevamente vemos en el idioma la relación entre medicina y religión: íatra era el salario del médico, pero también la ofrenda que se hacía a un dios para obtener la curación.
  • También con la medicina se relaciona therapeuo, inicialmente el encargado de cuidar al enfermo como siervo o esclavo.
  • Therapon era el escudero, y therapeuon los cuidados que presta un amigo o servidor, y también los honores que se rinden a un dios.

De therapeia, tratamiento médico, obviamente deriva terapia. Como vemos, el idioma ilustra la fuerte relación existente entre medicina y religión. El primer filósofo griego que parece haber expresado interés por temas médicos fue Pitágoras de Samos. Creía que, así como los números son pares o impares, todos los fenómenos naturales están constituidos por pares de opuestos.

De forma similar opinaba Alcmeón de Crotona: un balance adecuado de condiciones opuestas asegura la salud; cuando se altera esta relación se expresa la enfermedad. Así, por ejemplo, un exceso de calor causa fiebre, uno de frío ocasiona resfríos. Empédocles, cinco siglos antes de Cristo, se presentaba a sí mismo como alguien capaz de rejuvenecer a los ancianos y resucitar a los muertos.

Su teoría de los 4 elementos (aire, agua, tierra y fuego), cuya combinación es la esencia de todo lo creado, fue parte integral de la interpretación de los fenómenos naturales y de la medicina durante siglos, y recuerda teorías similares a las que nos referimos al hablar de la medicina china e india.

Pero es claro que al referirnos a la medicina en Grecia una figura reclama toda nuestra atención, y su sombra se proyecta aún sobre nosotros. ¿Existió de verdad Hipócrates? Como en el caso de Homero, no sabemos si fue uno, muchos, o nadie. Quiere la versión oficial que nació en la isla de Cos, hijo de un padre médico y que murió centenario.

Vivió en el siglo de Pericles, y fue contemporáneo de Platón, que lo menciona en su diálogo Protágoras. Su genealogía presumía de ilustre, remontándose por parte de su padre hasta el mismísimo Asclepios, dios de la medicina; y por su madre hasta Heracles, cuyo nombre latino era Hércules.

El mismo origen de su nombre es oscuro. Hippo en griego remite a caballo, y por extensión a algo grande, y kratos a fuerza o poder; de donde Hipócrates podría significar alguien grande, de mucha influencia. El cuerpo de su doctrina se transmitió en 60 a 70 textos y ensayos de muchos de los cuales se discute si eran genuinos o falsificaciones.

Entre los tratados del llamado Cuerpo Hipocrático el llamado Antigua Medicina es uno de los más representativos. Lo cierto es que la medicina hipocrática, frente a la escuela de Cnido, hacía hincapié en el enfermo, la observación, los hechos y el pronóstico antes que en la enfermedad, la teoría, los sistemas filosóficos y el diagnóstico.

  • La enfermedad no estaba localizada en una parte del cuerpo, todo él estaba enfermo.
  • Y ello surgía del desbalance de los cuatro humores que nos componen: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra, que corresponden en el microcosmos del cuerpo humano a los 4 elementos de que hablaba Empédocles en el macrocosmos, el universo.

La combinación adecuada de los cuatro humores aseguraba la salud. Una mala mezcla (discrasia) implicaba enfermedad. El predominio de cada uno de los humores se traducía también en un temperamento: sanguíneo, flemático, colérico (bilis amarilla) y melancólico (bilis negra).

Holé es bilis, y está en la etimología de cólera y melancolía ( melan es negro). La base de la terapéutica hipocrática consistía en la alimentación adecuada, en respirar aire puro, en restablecer el equilibrio entre los humores. No eran los dioses los causantes de la enfermedad, sino los malos hábitos, la dieta desordenada, el ambiente.

Y la capacidad de curación residía en el mismo cuerpo, concentrándose el médico en favorecer este proceso de auto restauración. Mantener el cuerpo limpio y estéril, administrar alimentos adecuados a cada temperamento y enfermedad según su naturaleza eran elementos basales del tratamiento.

La enfermedad alcanzaba la crisis, momento en que el destino del paciente se definía: o empeoraba y moría, o el proceso de curación se iniciaba. Algunos han criticado esta postura, tachándola de pasiva, pero entre los más grandes médicos de la historia, Sydenham, Heberden y Osler reinvidicaron su legado.

Queda para el final el juramento hipocrático, que sigue representando la más pura expresión de lo que el médico debe ser y hacer. No sabemos quién o quiénes fueron sus autores. A pesar de atribuírsele a Hipócrates o su escuela, sostienen algunos que en realidad se debe a la escuela pitagórica. Jorge Thierer
Ver respuesta completa

¿Cómo se define la salud en la antigüedad?

Para los seguidores de Esculapio, la vida humana sufría de imperfecciones, enfermedades, y el papel de los hombres era reestablecer la salud. Para los seguidores de Higia en cambio, la salud era el estado natural de las cosas, consecuencia del gobierno juicioso de la propia vida.
Ver respuesta completa

¿Cómo era la salud en 1950 en México?

Resumen: En este artículo se describen la creación de los marcos legales y el origen, crecimiento y consolidación de las instituciones e intervenciones (iniciativas, programas, políticas) que han conformado la salud pública moderna en México. También se discuten los esfuerzos recientes por hacer universal la protección social en salud.

Esta gesta, que duró un siglo, se fue abriendo paso a través de tres generaciones de reformas que dieron lugar a un sistema de salud que hoy ofrece protección contra riesgos sanitarios, protección de la calidad de la atención y protección financiera a los habitantes de todo el país. Palabras clave: salud pública; protección social en salud; México Abstract: This paper describes the creation of the legal framework and the origin, growth and consolidation of the institutions and interventions (initiatives, programs and policies) that nourished public health in Mexico in the past century.

It also discusses the recent efforts to guarantee universal social protection in health. This quest, which lasted a century, developed through three generations of reform that gave birth to a health system that offers protection against sanitary risks, protection of health care quality and financial protection to all the population in the country.

Keywords: public health; social protection in health; Mexico Introducción De acuerdo con cálculos demográficos recientes, entre 1910 y 1920, la década de la Revolución Mexicana, la población total del país disminuyó en 2.1 millones de habitantes.1 Esto fue resultado de un exceso de defunciones, el descenso de los nacimientos y la emigración, sobre todo a Estados Unidos y Cuba.

Es lógico suponer que el grueso de las muertes de ese periodo se produjo en combate, pero una alta y aún no definida proporción de estos decesos se debió al hambre, las epidemias y la enfermedad. Se calcula que sólo la pandemia de influenza española de 1918 pudo haber acabado con la vida de entre 300 y 500 mil mexicanos.2 Esta elevada mortalidad por motivos de salud explica en parte el enorme interés que mostraron los gobiernos posrevolucionarios por el diseño de marcos legales e instituciones de salud pública que protegieran a la población mexicana.

  1. En este artículo se describen la creación de dichos marcos legales y el origen, crecimiento y consolidación de esas instituciones.
  2. Se discuten asimismo los esfuerzos recientes por hacer universal la protección social en salud.
  3. Esta gesta, que duró un siglo, se fue abriendo paso a través de tres generaciones de reformas que dieron lugar a un sistema de salud que hoy ofrece protección contra riesgos sanitarios, protección de la calidad de la atención y protección financiera a los habitantes de todo el país.3, 4 El término reforma en este texto supone cambios en los cuatro niveles básicos del sistema de salud: instrumental (fortalecimiento), organizacional (reorganización), programático (reprogramación) y sistémico (rediseño del sistema).5 Creación del Consejo de Salubridad General, del Departamento de Salubridad Pública y de la Secretaría de Asistencia Pública La salud pública mexicana moderna nació con el siglo XX.

Es producto de la renovación de la medicina clínica, que se manifiesta sobre todo en la construcción del Hospital General de México (HGM), inaugurado en 1905, y los éxitos sanitarios de principios de siglo, dentro de los que destacan la conclusión de la primera gran obra de drenaje del Valle de México, el control de la epidemia de peste bubónica que surgió en Mazatlán en 1902 y el control de la fiebre amarilla, una enfermedad endémica en ciertas regiones del país.6, 7, 8, 9 La edificación del HGM expresa la definitiva secularización y medicalización de las instituciones hospitalarias, anticipa la labor asistencial del Estado y moderniza la medicina clínica mexicana aprovechando la capacitación de un notable grupo de médicos mexicanos en los mejores centros clínicos europeos.10 Según Francisco Fernández del Castillo, este hospital representó un salto simbólico de la medicina mexicana del siglo XVIII al siglo XX.11 Fue el primer nosocomio que se construyó ex profeso en el país y en su diseño se incorporaron los avances de punta tanto de las ciencias médicas como de la ingeniería sanitaria.12 El día de su inauguración, frente al presidente de la República, el doctor Eduardo Liceaga, presidente del Consejo Superior de Salubridad (CSS), se dirigió a los médicos y enfermeras del flamante hospital y señaló: “Señores, no vais a recibir un edificio sino una institución”.13 Entre muchas otras cosas, este hospital se convertiría en la sede de la primera escuela de enfermería del país y en la cuna de las especialidades médicas de México.14 El drenaje del Valle de México, la obra pública más importante del Porfiriato, también se construyó tomando en consideración los avances de la ingeniería, la higiene y la ciencia médica.

El proyecto porfiriano de desagüe, de hecho, dio lugar a un sistema combinado de eliminación de aguas pluviales y aguas residenciales e industriales que incluyó una amplia red de alcantarillados. En la ceremonia de su puesta en funciones, en 1900, se proclamó un doble triunfo: sobre las inundaciones y sobre las aguas residuales.6 Finalmente, las campañas de control de la peste y la fiebre amarilla constituyen un hito en la historia de la salud pública nacional por haber sido las dos primeras campañas que se diseñaron e implementaron en México sobre una base científica: haciendo uso de “los descubrimientos de la microbiología -que identificó al agente etiológico de muchas enfermedades-, la inmunología -que las enfrentó con vacunas y sueros- y la epidemiología -que explicó la forma en que algunas de ellas se propagaban.” 15 Estos logros, todavía porfirianos, sentaron las bases para que después de la Revolución se reconociera a la salud como un área estratégica para la seguridad y el bienestar del país y, por lo tanto, como objeto de una amplia intervención estatal.

La Constitución de 1917 creó dos organismos encargados exclusivamente de asuntos de salud: el Consejo de Salubridad General (CSG) y el Departamento de Salubridad Pública (DSP). Se trata de los exponentes iniciales de lo que podría denominarse primera generación de reformas de salud de nuestro país.

  • El CSG se creó como una instancia vinculada directamente al presidente de la República, que cuenta con la facultad de dictar disposiciones sanitarias obligatorias en todo el país.
  • Este consejo heredó algunas de las funciones del CSS, pero se estableció con la intención de reaccionar de manera rápida y efectiva ante emergencias de salud pública.16 El DSP, por su parte, se estableció como una dependencia administrativa del Poder Ejecutivo federal y adquirió algunas de las atribuciones que tenía el CSS y las que en materia de salud tenía hasta ese entonces la Secretaría de Gobernación.

Destacan dentro de estas atribuciones el diseño de la legislación sanitaria de la República; la policía sanitaria de puertos, costas y fronteras; la implantación de medidas contra enfermedades contagiosas y enfermedades epidémicas; la preparación y administración de vacunas y sueros; la inspección de alimentos, bebidas y drogas, y la organización de congresos sanitarios.17 Cabe también destacar tres fracciones del Artículo 123 constitucional relacionados con la salud: las fracciones XIV, XV y XXIX.

Las dos primeras obligan a los empleadores a establecer medidas para garantizar la seguridad e higiene laborales en los sitios de trabajo y pagar por la atención a la salud en caso de accidentes laborales y enfermedades ocupacionales, convirtiendo así a la atención a la salud en un derecho ocupacional.

En la fracción XXIX se declara “de utilidad social el establecimiento de cajas de seguros populares como los de invalidez, de vida, de cesación involuntaria en el trabajo, de accidentes y de otros con fines familiares”.18 Este texto constituye el germen de la seguridad social mexicana y prefigura el concepto de ‘seguro popular’ que habría de utilizarse en la reforma que se produjo en 2003.19, 20 Estas dos entidades y esas fracciones del Artículo 123 constitucional son un claro reflejo de la importancia que se le atribuyó a la salud en la reconstrucción de México.

Dice Mauricio Ortiz: “Era un nuevo país, lo regía una nueva ideología que ponía por delante la justicia social, y la salud se intuía como una de las vías para alcanzarla.” 21 Esta postura se ratificó con la edificación del primer inmueble dedicado a la administración pública por parte del gobierno de la Revolución: el bellísimo edificio del Departamento de Salubridad Pública, obra cumbre del arquitecto mexicano Carlos Obregón Santacilia, que se ubica en la calle de Lieja de la Ciudad de México y que hoy alberga la Secretaría de Salud federal.22 Su construcción inició en octubre de 1925 y concluyó en noviembre de 1929.

Para dar los frutos esperados, estos esfuerzos sanitarios requerían también de personal capacitado en salud pública. Por esta razón se creó, en 1922, la Escuela de Salubridad (ES), la primera escuela de salud pública de América Latina, que abrió sus puertas ofreciendo el título de Oficial Médico de Salubridad y el diploma de Estudios Superiores en Higiene y Salubridad Pública.23, 24 En 1953 la ES se fusionó con el Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales (ISET), y en 1959 se separó del ISET y cambió su nombre a Escuela de Salud Pública.

En 1981 volvió a cambiar su nombre, esta vez a Escuela de Salud Pública de México, y en 1997 se incorporó al Instituto Nacional de Salud Pública.25 Dentro de las innovaciones en el campo de la salud pública que se dan en la segunda mitad de los años veinte destaca la disposición de 1925 del gobierno del general Elías Calles de extender el ámbito de influencia de los servicios sanitarios del país de los territorios, puertos y fronteras a todas las entidades federativas, que da lugar a la creación, en 1926, de las Delegaciones Federales de Salubridad, responsables de las estadísticas vitales, la organización de campañas de control de enfermedades infecciosas y la observancia de las leyes sanitarias.26 Como reflejo de las propuestas que estaban surgiendo a nivel internacional de crear unidades de salud locales encargados de ampliar el alcance de la salud pública, en 1928 se crearon, con el apoyo de la Fundación Rockefeller, las Unidades Sanitarias Cooperativas, primero en el estado de Veracruz y después en todo el país ( cuadro I,27, 28, 29, 30 Estas unidades eran responsables de las estadísticas vitales y de salud, el control de enfermedades infecciosas, la capacitación de parteras y el desarrollo de actividades de saneamiento, potabilización del agua, control sanitario de la leche e higiene escolar, materna e infantil.31, 32, 33 En 1931 dieron lugar al Servicio de Higiene Rural del DSP.

Cuadro I Estructuras, programas e instituciones para prestar servicios personales de salud. México, 1928-2007

1928 Unidades Sanitarias Cooperativas
1931 Servicio de Higiene Rural
1936 Servicios Médicos Ejidales Cooperativos
1937 Secretaría de Asistencia Pública
1939 Unidades Médico-Sanitarias Cooperativas
1943 Secretaría de Salubridad y Asistencia
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)
Hospital Infantil de México
1953 Programa de Bienestar Social Rural
1960 Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE)
1961 Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas
Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI)
1964 Programa Nacional para el Desarrollo de la Comunidad Rural
1968 Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez (IMAN)
1971 Programa de Extensión de Cobertura
1977 Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (COPLAMAR)
Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF)
1979 Programa IMSS-COPLAMAR
1980 Programa de Atención a la Salud a la Población Marginada de las Grandes Urbes
1995 Programa de Ampliación de Cobertura
1997 Creación del Seguro de Salud para la Familia del IMSS
2003 Seguro Popular de Salud
2007 Seguro Médico para una Nueva Generación

Fuentes: referencias 21, 28-30 En 1934, mediante la expedición de la Ley de Coordinación y Cooperación de Servicios Sanitarios entre el DSP y los gobiernos de los estados, se crearon los Servicios Sanitarios Coordinados, cuya función era superar de una vez y para siempre la continua falta de coordinación en materia de salubridad entre los tres órdenes de gobierno.34 En el Primer Congreso de Higiene Rural, celebrado en Morelia, Michoacán, en 1935, en el marco de un agitado debate sobre el compromiso social de los médicos, surgió una propuesta que habría de cambiar de manera radical la educación médica en México y cuya paternidad se disputarían varios médicos ilustres: que los estudiantes de medicina, enfermería, partería, química y odontología pasaran seis meses trabajando en comunidades rurales al final de su carrera y antes de graduarse.35, 36, 37 La idea del llamado servicio médico social la adoptaron de inmediato la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Michoacana y, para 1940, ya la habían acogido prácticamente todas las escuelas de medicina del país.

  1. En 1946 se extendió a las escuelas de enfermería y en 1962 se amplió de seis meses a un año.
  2. Esta mano de obra (3 157 pasantes de medicina entre 1936 y 1946) permitió extender la cobertura de servicios de salud a las comunidades rurales de menos de 5 mil habitantes y profundizar en el conocimiento que el DSP tenía sobre las condiciones de salud de los campesinos y los grupos indígenas.38 Un año más tarde, en 1936, se crearon también como parte del DSP y en colaboración con el Banco Ejidal, los Servicios Médicos Ejidales Cooperativos, que operaron en las regiones geográficas de mayor productividad agrícola, como Yucatán y la Comarca Lagunera.

A los pocos años se convirtieron en los Servicios Médicos Rurales Cooperativos, que se financiaron con recursos federales y estatales y con contribuciones de los propios campesinos. Esos servicios llegaron a contar con 11 hospitales rurales, 92 centros de salud y 225 centros auxiliares.39 Sus trabajadores y los estudiantes de medicina en servicio social, presentes en los rincones más alejados del país, se convertirían, en palabras de Miguel Bustamante, en “los evangelizadores de la salud”, responsables de la transformación sanitaria de México.40 En 1937 el presidente Cárdenas creó, como organismo independiente del DSP, el Departamento de Asistencia Social Infantil, que recogió diversas facultades que aún quedaban en manos de las secretarías de Gobernación, Educación Pública y Trabajo.

Este departamento fue la primera estructura independiente de gobierno que participó directamente en labores de atención médica y su importancia quedó de manifiesto ese mismo año cuando se fusionó con la Junta de Beneficencia Pública para crear la Secretaría de Asistencia Pública (SAP) que ofrecería servicios de salud no sólo a los niños sino a toda la población vulnerable.

A finales de la década se creó una institución que complementaría las tareas de formación de recursos humanos de la ES, el ISET. Considerado el primer instituto moderno de investigación científica de México, el ISET se dedicó exclusivamente a la investigación en salud pública.

Nació, en palabras de su primer director, el doctor Manuel Martínez Báez, con un mandato verdaderamente innovador que habría de retomar, cinco décadas después, el Instituto Nacional de Salud Pública: generar evidencias para la toma de decisiones.41 En 1989, a 50 años de su creación, el ISET se transformó en el Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos.

Creación de la Secretaría de Salubridad y Asistencia y del Instituto Mexicano del Seguro Social Desde principios de los años cuarenta, la idea de integrar la asistencia y la salubridad públicas rondaba la mente de diversos médicos mexicanos. En el Primer Congreso Nacional de Asistencia, celebrado en la Ciudad de México en agosto de 1943, varias ponencias tocaron el tema.

  1. El doctor Bernardo Gastélum, exjefe del DSP, señaló: “La salubridad pública en sus aplicaciones humanas es siempre asistencia médica.
  2. La asistencia médica se convierte en salubridad pública cuando es ella la que denuncia el foco infeccioso y lo trata”.28 El doctor Alfonso Pruneda, exrector de la Universidad Nacional de México, afirmó: “Las actividades sanitarias y de asistencia pública forman los dos aspectos fundamentales de la Medicina Social y no pueden separarse ni en su estudio ni en su aplicación”.42 Finalmente, en una de las resoluciones de dicho congreso, se lee: Se declara que existen relaciones muy estrechas entre Salubridad y la Asistencia Pública; puede afirmarse que ambas desarrollan una misma actividad de medicina social.

Es de desearse que, desde el punto de vista técnico, desde el punto de vista de función y servicio social, desde el punto de vista económico, que en su oportunidad las actividades se manejen por una sola autoridad.42 Esta última recomendación no tardó en hacerse efectiva o posiblemente fue un anuncio encubierto.

  • El 15 de octubre de 1943, el presidente Ávila Camacho firmó el decreto que ordenaba la fusión de la SAP con el DSP y que dio origen a la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA).
  • Su primer titular fue el doctor Gustavo Baz Prada, antiguo general zapatista, exgobernador del Estado de México y hasta ese entonces secretario de Asistencia Pública.

Los primeros años de la SSA estuvieron marcados por el énfasis en la actividad asistencial, producto de la creciente hegemonía de la medicina clínica especializada. Esto se reflejó sobre todo en la construcción de los hospitales civiles que todavía se ven en algunas ciudades del interior del país.

1917 Campaña Nacional Antivariolosa
1921 Campaña Nacional contra la Fiebre Amarilla
1926 Campaña contra el Paludismo
1930 Campaña Nacional contra la Lepra
1932 Campaña Nacional contra la Oncocercosis
1934 Campaña Nacional contra la Tuberculosis
1941 Campaña Nacional contra el Cáncer
1943 Campaña Nacional contra las Enfermedades Venéreas
Campaña Nacional contra el Bocio
1951 Campaña Nacional contra la Poliomielitis
1955 Campaña Nacional para la Erradicación del Paludismo
1959 Campaña Nacional contra la Tosferina, Difteria y Tétanos
1960 Campaña Nacional para la Erradicación del Mal del Pinto
1962 Campaña Nacional contra la Fiebre Reumática
1963 Campaña Nacional contra las Diarreas
Campaña Nacional contra las Neumonías
1964 Campaña Nacional de Prevención de Accidentes
1972 Programa Nacional de Planificación Familiar
1973 Programa Nacional de Inmunizaciones
1985 Establecimiento de los Días Nacionales de Vacunación
1986 Consejo Nacional para la Prevención del SIDA
1991 Programa de Agua Limpia
Programa de Vacunación Universal
1992 Establecimiento de las Semanas Nacionales de Salud
1997 Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa)
2001 Programa Arranque Parejo en la Vida
2005 Plan Nacional de Respuesta ante una Pandemia de Influenza
2013 Estrategia Nacional para la Prevención y Control del Sobrepeso,
Obesidad y Diabetes

Fuentes: referencias 28-30 Ese año extraordinario de la salud en México se establecieron, además de la SSA, otras dos importantes instituciones de salud: el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Hospital Infantil de México, el primero de los institutos nacionales de salud.

  1. En 1944 se creó el Instituto Nacional de Cardiología y dos años más tarde, el Hospital de Enfermedades de la Nutrición.
  2. En el IMSS se concretó finalmente el sueño de crear un sistema de seguridad social que habían perseguido casi todos los presidentes mexicanos después de la Revolución, desde Álvaro Obregón hasta Lázaro Cárdenas.

La ley que crea este instituto (Ley del Seguro Social) estableció el carácter obligatorio del seguro social y fijó los riesgos que habría de cubrir: accidentes de trabajo y enfermedades profesionales; enfermedades no profesionales y maternidad; invalidez, vejez, muerte y cesantía en edad avanzada.

Con los institutos nacionales de salud nació un tipo de establecimiento que buscaba unir en un solo órgano la atención médica de alta especialidad, la formación de recursos humanos de posgrado y la investigación, tanto biomédica como clínica. “Es urgente iniciar la revolución creando organismos médico-sociales donde el problema se ataque en todos los aspectos: prevención, curación investigación científica, docencia y ayuda social”, advirtió Ignacio Chávez en un discurso pronunciado antes de la creación del primero de los institutos.44 Fueron 12 los organismos de ese tipo que se crearon y muy pronto se convirtieron en las joyas de la corona del sistema mexicano de salud.

El establecimiento de la SSA, el IMSS y los tres primeros institutos nacionales de salud representó la culminación de la primera generación de reformas de salud que implantó los cimientos de nuestro sistema. Su objetivo era contribuir al progreso del país.

El IMSS apuntaló el desarrollo industrial a través de la atención prioritaria de los trabajadores del sector formal privado de la economía. La SSA se responsabilizó de la salud de los grupos campesinos protagonistas de la Revolución Mexicana, productores de alimentos y generadores de materias primas esenciales.

Es importante destacar que, desde sus orígenes, el sistema de salud del país estuvo marcado por un cisma: entre aquéllos que tenían derechos en salud legalmente definidos por la Ley del Seguro Social, a los que se llamó derechohabientes, y los sujetos de la acción asistencial del Estado, que contaban con derechos poco precisos, a los que se denominó población abierta o derechocarecientes, en palabras del doctor Eduardo Césarman.

  1. Por esas épocas se pensaba que, tarde o temprano, todos los trabajadores se incorporarían a la economía formal y se afiliarían al IMSS, con lo que dejarían a las instituciones de asistencia un papel marginal.
  2. Pero esto no sucedió.
  3. La economía informal creció de manera explosiva y se tuvieron que explorar nuevos mecanismos para extender la protección social en salud a todos los mexicanos.

En 1944, en la sede de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística en la Ciudad de México, se fundó la Sociedad Mexicana de Higiene. En 1962 se convirtió en la Sociedad Mexicana de Salud Pública, que hoy agrupa a la mayoría de los sanitaristas mexicanos.

En ese mismo año el IMSS empezó a prestar servicios de salud, primero en la capital del país y en los siguientes cuatro años en Puebla, Monterrey, Guadalajara y Orizaba. Ante la carencia de instalaciones propias, contrató consultorios, clínicas y hospitales privados para este fin. En 1946 el IMSS cubría a 2% de la población nacional (631 mil personas) y seis años después su cobertura se había extendido a sólo siete estados y aumentado apenas a 4% de la población.45 La mayoría de los afiliados (61.5%) se concentraba en el Distrito Federal.

En 1958 hubo un cambio radical. Presionado por diversos movimientos sindicales, el Estado mexicano promovió la extensión de las prestaciones sociales. Entre 1959 y 1964 el IMSS construyó 269 unidades médicas (180 unidades de consulta externa, 61 clínicas con servicios de hospitalización y 28 hospitales) y triplicó su personal.39 En 1964 ya cubría a 6.3 millones de personas que representaban 17% de la población nacional.

Este periodo fue testigo también del surgimiento de nuevas instituciones de seguridad social. El presidente Adolfo López Mateos promovió la reforma al artículo 123 de la Constitución, que otorgó rango constitucional a los derechos sociales y laborales de los trabajadores del Estado. Así, el primero de enero de 1960 se publicó una ley que transformó la Dirección General de Pensiones Civiles, encargada de los programas de pensiones de los empleados de gobierno, en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), que además de seguro de vejez, cesantía y muerte, ofreció un seguro de accidentes y enfermedades profesionales y no profesionales, además de otras prestaciones.

El ISSSTE tuvo un crecimiento inicial asombroso: en 1966 contaba ya con 111 clínicas, 301 puestos periféricos, 27 hospitales propios y 23 subrogados, y cubría a más de un millón de personas.46 Las instituciones dedicadas a atender a la población no asegurada, representadas sobre todo por la SSA y los Servicios Médicos del Departamento del Distrito Federal, también desarrollaron considerablemente su capacidad para producir servicios de salud.

Entre 1959 y 1964 la SSA construyó casi 1 400 unidades de salud, incluyendo 493 hospitales, la mayor parte de ellos en el medio rural.39, 45 El establecimiento del derecho a la protección de la salud y la expedición de la Ley General de Salud A finales de los años sesenta, este modelo, orientado hacia la atención hospitalaria y de especialidad, empezó a alcanzar sus límites.

El costo de los servicios aumentó de manera importante como resultado del incremento de la demanda y la complejidad tecnológica de la atención. Los servicios de salud no estaban llegando a buena parte de la población de las áreas rurales, y muchos hogares, para satisfacer sus necesidades más básicas, se veían obligados a recurrir a los servicios médicos privados, que no estaban regulados y que con frecuencia ofrecían una atención de mala calidad.

Además, entre 1950 y 1970, México experimentó grandes cambios en su perfil de salud. Las enfermedades no transmisibles empezaron a adquirir una importancia creciente y muy pronto se convertirían en las principales causas de daños a la salud en el país. Era obvio que el sistema mexicano de salud requería de un cambio en su organización, que se fue produciendo paulatinamente.

En la búsqueda de mecanismos para extender el acceso a servicios esenciales de salud, en 1982, bajo el liderazgo del doctor Guillermo Soberón, exrector de la UNAM, se creó la Coordinación de los Servicios de Salud de la Presidencia de la República. Esta coordinación tenía como propósito hacer una evaluación del estado en que se encontraban los servicios públicos de salud para la población abierta con el fin de integrarlos a un sistema nacional de salud que diera cobertura a todos los mexicanos.

  • La propuesta que generó esta coordinación fue aprobada por el presidente electo, Miguel de la Madrid, quien nombró Secretario de Salubridad y Asistencia al doctor Soberón.
  • La implementación de esa propuesta, entre 1982 y 1988, dio origen a lo que podríamos llamar segunda generación de reformas de salud,

En 1983 se hicieron cambios a la Constitución que establecieron, en el Artículo 4°, el derecho a la protección de la salud de todos los mexicanos. Este derecho, que se había establecido como un derecho ocupacional en la Constitución de 1917 y como un derecho laboral en la Ley del Seguro Social de 1943, se convirtió así en un derecho ciudadano.

La mayoría de los analistas celebró esta adición al Artículo 4°, pero hubo quien cuestionó su impacto inmediato arguyendo que el derecho a la protección de la salud era una disposición “programática”, es decir, que sólo establecía propuestas de acción para los poderes constituidos. Por esta razón, sus beneficiarios no podían obligar al Estado a cumplirla.

Pero esto no desalentó a sus promotores. Francisco Ruiz Massieu, Oficial Mayor de la SSA en aquel entonces, afirmó en un artículo publicado en la revista Salud Pública de México : Quien trabaja con normas jurídicas sabe que el derecho es más que un instrumento de coacción es una representación del futuro, es creador del futuro social, porque es motor de la dinámica política.47 En la conclusión de dicho artículo hace un llamado a acelerar el cambio en la sociedad mexicana para democratizarla y crear con ello las condiciones para el ejercicio efectivo de los derechos sociales.

Esta segunda generación de reformas incluyó también la promulgación de una nueva Ley General de Salud, que sustituyó a un código sanitario decimonónico; el cambio de nombre de la SSA por el de Secretaría de Salud (SSa), y la primera fase de la descentralización a los estados de los servicios de salud para la población no asegurada, que dio origen a los Servicios Estatales de Salud (SESA).

Poco antes, el problema de la falta de cobertura de los servicios de salud se había empezado a enfrentar mediante la creación, en 1977, de la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (Coplamar), el programa más ambicioso de extensión de cobertura de servicios de salud a la población rural.

Coplamar construyó, con recursos del boom petrolero, 3 025 unidades médicas y 60 clínicas-hospitales, todos ellos en comunidades rurales.48, 49 En 1983 desapareció y se asignó al IMSS -que se pensaba contaba con mejores capacidades administrativas que la SSA- la gestión de su componente de salud, lo que dio origen al Programa IMSS-Coplamar, que se rebautizó como IMSS-Solidaridad en 1989, IMSS-Oportunidades en 2002, e IMSS-Prospera en 2014 ( cuadro I ).

Esa etapa innovadora fue también testigo de un evento central en la historia de la salud pública: la creación del Instituto Nacional de Salud Pública mediante la fusión de la Escuela de Salud Pública de México, el Centro de Investigaciones en Salud Pública y el Centro de Investigaciones sobre Enfermedades Infecciosas.

  • El trabajo de docencia, investigación y servicio de este instituto puso a la salud pública mexicana en el mapa de la salud pública global.
  • A principios de los años noventa, el sistema mexicano de salud estaba constituido por tres componentes básicos.
  • El primero incluía aquellas instituciones públicas encargadas de proporcionar servicios a la población no asegurada: la SSa federal, los SESA y el Programa IMSS-Solidaridad.

Estas instituciones, que atendían a poco más de 50% de la población nacional, se financiaban en lo fundamental con impuestos generales. El segundo componente comprendía a las instituciones de seguridad social -IMSS e ISSSTE, y las agencias de seguridad social de las fuerzas armadas y los trabajadores petroleros-, que proporcionaban servicios a los trabajadores asalariados y sus familias, quienes representaban poco más de 40% de la población nacional.

El IMSS contaba con un financiamiento tripartito, con contribuciones de los empleadores, los trabajadores y el gobierno federal. Las otras instituciones de seguridad social se financiaban con contribuciones de los trabajadores y del gobierno en su calidad de empleador. El tercer componente era el sector privado.

Aunque en teoría este componente debía atender al 10% restante de la población, sobre todo a la clase media no asegurada, en realidad atendía, también de manera regular, a un porcentaje variable pero no despreciable de la población pobre no asegurada y de los derechohabientes de la seguridad social.

Esta estructura, con sus tres componentes básicos, había de permanecer inalterada hasta 2003. De la asistencia pública a la protección social en salud: la creación del Sistema de Protección Social en Salud Los años noventa del siglo pasado ven surgir cambios importantes en el campo de la salud en todo el mundo.

En respuesta al incremento del gasto en salud y la búsqueda de una mayor atención a las expectativas de los usuarios de los servicios de salud, surgió un movimiento internacional que marcó el inicio de la tercera generación de reformas de salud de México.

Este movimiento sugería, entre otras cosas, mejorar la eficiencia con la que operaban los sistemas de salud; evaluar las intervenciones de salud para garantizar que se ofrecieran servicios realmente efectivos a un costo razonable; implantar programas para el mejoramiento continuo de la calidad, y promover la participación de los usuarios de los servicios de salud en su atención.

Estas propuestas de reforma empezaron a adoptarse en México a finales de siglo al tiempo que se implantaron algunas importantes iniciativas en materia de salud pública que buscaban atender lo que en aquellos años empezó a denominarse problemas del rezago : las infecciones comunes, los padecimientos relacionados con la desnutrición y las muertes maternas.

You might be interested:  Me Duele Cuando Tengo Relaciones Y Sangro?

En la última década del siglo pasado se echó a andar el Programa de Vacunación Universal, que ha alcanzado coberturas muy amplias en menores de cinco años y que permitió erradicar la poliomielitis, eliminar la difteria y el tétanos neonatal, y controlar la tosferina, la parotiditis, la rubéola y el sarampión ( cuadro II ).

El último caso de sarampión autóctono se registró en el país en 1995.50 En esta década se empezó a ofrecer un paquete de 12 servicios esenciales de salud a grupos específicos de la población pobre de las áreas rurales a través del Programa de Ampliación de Cobertura.

  • También se echó a andar un programa de bienestar basado en incentivos que resultó muy exitoso y que, por esta razón, sigue vigente: el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), hoy Prospera.
  • Este programa ofrece subsidios monetarios a los hogares pobres a cambio de la adhesión a diversas intervenciones educativas, de salud y nutricionales.

En 1997 se modificó la Ley del IMSS para crear el Seguro de Salud para la Familia, que le ofreció a la población no asalariada, por primera vez, la posibilidad de afiliarse voluntariamente a una institución de seguridad social, lo que amplió sus opciones de atención a la salud y sus niveles de protección financiera.51 El cambio de siglo fue testigo de la creación de una institución que concentra bajo un mismo techo organizacional las principales tareas de regulación sanitaria: la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).52 Esta agencia está encargada, entre otras cosas, del control y vigilancia de los establecimientos de salud; la prevención y el control de los efectos nocivos de los factores ambientales en la salud; el control sanitario de productos y servicios, y el control sanitario de la publicidad de las actividades, productos y servicios.

Una de sus primeros logros fue la prohibición de la publicidad del tabaco en medios electrónicos a partir de enero de 2003.53 En 1983 se había dado un primer paso para convertir la atención a la salud en un derecho ciudadano al incorporar el derecho a la protección de la salud a la Constitución. Sin embargo, para su puesta en práctica, ese marco constitucional requería otros instrumentos jurídicos, financieros y administrativos sin los cuales el derecho pleno a la atención de la salud sólo se le podía garantizar a ciertos sectores de la población, a saber, los trabajadores asalariados y sus familias.

Estos instrumentos se crearon a través de la reforma a la Ley General de Salud de 2003 que dio lugar al Sistema de Protección Social en Salud (SPSS). Gracias al SPSS, los mexicanos que carecían de seguridad social se fueron incorporando paulatinamente a la instancia operativa del SPSS, el Seguro Popular de Salud, que hoy garantiza el acceso a 287 intervenciones esenciales y 65 intervenciones especializadas de alto costo.54 Según cifras de la última Encuesta Intercensal, hoy hay 98 millones de mexicanos con protección social en salud: 56 millones afiliados al Seguro Popular y 42 millones afiliados a las instituciones de seguridad social.55 Este siglo de salud pública en México se cerró con la exitosa atención de dos emergencias epidemiológicas y la puesta en marcha de una estrategia de control del sobrepeso, la obesidad y la diabetes.

En marzo de 2009 estalló en el país una epidemia de influenza H1N1 que a las dos semanas ya se había extendido a España, Israel, el Reino Unido y Nueva Zelanda.56, 57 A finales de abril se hablaba de un centenar de personas hospitalizadas y 42 fallecimientos, 60% de los cuales había ocurrido en personas de 20 a 39 años de edad.58 La OMS llevó a fase 5 la alerta pandémica.

El Presidente anunció la suspensión de las actividades no esenciales del gobierno federal y pidió a todos los mexicanos quedarse en sus hogares durante el periodo de asueto que iba del 1 al 5 de mayo. El país se paralizó. Sin embargo, a los pocos días, las drásticas medidas adoptadas empezaron a mostrar sus efectos.

  1. El número de infecciones nuevas disminuyó y lo mismo sucedió con el número diario de decesos.
  2. A mediados de mayo los temores de que se desarrollara una pandemia de grandes daños se habían diluido.
  3. El saldo de esta epidemia mostraba que los planes de respuesta que México y la comunidad internacional habían diseñado a mediados de la primera década del siglo daban los resultados esperados.59 En 2013, ante el ascenso avasallador del sobrepeso y la obesidad y sus enfermedades asociadas, como la diabetes y los padecimientos cardiovasculares, el gobierno mexicano implantó la Estrategia Nacional para la Prevención y Control del Sobrepeso, Obesidad y Diabetes.

Esta estrategia es un claro ejemplo del tipo de esfuerzo que el sistema mexicano de salud tendrá que desarrollar para atender de manera efectiva los retos del siglo XXI. La salud pública mexicana cumplió sus 99 años de vida en 2016 atendiendo un inesperado suceso: el brote de una infección viral transmitida por los mosquitos Aedes y parecida al dengue: el Zika, que cuando se transfiere de madre a hijo durante el embarazo puede producir microcefalia.

Aquel año se registraron en el país cerca de 7 000 casos de esta enfermedad. Gracias a una atinada y pronta respuesta por parte del Sistema de Vigilancia Epidemiológica, este brote pudo controlarse sin que se registraran casos de microcefalia.60 Conclusiones A un siglo de la creación de sus primeras instituciones modernas de salud pública, México cuenta con sólidos elementos para continuar avanzando, sobre la base de las políticas de Estado de las últimas tres décadas, hacia una cuarta generación de reformas, la cual permitiría consolidar un sistema de salud que garantice el acceso universal e igualitario a servicios de atención integrales y de alta calidad con protección financiera.

Como lo demuestra esta breve crónica, fue edificando sobre los continuos logros de las instituciones de salud -incrementales las más de las veces y extraordinarios en ocasiones− como se pudo avanzar en la construcción de un sistema de salud que hoy ofrece protección sanitaria a todos los mexicanos, un acceso ampliado a servicios personales de salud y niveles de protección financiera susceptibles de mejoras progresivas.

  • Esta lección debe guiar nuestros esfuerzos futuros, inmediatos y de largo plazo, para seguir enfrentando los cambiantes retos de la salud.
  • Referencias 1. McCaa R.
  • Missing millions: The demographic costs of the Mexican Revolution.
  • Mexican Studies.2003;19(2):367-400.2.
  • De Política 2.0 y Otros Demonios.
  • La peste en México durante la revolución: La influenza española de 1918.

WordPress: 5 de agosto de 2013, Disponible en:Disponible en: https://depolitica20yotrosdemonios.wordpress.com/2013/08/05/la-peste-en-mexico-durante-la-revolucion-la-influenza-espanola-de-1918 3. Frenk J, Hernández-Llamas H, Álvarez-Klein L. El mercado de trabajo médico.

  1. II. Evolución histórica.
  2. Gac Med Mex.1980;116(6):265-84.4.
  3. Frenk J, Gómez-Dantés O, Sepúlveda J, Knaul FM.
  4. Evidence-based health policy: three generations of reform in Mexico.
  5. Lancet.2003;362(9396):1667-71.5. Frenk J.
  6. Dimensions of health system reform.
  7. Health Policy.1994;27:19-34.6.
  8. Aréchiga-Córdoba E.
  9. El desagüe del Valle de México, siglos XVI-XXI.

Una historia paradójica. Arqueología Mexicana.2004;12(68):60-5.7. Álvarez-Cordero R. La inauguración del Hospital General de México. Rev Facultad Medicina UNAM.2010;53(5):23-8.8. Carrillo AM. Surgimiento y desarrollo de la participación federal en los servicios de salud.

En: Fajardo-Ortiz G, Carrillo AM, Neri-Vela R, eds. Perspectiva histórica de atención a la salud en México 1902-2002. México, D.F.: Organización Panamericana de la Salud, Universidad Nacional Autónoma de México, Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina, 2002:17-64.9. Escotto-Velázquez J.

Semblanza del doctor Eduardo Liceaga. Rev Med Hospital General.1999;62(4):237-9.10. Mercer H. Hospitales y práctica médica en la ciudad de México. Estudios Sociológicos 1984;2(2-3):335-349.11. Fernández-del Castillo F. El Hospital General de México, antecedentes y evolución.

México, D.F.: Instituto para la Organización de Congresos Médicos, 1946.12. Romero-Salinas G. Hospital General de México y sus ancestros. Enlace.2006;4(3):1-14. Disponible en:Disponible en: http://www.clea.edu.mx/diplomados/salud/adh/multimedia/flipp/adh006-1/files/publication.pdf 13. Álvarez-Cordero R. La inauguración del Hospital General de México.

Rev Facultad Medicina UNAM.2010;53(5):23-8.14. Kumate J. Las especialidades médicas en México. En: Ortiz-Quesada F, ed. Vida y muerte del mexicano. México, D.F.: Folios Ediciones, 1982: 97-119.15. Carrillo AM. Economía, política y salud pública en el México porfiriano.

  • História, Ciências, Saúde – Manguinhos.2002;9(suplemento):67-87.16.
  • Cossío-Díaz JR, Goslinga-Ramírez L, Mejía-Garza RM, Montes de Oca-Arboleya R.
  • Reflexiones constitucionales sobre el Consejo de Salubridad General.
  • Gac Med Mex.2013;149:356-62.17.
  • Rodríguez de Romo AC, Rodríguez-Pérez ME.
  • Historia de la salud pública enMéxico : siglos XIX y XX.

História, Ciências, Saúde – Manguinhos 1998;5(2):292-310.18. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Texto original de la Constitución de 1917 y de las reformas publicadas en el Diario Oficial de la Federación del 5 de febrero de 1917 al 1° de junio de 2009.

Disponible en:Disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2802/8.pdf 19. De la Selva M. La seguridad social, el seguro social y sus realizaciones en México, Cuadernos Americanos.1961;XX(4):50-74.20, Gómez-Dantés O, Frenk J, Ibarra I. The road to universal health coverage in Mexico: From charity to social protection in health.

Ann Health Law.2013;22:373-85.21. Ortiz M. La salud. Para entender México en su Bicentenario. México, D.F.: Nostra Editores, 2010:42.22. Mérigo-Basurto G. Restauración del edificio del Departamento de Salubridad. México, D.F.: Secretaría de Salud, 2006.23.

Frenk J, Ruelas E, Gómez-Dantés O, López-Cervantes M, Magaña-Valladares L, Gudiño-Cejudo MR. Modernización académica de la Escuela de Salud Pública deMéxico : 1983-1995. Salud Publica Mex.2013;55:528-35.24. Álvarez-Amézquita J, Bustamante M, López-Picasos A. La Escuela de Salud Pública deMéxico, Setenta años de vida.

Salud Publica Mex.1992;34(1):76-84.25. Valdespino JL, Sepúlveda J, compiladores. Crónica de la Escuela de Salud Pública de México de 1922 a 2001. Cuernavaca, México : Instituto Nacional de Salud Pública, 2002.26. Anónimo. Historia de la salud en México, Blogspot: 19 de julio de 2007,

Disponible en:Disponible en: http://saludenmexico.blogspot.com/2007/07/historia-de-la-salud-en-mexico.html 27. Birn AE. Marriage of Convenience. Rockefeller International Health and Revolutionary Mexico. Rochester: University of Rochester Press, 2006.28. Bustamante ME, Viesca-Treviño C, Villaseñor F, Vargas-Flores A, Castañón R, Martínez X.

La salud pública en México 1959-1982. México, D.F.: Secretaría de Salubridad y Asistencia, 1982: 77.29. Fajardo-Ortiz G. Línea del tiempo, atención a la salud: 1902-2002. En: Fajardo-Ortiz G, Carrillo AM, Neri-Vela R. Perspectiva histórica de atención a la salud en México 1902-2002.

  1. México, D.F.: Organización Panamericana de la Salud, Universidad Autónoma deMéxico, Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina, 2002:141-46.30.
  2. Valdespino JL, Sepúlveda J, compiladores.
  3. Crónica de la Escuela de Salud Pública de México de 1922 a 2001.
  4. Cuernavaca, México : Instituto Nacional de Salud Pública, 2002:15.31.

Bustamante ME. Local public health work in Mexico. Am J Public Health.1931;21(7):725-36.32. Bustamante ME. La coordinación de los servicios sanitarios federales y locales como factor de progreso higiénico en México, Gac Med Mex 1934;30(5):741-54.33. Birn AE.

  1. A revolution in rural health? The struggle over local health units in Mexico, 1928-1940.
  2. J History Med.1998;53:43-76.34.
  3. Lara-Bayón J, de la Cruz-Arana JC.
  4. Miguel E Miguel E,
  5. Bustamante.
  6. Un pilar de la salud pública moderna en México,
  7. México, D.F.: Fundación Carlos Slim, Sociedad Mexicana de Salud Pública, Clío, 2016.35.

Meza-Huacuja I. De la universidad al campo: el establecimiento del servicio médico social en la Universidad Autónoma de México (1934-1940). Historia Mexicana.2014;LXIV(2):607-44.36. Birn AE. Physician social service. En: Birn AE. Marriage of Convenience. Rockefeller International Health and Revolutionary Mexico,

  • Rochester: University of Rochester Press, 2006:220-224.37.
  • Bustamante ME.
  • El servicio médico social en la Universidad.
  • Rev Mex Soc.1940;2(2):5-13.38.
  • Ruiz-Lugo L.
  • El servicio social en México,
  • México, D.F.: Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, 1995.39.
  • Moreno-Cueto E, Moguel-Viveros J, Díaz-de Sandí MA, García-Ugarte ME, Césarman-Vitis E.

Sociología histórica de las instituciones de salud enMéxico, México, D.F.: Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982:77-8.40. Agostini C. Médicos rurales y medicina social en el México posrevolucionario. Historia Mexicana.2013;LXIII(2):745-801.41. Martínez-Palomo A.

El instituto pionero, hoy olvidado. Crónica: 2 de abril de 2014, Disponible en: http://www.cronica.com.mx/notas/2014/825608.html 42. Ortiz M. En los sesenta años de la Secretaría de Salud. Una crónica de su fundación. México, D.F.: Secretaría de Salud, 2003: 52.43. Franco-Paredes C, Lammoglia L, Santos-Preciado JI.

Perspectiva histórica de la viruela en México : aparición, eliminación y riesgo de reaparición por bioterrorismo. Gac Med Mex.2004;140(3):321-7.44. Ignacio Chávez citado en Attie-Cury F. Pasado, presente y futuro de la cardiología pediátrica. Gac Med Mex.2006;142(3):263-9.45.

Hernández-Llamas H. Historia de la participación del Estado en las instituciones de atención médica en México 1935-1980. En: Ortiz-Quesada F, ed. Vida y muerte del mexicano. Ciudad de México : Folios Ediciones, 1982: 49-96.46. Carrillo-Castro A. El ISSSTE: la salud y la seguridad social para los trabajadores del Estado.

Rev Adm Publica.1987;69-79:171-80.47. Ruiz-Massieu JF.El contenido programático de la Constitución y el nuevo derecho a la protección de la salud. Salud Publica Mex,1983;25(4):353-7.48. Velásquez-Días G. Programa IMSS-COPLAMAR. En: Secretaría de Salud. Salud y enfermedad en el medio rural deMéxico,

  1. México, D.F.: Secretaría de Salud, 1991: 413-21.49.
  2. Instituto Mexicano del Seguro Social.
  3. IMSS-Oportunidades.
  4. Capítulo VIII.
  5. Ciudad de México : IMSS, sin fecha,
  6. Disponible en:Disponible en: http://www.imss.gob.mx/sites/all/statics/pdf/informes/20132014/12_Cap08.pdf 50.
  7. Santos JI.
  8. El Programa Nacional de Vacunación: orgullo deMéxico,

Rev Fac Med UNAM.2002;45:142-53.51. IMSS. Seguro de Salud para la Familia. Capítulo VII. Ciudad deMéxico : IMSS, sin fecha, Disponible en:Disponible en: http://www.imss.gob.mx/sites/all/statics/pdf/informes/20132014/11_Cap07.pdf 52. Wikipedia. Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios,

  1. Disponible en:Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Comisi%C3%B3n_Federal_para_la_Protecci%C3%B3n_contra_Riesgs_Sanitarios 53. Ruiz JL.
  2. Prohíben publicidad de tabaco.
  3. El Universal: 01 de junio de 2002.
  4. Disponible en:Disponible en: http://archivo.eluniversal.com.mx/nacion/85287.html 54.
  5. Comisión Nacional de Protección Social en Salud.

Sistema de Protección Social en Salud. Catálogo Universal de Servicios de Salud, CAUSES. Ciudad deMéxico : CNPSS, 2018, Disponible en:Disponible en: https://www.gob.mx/salud/seguropopular/articulos/catalogo-universal-de-servicios-de-salud-causes-2018?idiom=es 55.

Instituto de Estadística y Geografía. México – Encuesta Intercensal 2015. México : Inegi, 2015, Disponible en:Disponible en http://www3.inegi.org.mx/rnm/index.php/catalog/214/related_materials?idPro 56. Frenk J, Gómez-Dantés O. Saldos de la influenza mexicana. Letras Libres.2009;XI(126):20-4.57. Ortiz M. Cochina epidemia.

Letras Libres.2009;XI(126):44-5.58. Karam D, Echeverría S, Lozano J, Romo JL, Albiztegui R, Ortiz M. La influenza mexicana y la pandemia que viene. México, D.F.: Siglo Veintiuno Editores, 2015.59. Frenk J. Mexico’s fast diagnosis. The New York Times, 1 de mayo de 2009, Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons
Ver respuesta completa

¿Cómo era la medicina hace 60 años?

En 1960 ya había muchas especialidades médicas bien definidas dentro de la carrera de Medicina, sin embargo, la parasitología no era una de ellas y quedaba incluida dentro de los estudios que se dedicaban a la microbio- logía general.
Ver respuesta completa

¿Cómo era la salud en el siglo 19?

Durante el siglo XIX, ocurrieron varios brotes de epidemias en diversas partes del mundo. Dos enfermedades en especial resultan constantes: la viruela se había vuelto endémica en muchas partes del globo terráqueo y el cólera, ‘la nueva enfermedad del siglo XIX ‘. En este contexto, México no fue la excepción.
Ver respuesta completa

¿Cómo era la salud en el año 1970?

Así, en 1970 el 28.8% de los municipios tenía un médico por municipio, que representaban 1.1% del total de los médicos y 7.9% de la población vivía en estos municipios. Por otra parte, 0.9% de los municipios tenía más de 400 médicos por municipio, y concentraba al 56.8% de los médicos, y al 21.6% de la población.
Ver respuesta completa

¿Cómo era la salud en los años 80?

Los avances médicos siempre han estado ligados a la tecnología que estaba disponible en cada época. Hoy en día existen un sinnúmero de herramientas, dispositivos, máquinas y recursos para estudiar, identificar, diagnosticar y curar enfermedades. En los 80s, aunque ya existían vacunas para varias enfermedades, había algunas que no habían podido ser creadas y que se volvieron esenciales.

Es el caso de la vacuna contra la Hepatitis B. Esta enfermedad afecta a las células del hígado y puede favorecer el desarrollo de cáncer hepático. Según la Mayo Clinic se puede transmitir a través de la saliva, la sangre y otros fluidos corporales. En la década de los 80 se logró crear una vacuna efectiva y poco después se recomendó su uso en poblaciones vulnerables.

Después se incluyó en el calendario de vacunación para la población en general. Otro de los avances más importantes, y uno de los más llamativos, fue el resultado de varias décadas de estudios científicos. La resonancia magnética es un tipo de examen médico que usa imanes y ondas de radio para crear una imagen del cuerpo,

  1. Desde los años 50 ya se estaba analizando la posibilidad de usar la física para la medicina, según un artículo publicado por la Universidad de Washington.
  2. Pero no fue sino hasta 1980 que se pudo construir un dispositivo lo suficientemente grande para crear imágenes de todo el cuerpo que había logrado superar algunos problemas que tenían las versiones pasadas de estos dispositivos.

En apenas dos años se logró hacer una resonancia del corazón y cerebro humanos. Los científicos trabajaron con especialistas de reconocidos hospitales como el John Hopkins. El tercer avance médico más relevante de la década de los 80 fue el origen de la robótica en este campo.

  • En 1985 se utilizó un brazo robot para asistir en una delicada neurocirugía,
  • El robot PUMA560 se había desarrollado inicialmente para la compañía General Motors, relata el portal médico Robotic Oncology.
  • Poco después de este procedimiento se empezó a ver el potencial del uso de la robótica para tener más precisión en cirugías mínimamente invasivas como las laparoscopías,

Es así que empezó el desarrollo del AESOP, un robot parecido al PUMA560. En 1990 la Administración de Medicamentos y Alimentos aprobó su uso para cirugías endoscópicas.
Ver respuesta completa

¿Cómo era la medicina antes del siglo 17?

La historia de la medicina es la rama de la historia dedicada al estudio de los conocimientos y prácticas médicas a lo largo del tiempo. También es una parte de cultura “es en realidad la historia de los problemas médicos”. Desde sus antiguos orígenes, el ser humano ha tratado de explicarse la realidad y los acontecimientos trascendentales que en ella tienen lugar como la vida, la muerte o la enfermedad,

La medicina tuvo sus comienzos en la prehistoria, la cual también tiene su propio campo de estudio conocido como antropología médica, Se utilizaban plantas, minerales y partes de animales, en la mayoría de las veces estas sustancias eran utilizadas en rituales mágicos por chamanes, sacerdotes, magos, brujos, animistas, espiritualistas o adivinos,

​ Las primeras civilizaciones y culturas humanas basaron su práctica médica en dos pilares aparentemente opuestos: un empirismo primitivo y de carácter pragmático (aplicado fundamentalmente al uso de hierbas o remedios obtenidos de la naturaleza) y una medicina mágico-religiosa, que recurrió a los dioses para intentar comprender lo inexplicable. Los datos de la Edad Antigua encontrados muestran la medicina en diferentes culturas como la medicina Āyurveda de la India, el antiguo Egipto, la antigua China y Grecia, Uno de los primeros reconocidos personajes históricos es Hipócrates quien es también conocido como el padre de la medicina; supuestamente descendiente de Asclepio, por su familia: los Asclepíades de Bitinia ; y Galeno,

Posteriormente a la caída de Roma en la Europa Occidental la tradición médica griega disminuyó. En el siglo V a.C. Alcmeón de Crotona dio inicio a una etapa basada en la técnica ( tekhné ), definida por la convicción de que la enfermedad se originaba por una serie de fenómenos naturales susceptibles de ser modificados o revertidos.

Ese fue el germen de la medicina moderna, aunque a lo largo de los siguientes dos milenios surgirán otras muchas corrientes ( mecanicismo, vitalismo,) y se incorporarán modelos médicos procedentes de otras culturas con una larga tradición médica, como la china,

  1. En la segunda mitad del siglo VIII, los musulmanes tradujeron los trabajos de Galeno y Aristóteles al arábigo por lo cual los doctores islámicos se indujeron en la investigación médica.
  2. Algunas figuras islámicas importantes fueron Avicena, que junto con Hipócrates se le ha sido mencionado también como el padre de la medicina, Abulcasis el padre de la cirugía, Avenzoar el padre de la cirugía experimental, Ibn al-Nafis padre de la fisiología circulatoria, Averroes y Rhazes, padre de la pediatría,

Ya para finales de la Edad Media posterior a la peste negra, importantes figuras médicas emergieron de Europa como William Harvey y Grabiele Fallopio, ​ En el pasado la mayor parte del pensamiento médico se debía a lo que habían dicho anteriormente otras autoridades y se veía del modo tal que si fue dicho permanecía como la verdad.

  1. Esta forma de pensar fue sobre todo sustituida entre los siglos XIV y XV, tiempo de la pandemia de la peste negra,
  2. ​ Asimismo, durante los siglos XV y XVI, la anatomía atravesó un gran avance gracias a la aportación de Leonardo Da Vinci, quien proyectó junto con Marcantonio della Torre, un médico anatomista de Pavía, uno de los primeros y fundamentales tratados de anatomía, denominado Il libro dell’Anatomia,

Aunque la mayor parte de las más de 200 ilustraciones sobre el cuerpo humano que realizó Da Vinci para este tratado desaparecieron, se pueden observar algunas de las que sobrevivieron en su Tratado sobre la pintura, Edward Jenner, descubridor de la vacuna contra la viruela, En 1980 la OMS declaró a esta enfermedad como erradicada. A partir del siglo XIX se vieron grandes cantidades de descubrimientos. Investigaciones biomédicas premodernas desacreditaron diversos métodos antiguos como el de los cuatro humores ​ de origen griego, pero es en el siglo XIX, con los avances de Leeuwenhoek con el microscopio y descubrimientos de Robert Koch de las transmisiones bacterianas, cuando realmente se vio el comienzo de la medicina moderna.

  1. El descubrimiento de los antibióticos que fue un gran paso para la medicina.
  2. Las primeras formas de antibióticos fueron las drogas sulfas,
  3. Actualmente los antibióticos se han vuelto muy sofisticados.
  4. Los antibióticos modernos puede atacar localizaciones fisiológicas específicas, algunas incluso diseñadas con compatibilidad con el cuerpo para reducir efectos secundarios.

El Dr. Edward Jenner descubrió el principio de la vacunación al ver que las ordeñadoras de vacas que contraían el virus de vaccinia al tener contacto con las pústulas eran inmunes a la viruela, Años después Louis Pasteur le otorgó el nombre de vacuna en honor al trabajo de Jenner con las vacas.

A finales del siglo XIX, los médicos franceses Auguste Bérard y Adolphe-Marie Gubler resumían el papel de la medicina hasta ese momento: «Curar pocas veces, aliviar a menudo, consolar siempre». La medicina del siglo XX, impulsada por el desarrollo científico y técnico, se fue consolidando como una disciplina más resolutiva, aunque sin dejar de ser el fruto sinérgico de las prácticas médicas experimentadas hasta ese momento.

La medicina basada en la evidencia se apoya en un paradigma fundamentalmente biologicista, pero admite y propone un modelo de salud-enfermedad determinado por factores biológicos, psicológicos y socioculturales, ​ La herbolaria dio lugar a la farmacología : de los diversos fármacos derivados de plantas como la atropina, warfarina, aspirina, digoxina, taxol etc.; el primero fue la arsfenamina descubierta por Paul Ehrlich en 1908 después de observar que las bacterias morían mientras las células humanas no lo hacían.
Ver respuesta completa

¿Cómo era el derecho a la salud antes?

En México, hasta 1917, la protección a la salud se había entendido asociada con las prestaciones de seguridad social de la clase trabajadora, es decir, como un derecho únicamente para los trabajadores y su familia, y no para todos los mexicanos.
Ver respuesta completa

¿Cómo era la medicina?

El origen de la medicina se remonta prácticamente a la propia aparición del ser humano, ya en el Neolítico se han detectado diferentes patologías como la artritis o la acondroplasia, y hay muestras evidentes de que ya en esta época se realizaban trepanaciones.
Ver respuesta completa

¿Cómo era la salud en 1910?

Economics, politics, and public health in Porfirian Mexico (1876-1910) – Ana María Carrillo Acerca del autor Este trabajo aborda el nacimiento de la salud pública moderna en México durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1910) y examina los elementos científicos, políticos y económicos que lo hicieron posible: en primer término, la recepción por parte de los médicos mexicanos de los descubrimientos de la microbiología, la inmunología y la epidemiología; en segundo lugar, la concentración creciente del poder del Estado en asuntos sanitarios que fue paralela a su concentración de poder político disciplinador y permitió poner los nuevos conocimientos al servicio de la prevención de los problemas colectivos de salud; finalmente, la necesidad del imperialismo y la elite porfiriana de proteger sus intereses comerciales.

El artículo hace un balance de los alcances y limitaciones de la salud pública del porfiriato, la cual se vio interrumpida de manera abrupta por la revolución iniciada en 1910. salud pública; México; porfiriato; campañas; economía The article examines the scientific, political, and economic elements that permitted the birth of modern public health in Mexico under the Porfirio Díaz administration (1876-1910).

Firstly, a portion of Mexican physicians were open to the discoveries of microbiology, immunology, and epidemiology. Secondly, the State’s growing concentration of power in public health matters ran parallel to its concentration of disciplinary political power and enabled this new knowledge to be placed at the service of collective health problem prevention.

  1. Lastly, both imperialism and the Porfirian elite needed to protect their business interests.
  2. The article evaluates public health achievements and limitations during the Porfirian period, abruptly interrupted by the revolution begun in 1910.
  3. Public health; Mexico; Porfirian period; campaigns; economics ANÁLISE Economía, política y salud pública en el México porfiriano (1876-1910) Economics, politics, and public health in Porfirian Mexico (1876-1910) Ana María Carrillo Departamento de Salud Pública, Facultad de Medicina, UNAM – Edificio B, 6º piso — Ciudad Universitaria – CP 04510 México D.F.

[email protected] RESUMEN Este trabajo aborda el nacimiento de la salud pública moderna en México durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1910) y examina los elementos científicos, políticos y económicos que lo hicieron posible: en primer término, la recepción por parte de los médicos mexicanos de los descubrimientos de la microbiología, la inmunología y la epidemiología; en segundo lugar, la concentración creciente del poder del Estado en asuntos sanitarios que fue paralela a su concentración de poder político disciplinador y permitió poner los nuevos conocimientos al servicio de la prevención de los problemas colectivos de salud; finalmente, la necesidad del imperialismo y la elite porfiriana de proteger sus intereses comerciales.

El artículo hace un balance de los alcances y limitaciones de la salud pública del porfiriato, la cual se vio interrumpida de manera abrupta por la revolución iniciada en 1910. Palabras claves: salud pública, México, porfiriato, campañas, economía. ABSTRACT The article examines the scientific, political, and economic elements that permitted the birth of modern public health in Mexico under the Porfirio Díaz administration (1876-1910).

Firstly, a portion of Mexican physicians were open to the discoveries of microbiology, immunology, and epidemiology. Secondly, the State’s growing concentration of power in public health matters ran parallel to its concentration of disciplinary political power and enabled this new knowledge to be placed at the service of collective health problem prevention.

Lastly, both imperialism and the Porfirian elite needed to protect their business interests. The article evaluates public health achievements and limitations during the Porfirian period, abruptly interrupted by the revolution begun in 1910. Keywords: public health, Mexico, Porfirian period, campaigns, economics.

Introducción La burocracia sanitaria y el reglamentarismo El nacimiento de la salud pública moderna en México ocurrió durante las últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX. Desde luego, en el actual territorio mexicano hubo acciones de higiene pública desde la época prehispánica, y luego, en los periodos Colonial (1521-1821), del México Independiente (1821-67) y de la República Restaurada (1867-76).

Pero el paso del sanitarismo a la salud pública tuvo lugar durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1910), conocido como porfiriato. En el presente artículo — el cual es parte de un trabajo más amplio sobre los saberes médicos y la salud pública en el porfiriato — trataré de mostrar que dicha transición fue posible porque durante esos 34 años se conjuntaron varios elementos científicos, políticos y económicos.

En primer lugar, la recepción que los médicos mexicanos hicieron de los descubrimientos de la microbiología — que identificó al agente etiológico de muchas enfermedades —, de la inmunología — que las enfrentó con sueros y vacunas — y de la epidemiología — que explicó la forma en que algunas de ellas se propagaban.

En segundo término, el proceso de concentración creciente del poder del Estado en asuntos sanitarios, el cual fue paralelo a su concentración de poder político disciplinador, y permitió poner los nuevos conocimientos al servicio de la prevención de los problemas colectivos de salud. Finalmente, la necesidad del imperialismo europeo y estadounidense y de la elite porfiriana de proteger sus intereses comerciales.

Abordaré sólo tangencialmente otros factores ideológicos, culturales y sociales, también entrelazados con la salud pública. A comienzos del porfiriato y desde 1841, la máxima autoridad sanitaria era el Consejo Superior de Salubridad. Originalmente, el Consejo tenía jurisdicción únicamente en el Distrito Federal, su presupuesto era insuficiente y contaba sólo con seis miembros.1 1 Informe rendido a la Secretaría de Gobernación sobre los trabajos ejecutados por ese Consejo en el año 1879.

Archivo Histórico de la Secretaría de Salud, México (en adelante, AHSSA), salubridad pública, Presidencia, Secretaría, caja 5, exp.15, 134 f. Sin embargo, esa situación iba a cambiar durante los siguientes años, particularmente de 1885 a 1914, periodo en que el organismo fue dirigido por Eduardo Liceaga, en opinión de Chávez (1987), el más grande higienista que ha tenido México.

En 1882, el Consejo Superior de Salubridad elaboró un dictamen sobre la higiene pública en el país. En ese dictamen, aseguraba que varios de los estados de la república carecían de juntas de sanidad, y donde las había, éstas no funcionaban de manera regular, además de que no había solidaridad entre las diferentes regiones del país en materia de higiene pública, “punto acaso el más importante para la prosperidad de un pueblo”.2 2 Dictamen del Consejo Superior de Salubridad sobre la organización de la higiene pública en el país.

  1. AHSSA, salubridad pública, Presidencia, Secretaría, caja 5, exp.28, 13 f.: 1, 1882.
  2. Desde el punto de vista político, todos los estados se regían por la Constitución Federal de 1857 que servía de base a la particular de cada uno de ellos.
  3. En cambio, en el ramo de la higiene pública no sólo faltaban las bases generales, sino que no existía relación entre las diversas juntas de salubridad; de hecho, el Consejo Superior de Salubridad no tenía siquiera noticia precisa de los estados en los que había juntas de este tipo.

En el dictamen, el organismo sanitario propuso la constitución de un Consejo Nacional de Salubridad Pública con facultades ejecutivas, el cual debería concentrar las estadísticas de morbilidad y mortalidad y fungir como un cuerpo consultivo general en materia de salubridad, encargarse de todo lo relativo a la policía sanitaria marítima, convocar a congresos nacionales de higiene y formar, con la participación de todos los estados, la legislación sanitaria de la república.

  • Aunque este dictamen no pudo ponerse en práctica de manera inmediata, fue fundamental.
  • Por un lado, porque delineó la forma en que el Estado porfirista se organizaría más tarde, estructural e ideológicamente, para enfrentar los problemas colectivos de salud.
  • Por el otro, porque señaló la intención de la práctica médica de desplazarse del espacio político para articularse con el proceso de producción económica: se aseguraba en él que ante la multiplicación de vías férreas y comunicaciones telegráficas, y el desarrollo de la agricultura y el comercio, era indispensable lograr el mejoramiento de las condiciones sanitarias y la solidaridad de todo el país en materia de higiene pública; con higiene pública, enfatizaba, se lograría el aumento de la población y el vigor y la aptitud para el trabajo.3 3 Ídem.

Para un análisis de esta política en el mundo, véase el trabajo clásico de Rosen (1985). La transición al capitalismo en México se dio durante todo el siglo XIX, pero avanzó de manera notable con Porfirio Díaz, sobre todo a partir de 1888 cuando México, con el reinicio del pago de su deuda externa, volvió de lleno al orden internacional (González, 1977).

Sin embargo, la modernización se restringió a la capital de la república y a las zonas del país que eran proveedoras de productos agrícolas y de metales, ya fuera preciosos o empleados en la industria. Estas zonas fueron: la Ciudad de México que, a más de ser el centro político y económico de la región, se consolidó como la más importante aglomeración del país y el entronque de las vías de comunicación; el golfo de México, cuyo desarrollo fue impulsado por el puerto de Veracruz — el de mayor tránsito en la república —, y por la península de Yucatán que prosperó en el porfiriato por el valor creciente que tuvo el henequén en el comercio internacional.

Otras zonas importantes fueron los puertos de Coatzacoalcos en el Golfo y Acapulco, Salina Cruz y Mazatlán en el Pacífico; la población de Cananea en Sonora, en la que hubo un resurgimiento de la minería, y ciudades del norte del país y de la región de istmo de Tehuantepec que se desarrollaron coincidiendo con ramales ferroviarios (Hermosillo Adams, 1988; Valadés, 1987; Menéndez, 1981; González Navarro, 1970).

Los 19.360 kilómetros de rieles que se agregaron durante la dictadura porfirista a los 640 dejados por los gobiernos anteriores vincularon al centro con los puertos exportadores y con Estados Unidos. Este desarrollo de comunicaciones, unido al crecimiento de ciudades estratégicas en la prestación de servicios para áreas mineras o agrícolas de peso y a la supresión de alcabalas en 1896, permitió la integración — si bien no total — de los mercados locales al de México, y de éste al mercado mundial (González, 1977).

Precisamente por la importancia estratégica de estas regiones, en ellas se impusieron medidas de saneamiento. Uno de los principales objetivos de dichas medidas era evitar las amenazas que las epidemias y endemias significaban para la reproducción de la fuerza de trabajo en haciendas y minas, y para el comercio en puertos y fronteras, en una época en que México y otros países latinoamericanos incrementaban sus exportaciones de acuerdo con el papel que les había sido asignado durante la llamada segunda revolución industrial (García, 1981).

El gobierno de México recibió préstamos para las obras sanitarias de mayor envergadura (como las realizadas en la capital de la república y el puerto de Veracruz) por parte de empresarios de los Estados Unidos (Liceaga, 1949) y de algunos países europeos con intereses económicos en ellos, como Gran Bretaña y Francia (Connolly, 1997).

La imposición del saneamiento no fue fácil porque la República mexicana estaba organizada dentro del régimen federal de la Constitución de 1857, en la cual no se consignaba precepto alguno que hablase de facultades del poder federal para ocuparse de las cuestiones higiénicas, ni del Congreso para legislar sobre asuntos sanitarios (Gamboa, 1892).

Pero, finalmente fue posible por la existencia de una burocracia sanitaria creciente que demandó que cada individuo o estado sacrificase un poco de su propia libertad en beneficio de toda la nación. En 1891, fue promulgado el primer Código Sanitario, 4 4 Que no fue el primer Código Sanitario promulgado en un país latinoamericano, como afirman algunos autores (Frenk Mora et al., 1993).

reformado en 1894 y 1902. Dicho Código dio al Estado porfiriano poder para penetrar en todos los espacios con la finalidad de vigilar la higiene privada y pública, 5 5 Innumerables trabajos dan cuenta de este fenómeno en diferentes países; véase, por ejemplo, Corbin (1987).

así como para actuar en puertos y fronteras, los cuales — decía el doctor Liceaga — no pertenecían al estado en que se encontraban sino a la federación, y del mismo modo que ésta respondía ante un ataque militar, debía hacerlo ante las epidemias que causaban más muertes que la guerra (Liceaga, 1960).

En el II Congreso Médico Mexicano, realizado en San Luis Potosí, en 1894, Liceaga propuso la formación de una gran comisión de higiene para unificar las leyes sanitarias en toda la república.6 6 Memorias del II Congreso Médico Mexicano. San Luis Potosí, 5-8 de noviembre de 1894 (México, Secretaría de Fomento, vol.2, p.431).

Si bien esta propuesta no llegó a concretarse, varios estados de la república (como Michoacán, Yucatán, Jalisco y Nuevo León) promulgaron códigos sanitarios prácticamente calcados del federal, y con esas disposiciones legislativas, la burocracia sanitaria mexicana organizó las primeras campañas de salud pública basadas en la bacteriología y la medicina tropical.

Una de las primeras tareas del Estado porfiriano fue hacer un diagnóstico de salud de cada región de México para estructurar una política sanitaria común para todo el país. La estratégica geografía médica Durante el porfiriato, la población mexicana sufrió epidemias graves de viruela, sarampión, tos ferina, escarlatina, peste, cólera e influenza; y endemias, como el paludismo que ejercía sus estragos en las regiones de clima tropical; la fiebre amarilla presente en las costas, sobre todo en las del golfo, pero en ocasiones también en las del Pacífico, y el tifo exantemático que afectaba al valle de México.

También endémicas en todo el país fueron la tuberculosis, la diarrea, la enteritis, la neumonía y la bronquitis. Todos estos males se vieron agravados por el hambre y el alcoholismo, endémicos ellos mismos (Bustamante, 1982). A finales de los años 1880, el gobierno federal envió a todas las municipalidades del territorio, un cuestionario en el que, entre otras cosas, les pedía información sobre las enfermedades que padecían y la mortalidad que éstas causaban.

Cerca de dos terceras partes de las municipalidades del país contestaron, y a partir de esas respuestas, Domingo Orvañanos (1889), médico del Consejo de Salubridad y profesor de la Escuela Nacional de Medicina, escribió un ensayo de geografía médica y climatología.

You might be interested:  Como Tratar El Alcoholismo De Forma Natural?

Orvañanos hizo en su obra propuestas tras las cuales estaba la idea de que ante la enfermedad hay responsabilidad individual y social. Sugirió, así, censar a los enfermos de lepra, castigando la ocultación de los enfermos con penas severas; obligar a los enfermos de mal de pinto a someterse al tratamiento conveniente e impedir la comunicación íntima de los individuos enfermos con los que no lo estaban; realizar visitas médicas domiciliarias a las familias pobres o de poca ilustración que no solían ocurrir a un médico, para averiguar si había entre ellas enfermos de cólera; vacunar contra la viruela por persuasión o por fuerza; aislar a los enfermos de fiebre amarilla y de tifo; vigilar la observancia de los preceptos de la higiene privada por parte de la población, así como prohibir las honras fúnebres en presencia de cadáveres de personas muertas por enfermedades contagiosas.

Pero también aconsejó medidas de higiene pública, tales como desinfectar las habitaciones en donde hubiera habido enfermos de fiebre amarilla, viruela o tifo; desazolvar atarjeas a lo largo de los caminos de obras de ferrocarril, cuya construcción era seguida por las calenturas intermitentes; canalizar aguas de desecho y cambiar la distribución de agua por medio de cubos, por otra, a través de cañerías cerradas; desecar pantanos, plantar arboledas y abastecer a las poblaciones de agua potable (ídem).

  • La geografía médica se puso, de esta manera, al servicio de la higiene privada y pública y fue empleada para justificar la intervención médica con apoyo estatal ante las epidemias o las endemias.
  • Hubo también una corriente higienista y de geografía médica entre los médicos militares (Meiners, 1990).
  • En 1891, el general Alberto Escobar, director del Hospital Militar de Instrucción, propuso a la Secretaría de Guerra que dirigiera un cuestionario a los médicos militares para preparar, con base en sus respuestas, la Carta Geográfica Médico-Militar, de la que se carecía en México, la cual, aseguraba, era un asunto de estrategia militar.7 7 Gaceta Médico-Militar, 2, 1890-91, pp.321-5.

El cuestionario fue enviado, en efecto, a los médicos militares y con los resultados, el Estado Mayor publicó en 1907 un ensayo de geografía médico-militar (Escobar, 1907) que identificó a las enfermedades propias de cada lugar y su etiología conocida o probable.

La geografía proporcionó información acerca de las zonas insalubres, dio elementos a los médicos militares para aconsejar a los generales sobre cuáles eran los lugares menos peligrosos para acampar, qué poblaciones era conveniente evitar y qué precauciones debían tomar los soldados para disminuir el número de bajas por enfermedad.

La geografía médica militar consignó también datos relativos a los recursos humanos y materiales con que podía contarse en cada población para atender a los enfermos y heridos. Con la geografía médica, se buscaba lograr el ideal dieciochesco de contar con trabajadores y soldados fuertes y sanos, y uno de los primeros pasos para alcanzarlo fue la extensión de la vacunación antivariolosa.

“El precioso preservativo”: la campaña antivariolosa Aunque la vacuna, descubierta por Jenner, había sido formalmente introducida al territorio de la entonces Nueva España desde 1804 (Fernández del Castillo, 1996), a finales del siglo XIX, la viruela era endémica en todos los estados y hubo en el porfiriato numerosas epidemias.

Las epidemias de viruela significaban pérdidas económicas y en vidas humanas: la de 1889, por ejemplo, afectó a todo el país, se prolongó durante más de un año y causó cerca de cuarenta mil muertes.8 8 Informe leído por el C. presidente de la república.

Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 16 de septiembre de 1889, p.1. También implicaban obstáculos para el comercio internacional, fuera por medidas tomadas por México para proteger sus fronteras (Dublán et al., 1910, p.168) o por medidas impuestas a México por otros países.9 9 Véanse, por ejemplo, las medidas perjudiciales para el comercio con México tomadas en 1890 por Texas en varios puntos de la frontera mexicana a causa de algunos casos de viruela.

Informe leído por el C. presidente de la república. Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 16 de septiembre de 1890, pp.1-2. En la campaña antivariolosa, como después en el resto de campañas sanitarias, el Estado recurrió al convencimiento: impartió la vacuna gratuitamente a quienes no tenían medios para pagarla, 10 10 Véase, por ejemplo, Periódico Oficial del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Nuevo León, Monterrey, 2 de enero de 1906, p.1.

  1. Gratificó a las madres de niños vacunados que los presentaban cuando tenían buenos granos de vacunas, 11 11 Oropeza, José María.
  2. ‘Apuntes para la historia de la vacuna en México’.
  3. AHSSA, salubridad pública, Inspección de la Vacuna, caja 3, exp.20, fs.49-182, 1921-22.
  4. Creó la vacuna ambulante 12 12 Véanse bandos de 9 de agosto y 18 de diciembre de 1871.

AHSSA, salubridad pública, Inspección de la vacuna, caja 2, exp.11, 153 f., 1876-78. y aprovechó los días de mercado y de pago para conseguir que el mayor número de personas se vacunara.13 13 Periódico Oficial del Estado Libre y Soberano de Tamaulipas, Ciudad Victoria, 1 de octubre de 1907, p.2.

Otros métodos de convencimiento fueron la propaganda activa en la prensa, así como la utilización de escuelas y parroquias como centros de vacunación para vencer la resistencia de las madres a vacunar a sus hijos en las estaciones de policía.14 14 AHSSA, salubridad pública, Inspección de la Vacuna, caja 3, exp.20, f.49-182, 1921-22.

Pero cuando el convencimiento no dio resultado, la burocracia sanitaria intentó forzar a los padres a vacunar o revacunar a sus hijos. Para finales del periodo de estudio, la vacuna era obligatoria en muchas entidades de la república. Para que la ley se cumpliera, se emplearon numerosas estrategias: la omisión del deber de vacunar a los hijos o dependientes, o de llevarlos a los ocho días para saber si la vacuna les “había prendido”, se castigaba con multas y hasta con la prisión.

La ley no obligaba sólo a los padres o tutores: los directores de los planteles de enseñanza — públicos o privados —, los maestros de talleres, los dueños de fábricas y casas de comercio, los propietarios de haciendas o rancherías, así como los jefes militares estaban también obligados a cumplir o exigir que se cumplieran las disposiciones relativas a vacunación y revacunación (Consejo Superior de Salubridad, 1910).15 15 AHSSA, salubridad pública, Inspección de la Vacuna, caja 2, exp.1, 172 f., 1873-77.

La viruela estaba dentro de las enfermedades que las personas que ejercían la medicina estaban obligadas a reportar a las autoridades sanitarias; el certificado de vacunación era requisito para admitir a los niños en la mayoría de las escuelas del país, 16 16 ‘Reglamento de vacuna’.

  • Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 14 de julio de 1879, p.1.
  • Y en época de epidemias, los agentes sanitarios buscaban en los lugares públicos e incluso en las casas a quienes no tenían huellas de haber sido vacunados y los vacunaban aun contra su voluntad; contaban para ello con el auxilio de la policía.17 17 El Coahuilense.

Periódico Oficial del Estado de Coahuila, Saltillo, 2 de junio de 1909, p.1; Periódico Oficial. Órgano del Gobierno del territorio de Tepic, Tepic, 31 de mayo de 1908, p.4. La oposición de la población a la vacunación llegaba a superar a las medidas coercitivas; tal fue el caso de Oaxaca, donde en 1903 la vacuna se hizo obligatoria, pero la rebeldía popular obligó a suspender la actividad en 1908 (Gobierno del Estado de Oaxaca, 1993).

  • Las epidemias de viruela llegaban a durar cuatro meses o más; en ocasiones la letalidad por ellas era altísima y sus secuelas, terribles, pero cerca de cincuenta epidemias de viruela en el siglo XIX habían enseñado a la población a convivir con ella (Bustamante, 1977).
  • No causaba el pánico que sí iba a provocar el solo nombre de la peste.

El acordonamiento de la peste En 1902, la peste bubónica atacó al entonces territorio de Baja California y al puerto de Mazatlán, al parecer procedente de San Francisco. Mazatlán era entonces el principal puerto del estado de Sinaloa y el que representaba la más importante fuente de ingresos para el erario del estado.

  1. De 1877 a 1902, el valor de las exportaciones en el puerto había aumentado en 120%.
  2. De Mazatlán salían a puertos extranjeros metales preciosos, azúcar, tabaco labrado, mantas y jabón.
  3. En barcos extranjeros llegaban textiles, vinos, loza, papel, abarrotes, maquinaria y material ferroviario.18 18 Estadísticas económicas del porfiriato, citadas por Ortega et al.

(1987). Veinte años antes, una epidemia de fiebre amarilla había cegado el intercambio comercial del puerto; no fue casual que los grandes comerciantes de la región participaron activamente en el combate a la enfermedad. En esa época, el bacilo pestoso, Yersinia pestis, había sido identificado por Yersin y Kitasato, y Pinard había demostrado que la trasmisión de la enfermedad se efectuaba principalmente a través de la pulga de la rata.

  • Con esos conocimientos, los médicos mexicanos pudieron diagnosticar la enfermedad.
  • En el momento que se comprobó bacteriológicamente la existencia de la peste en México, las autoridades políticas de Sinaloa dieron poder al Consejo de Salubridad para organizar una enérgica campaña capaz de cercar a la enfermedad (Liceaga, 1903).

En las poblaciones atacadas y en los distritos vecinos, las autoridades sanitarias vacunaron por voluntad o por fuerza con vacunas de Haffkine y Besredka; levantaron estaciones de observación con el fin de que quienes salieran de ellas no fueran vehículos de contagio y expidieron certificados a quienes estaban sanos y deseaban emigrar de la ciudad, por vía marítima o terrestre.19 19 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 23 de diciembre de 1902, p.1.

Organizaron brigadas que buscaban, casa por casa, a los enfermos que pudieran ocultarse. Aislaron de manera rigurosísima a los enfermos, en el caso de la oligarquía, en sus casas y en el caso del pueblo, en lazaretos construidos con ese fin, 20 20 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 19 y 30 de diciembre de 1902, p.2.

a los que popularmente se consideraba la “mayor de todas las abominaciones”.21 21 El Popular, Mazatlán, 24 de diciembre de 1902, p.3; El Correo de la Tarde, Mazatlán, 23 de diciembre de 1902, p.2. Incineraron casas, exterminaron a insectos y roedores y aplicaron las máximas penas posibles a los médicos — diplomados o indígenas — que no declaraban la existencia de un enfermo.22 22 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 42, exp.1, f.129-133.

Finalmente, establecieron alrededor de las zonas invadidas por la epidemia, un cordón sanitario que significó la clausura del tráfico, marítimo y terrestre, y provocó una escasez general de alimentos.23 23 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 30 de diciembre de 1902, p.1. Tratando de huir de la enfermedad y, al mismo tiempo, de las rigurosas medidas sanitarias, como Marcos Cueto (1991) relata para otras latitudes, la población huyó en masa de las zonas afectadas.24 24 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 30 de diciembre de 1902, p.2.

Con el fin de evitar el secuestro de sus familiares por parte de las autoridades sanitarias, los pobladores ocultaban a los enfermos, 25 25 Boletín Extraordinario del Consejo Superior de Salubridad (peste), 3, México, 1903. exponiéndose a ser arrestados.26 26 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 31 de diciembre de 1902, p.4.

Más tarde, acorralados entre sus casas incendiadas y el ejército que les impedía la salida de sus pueblos, o ciudades, en más de una ocasión se rebelaron, pero fueron reprimidos.27 27 AHSSA, salubridad pública, Presidencia, actas de sesiones, caja 12, exp.3, sesión secreta del 7 de mayo de 1903, 299 f.

El enterramiento de cadáveres de “epidemiados” se hizo en lugares especiales, se prohibieron los velorios y se promovió la incineración de los muertos. Según los datos oficiales, sólo en Mazatlán hubo 529 muertos de 738 enfermos registrados (Fernández del Castillo, 1956), pero otras fuentes hablan de más de dos mil muertos; es decir, más de 10% de la población del puerto (Carvajal, 1903).

  • Después de seis meses, la epidemia fue vencida.
  • En opinión de las autoridades sanitarias, gracias a que se dio al ejecutivo federal la delegación transitoria de facultades para actuar ante la epidemia, pudo evitarse que ésta se extendiese a todo el territorio o que se acantonase en algunas poblaciones.

Aunque sólo hubo una epidemia de peste en el porfiriato, la lucha que el Consejo Superior de Salubridad y las autoridades políticas y sanitarias, federales y locales, dieron para combatirla serviría de ejemplo para las campañas sanitarias posteriores; las primeras de ellas, las emprendidas contra la fiebre amarilla y el paludismo.

En defensa del comercio nacional e internacional: campañas contra la fiebre amarilla y el paludismo La fiebre amarilla — conocida en México como vómito prieto — asoló durante siglos a las costas de México y era la enfermedad que más afectaba al comercio de este país con los Estados Unidos. Algunos estados de la Unión Americana imponían cuarentenas hasta de tres meses a los buques mexicanos a causa de la presencia de la enfermedad en sus costas.

Las principales zonas endémicas eran Veracruz, Frontera y Progreso, todas en el golfo; pero, durante el porfiriato, la construcción de los ferrocarriles favoreció la llegada de la fiebre amarilla a lugares que antes le eran inaccesibles (Crispín Castellanos, 1995).

En 1903, comenzó la campaña contra la fiebre amarilla en los puertos o ciudades con mayor importancia económica. Dicha campaña estaba basada en la teoría de Carlos Finlay consistente en eliminar al agente de trasmisión de la enfermedad, el mosquito Aedes aegypti (entonces conocido como Stegomya fasciata ), 28 28 Más tarde se descubriría la existencia de varios vectores en la fiebre amarilla selvática.

y en separar a los enfermos de los sanos (López Sánchez, 1987). Los mosquitos, considerados hasta entonces cuando mucho molestos, empezaron a ser vistos como el enemigo número uno: en la prensa política de la época pueden leerse textos como éste: “inhumanos guerreros, dotados de espadas,

Siempre malos, siempre perversos, siempre dispuestos a ejercer sobre la humanidad sus instintos de fieras hambrientas.” 29 29 El Reproductor, Orizaba, 24 de septiembre de 1903. El ejecutivo del estado de Veracruz fue el primero que autorizó al gobierno federal para dirigir la campaña (Viesca, 1993). Con financiamiento del uno y del otro, se hizo la provisión de agua potable, la pavimentación de toda la ciudad, la canalización de los terrenos donde había pantanos y el llenado de las oquedades del suelo donde se formaban depósitos de agua en los que las hembras del mosquito podían depositar sus larvas.

Además, agentes sanitarios visitaban a los no inmunes para sorprender a los enfermos y aislarlos de inmediato.30 30 Véase, por ejemplo, ‘Annual report presented to the American Public Health Association, in its meeting at Atlantic City’, AHSSA, salubridad pública, congresos y convenciones, caja 8, exp.4, 5 f.

  1. El presidente de la república defendió la nueva teoría en su informe presidencial de 1901.
  2. Aseguró que ésta hacía cambiar totalmente las ideas que se tenían acerca de los medios de trasmisión de la fiebre amarilla y señaló como una medida eficaz para oponerse al contagio, el evitar la picadura de algunos insectos.

Llamó a las autoridades locales a poner en práctica las medidas oportunas en consonancia con la indicada teoría.31 31 Informe leído por el C. presidente de la república. Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 16 de septiembre de 1901, p.2.

  • En algunos estados, los gobernadores respondieron a ese llamado, tomando la palabra en conferencias públicas para dar a conocer “la teoría del único contagio por el piquete del mosquito”.32 32 Véase, por ejemplo, Periódico Oficial del Estado Libre y Soberano de Tamaulipas, 12 de enero de 1904, p.3.
  • A la campaña se opusieron muchos pobladores, comerciantes e incluso médicos.

Manuel Iglesias (1907), nada menos que el futuro delegado del Consejo Superior de Salubridad en Veracruz, de quien dependería desde 1905 la campaña contra la fiebre amarilla en ese estado, había puesto en duda no sólo que los mosquitos fueran los únicos medios de propagación de la fiebre amarilla, sino, incluso, que la enfermedad pudiese ser trasmitida por ellos.

  1. Reconocería después que el buen éxito de la campaña lo había hecho cambiar de opinión.
  2. La oposición de la población y de los comerciantes no tuvo que ver con las teorías, sino con la manera en que las medidas sanitarias coartaban su libertad o limitaban sus derechos.
  3. Algunos comerciantes se resistían a la desinfección de los barcos que podía afectar sus mercancías.

Muchos documentos y noticias periodísticas del periodo dan cuenta de las artimañas con que los pobladores trataban de evadir las medidas de aislamiento y de intromisión en sus hogares a las que denunciaban como allanamiento. Sin embargo, con rigor creciente, dichas medidas se impusieron y lo cierto es que en Veracruz, por citar el ejemplo más representativo, en los diez años anteriores al inicio de la campaña, hubo 1.952 defunciones registradas por fiebre amarilla y en los diez posteriores, únicamente 218.33 33 Estadísticas mensuales y anuales de mortalidad y morbilidad por fiebre amarilla en la república mexicana.

AHSSA, salubridad pública, epidemiología, caja 6, exp.5, 66 f., enero 1905-23. Cuando la campaña empezó a mostrar sus efectos, los propios comerciantes y algunos pobladores solicitaron que no se interrumpiese el servicio sanitario. Después de Veracruz, Yucatán solicitó la intervención del Consejo, a pesar de que el organismo no tenía jurisdicción en el estado.

Igualmente, solicitaron la colaboración del gobierno federal en el combate local a la fiebre amarilla, Tampico, Campeche, Nuevo León, Tabasco, Oaxaca, Chiapas, Colima, Michoacán, Jalisco, Sinaloa y Sonora (Vargas Olvera, 1991; Consejo Superior de Salubridad, 1910).

  • La inspección no se limitó a los puertos.
  • También en algunas haciendas se elaboraron padrones de no inmunes, empleando para ello las listas con que se entregaba la paga y agregando a los familiares; como en el caso de las ciudades, se vigilaba a los no inmunes diariamente y se les aislaba si tenían fiebre.34 34 Véase, por ejemplo, el caso de la hacienda de Omealca en Boletín Extraordinario del Consejo Superior de Salubridad (fiebre amarilla), 9, 1904.

Algo similar se hizo entre los obreros y empleados de ferrocarriles, practicándoles un reconocimiento cada día y utilizando la autoridad de la empresa para obligarlos a aceptar el aislamiento en caso de que tuvieran fiebre (Liceaga, 1905a). A diferencia de lo que se hacía en otros países tropicales, en México se continuaba la campaña durante el invierno.

En 1910, no se registró un solo caso de fiebre amarilla, por lo que la enfermedad pareció eliminada del territorio nacional (Bustamante, 1958). No había sucedido lo mismo con el paludismo (endémico y típicamente rural), que si bien estaba más extendido no tenía la misma importancia estratégica. A principios del siglo XX, los médicos mexicanos habían hecho ya la recepción de los trabajos de Laveran, Manson y Ross.

Para prevenir el paludismo, proponían medidas generales, como convertir al cultivo terrenos pantanosos y medidas individuales, como la higiene, el descanso y una alimentación sana y abundante (Monjarás, 1906). (Ya entonces las campañas sanitarias implicaban, a veces, ironías involuntarias.) También en el caso del paludismo, proponían secuestrar a los enfermos que presentaban formas perniciosas, en lazaretos creados para ese fin.35 35 AHSSA, salubridad pública, epidemiología, caja 6, exp.3, 148 f., 1904-06.

Desde 1903, Eduardo Liceaga llamó a los hacendados y agricultores a luchar contra el paludismo, al que señaló como enemigo de la riqueza particular y de la riqueza pública porque mataba a los hombres en la plenitud de su utilidad para el trabajo (Liceaga, 1905b). Con estos argumentos, convenció a Diego Redo, dueño de Redo & Company, de realizar un ensayo de combate a la malaria en la hacienda de El Dorado, en Sinaloa, una finca de gran importancia.

El delegado del Consejo Superior de Salubridad llegó a la hacienda a principios de 1907, y para septiembre de ese año, habían logrado — de acuerdo con una carta de Redo a Liceaga — que no hubiese un solo caso de paludismo en la región.36 36 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 55, exp.3, 30 f., 1906-07.

Esta experiencia se repitió después con buen éxito en algunas poblaciones de Baja California.37 37 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 55, exp.4, 35 f., 1909. En 1910, el presidente del Consejo Superior de Salubridad aseguraba que el paludismo era más importante que la fiebre amarilla tanto desde el punto de vista de su extensión, morbilidad y mortalidad, como por el hecho de que dejaba incapacitados para trabajar a quienes lo padecían largamente (Liceaga, 1910a).

Sin embargo y a pesar de los esfuerzos mencionados, la lucha contra el paludismo no había tenido el mismo éxito que la campaña contra la fiebre amarilla, entre otras razones, porque no había para el saneamiento de las haciendas la misma presión internacional que había para el saneamiento de los puertos.

  • Esta enfermedad de las mayorías siguió reinando como lo hizo otra enfermedad de la pobreza: la tuberculosis.
  • Metodizar la vida: guerra a la tuberculosis La tuberculosis era un enfermedad que preocupaba de manera particular al Estado pues inutilizaba para servir en el ejército (Melgarejo, 1889), y a los comerciantes e industriales, así como a los trabajadores urbanos, ya que el mayor número de fallecimientos por las diferentes afecciones tuberculosas ocurría entre los treinta y los cincuenta años, es decir en la etapa productiva de la vida (Liceaga, 1910b).

En 1882, Koch identificó al bacilo que lleva su nombre como agente causal de la tuberculosis, y 13 años más tarde, Roentgen descubrió los rayos X. A partir de entonces, los médicos dispusieron de procedimientos seguros para elaborar el diagnóstico del padecimiento: la identificación del bacilo en el examen de expectoración y la radiografía para conocer la extensión y variedad de las lesiones tuberculosas.

Desde 1899, el Consejo dio a conocer al público y a los médicos el peligro del contagio de la tuberculosis y los medios más adecuados para defenderse de esta enfermedad mortífera, contagiosa y evitable (Liceaga, 1899). Tiempo atrás, los médicos militares habían aplicado medidas contra la tuberculosis: aislamiento de los enfermos y desinfección de sus esputos, así como inspección de carnes y leches destinados a los soldados (Escobar, 1890).

En 1902, el Consejo Superior de Salubridad solicitó que en las escuelas, cuarteles, oficinas y lugares de reunión se pusieran escupideras y se obligara a la población a no escupir sino en ellas. Pidió también a los médicos su cooperación como consejeros de la higiene privada de las familias (Liceaga, 1902).

Puso a disposición de los médicos un departamento especial donde se hacía el análisis de los esputos de los enfermos de los que se sospechaba que padecían tuberculosis para buscar el bacilo de Koch; en el caso de los enfermos pobres, el análisis era gratuito (Liceaga, 1949). Pero, la campaña formal contra la tuberculosis comenzó en 1907.38 38 Analizo las contradicciones que la campaña suscitó entre los médicos que planteaban como tarea primordial perseguir al bacilo y aquellos que consideraban indispensable mejorar las condiciones de trabajo y de vida de la población, en Carrillo (2001).

De los propósitos de exterminar el germen y de evitar la ocasión de que éste penetrara al organismo humano, surgieron medidas como la prohibición de escupir en las paredes, en las cortinas, en los muebles y en el suelo; la separación de los enfermos de tuberculosis de fábricas, talleres o escuelas y su aislamiento en hospitales; finalmente, la separación del ganado tuberculoso de los establos y de los mataderos a fin de evitar que la leche o la carne — ya infectadas o vectores mecánicos del germen — lo llevaran al organismo predispuesto.

El doctor Liceaga (1907a, p.160) hizo un llamado a los poderosos, asegurándoles que la campaña contra la tuberculosis podía beneficiarlos desde el punto de vista económico: “Cuando los grandes industriales conozcan la doctrina de la trasmisión de la tuberculosis, harán sociedades cooperativas entre sus obreros a fin de retenerlos en sus fábricas con la esperanza de un asilo durante la enfermedad y un retiro cuando llegue la hora de la inutilidad para el trabajo o la época de la vejez.” Con el objetivo de “convertir en luchadores (contra la tuberculosis) a todos los individuos de cualquier clase, edad y condición” (Liceaga, 1907b, p.354), destacados miembros de la Academia Nacional de Medicina se trasladaron de un punto a otro de la ciudad para dictar conferencias ante públicos diversos.

Antonio Loaeza, por ejemplo, se ocupó de inculcar los nuevos conocimientos en el cuerpo de ferrocarrileros. Después de la cruzada contra la tuberculosis, ya sólo se emprendería durante el porfiriato la campaña contra la sífilis. Control sexual para el control social: la lucha contra la sífilis De acuerdo con diversos reportes de dermatólogos, durante el porfiriato la sífilis estaba muy extendida entre personas de todas las edades y clases sociales y en ambos sexos, aunque era más prevalente en los hombres que en las mujeres (González Urueña, 1908; Cicero, 1908).

La campaña formal contra la enfermedad comenzó en 1908, es decir, dos años después de que la comunidad médica mexicana hiciera la recepción del descubrimiento, hecho por Fritz Schaudinn, del Treponema pallidum como agente causal de la sífilis (Cicero, 1906), y dos antes de que diera a conocer la reacción de Wassermann para el diagnóstico de la sífilis (Otero, 1910) y el método quimioterapéutico de Ehlrich para su curación (Liceaga, 1910c).

Los médicos que propusieron la campaña retomaban la idea de algunos médicos extranjeros de que la educación contra las enfermedades venéreas 39 39 Utilizo en este trabajo términos como “enfermedades venéreas”, “prostitutas” y “mujeres públicas” porque eran los empleados en la época, y no tienen aquí ninguna intención peyorativa.

era una necesidad de Estado con la que podrían salvarse millares de vidas. Proponían curar a los enfermos, crear consultorios médicos gratuitos, formar especialistas en enfermedades venéreas, exigir certificado médico prenupcial, tomar medidas de protección contra los enfermos — los cuales deberían tener carnés que indicaran que estaban recibiendo tratamiento médico —, dictar medidas preventivas en el ejército y seguir reglamentando la prostitución (González Urueña et alii, 1908).

Desde 1865, el Estado se ocupaba de la inspección sanitaria de las mujeres públicas. El Reglamento de Prostitución las obligaba a estar inscritas en la Inspección Sanitaria y a someterse a revisión semanal. En caso de estar enfermas eran aisladas en hospitales en calidad de presas.40 40 AHSSA, salubridad pública, Inspección antivenérea, caja 2, exp.26, 16 f., 29 de abril de 1880.

  1. Muchos estados de la república promulgaron reglamentos inspirados en los de la capital y, también, recluían a las prostitutas enfermas.
  2. Las prostitutas tuvieron diversas estrategias de resistencia, como eludir la inspección oficial, sobornar a la policía sanitaria o hacerse revisar por un estudiante de medicina y en caso de estar enfermas, no asistir a la inspección (Lavalle Carvajal, 1908).

Por ello, la burocracia sanitaria cambió la pena pecuniaria, que originalmente existía para las que faltaban a una inspección, por tres días de prisión (Liceaga et al., 1910). Las prostitutas también huían, declaraban que dejaban la prostitución y no lo hacían, y se rebelaban en los hospitales.

Además de que la prostitución masculina fue una omisión en el discurso médico porfiriano, como en el resto de los países donde la prostitución estaba reglamentada, se perseguía a la prostituta enferma pero no al hombre del que ella recibía la enfermedad. En un trabajo de ingreso a la Academia Nacional de Medicina, decía su autor que la Sanidad debía controlar incluso a las mujeres que tenían amantes sin ser prostitutas: “Los cuerpos femeninos que se venden o se regalan deben ser examinados periódicamente para evitar que trasmitan, en la medida de lo posible, a los cuerpos masculinos que compran o que reciben el obsequio, la serie negra de las enfermedades que deben conservar su epíteto de vergonzosas.” (Lavalle Carvajal, 1908, pp.323-4).

Varios historiadores se han ocupado de la reglamentación de la prostitución en la sociedad civil (Delgado Jordá, 1993; Ríos de la Torre et al,, 1990); en cambio, la inspección sanitaria en el ejército no ha sido objeto de análisis. Para los médicos militares porfirianos, las entonces llamadas enfermedades venéreas eran una preocupación central.

  • Uno de sus reportes mostraba que del 1 de julio de 1889 al 30 de junio de 1892, la proporción de enfermos venéreos o sifilíticos en el Hospital Militar de Instrucción había sido de 27.02% (Gayón, 1898).
  • Aseguraban que con esos enfermos la corporación sufría una pérdida de vigor, además de que representaban una carga económica para el Estado.41 41 Calleja citado por Rodríguez (1891).

El médico militar E. Jurado y Gama decía que a los soldados que padecían enfermedades venéreas acababa dándoseles de baja y que eran inútiles para el ejército y una carga para el erario (Jurado y Gama, 1892). Por eso, desde la década de los 1870, en el ejército hubo intentos de inspeccionar a las soldaderas (esposas o compañeras del soldado), a los que éstas contestaron con protestas en masa y amenazando de muerte a las que se prestaran al reconocimiento (Rodríguez, 1891).

En 1881, la Secretaría de Guerra expidió un reglamento para disminuir la propagación de las enfermedades venéreo-sifilíticas que estipuló la rigurosa vigilancia de las soldaderas sometidas al control sanitario y la persecución, con ayuda de la autoridad civil, de las clandestinas; las visitas corporales, regulares y completas, hechas al soldado por el médico militar del cuerpo; la secuestración absoluta de los soldados enfermos; su curación en el hospital y la imposición de penas a los que intencionalmente ocultaran su mal (ídem).

Uno de los problemas de este reglamento fue que trató de equiparar a las soldaderas con las prostitutas (Jurado y Gama, 1892). A pesar de ello, fue impuesto, si bien esto no hizo disminuir el número de enfermos de sífilis y otras enfermedades venéreas en el ejército.

En general, el efecto de la campaña contra la sífilis — definida por sus impulsores como “lucha por la moral, por la decencia, y por las buenas costumbres” — fue prácticamente nulo porque no tomó en cuenta que la sexualidad obedecía a fuerzas más poderosas que el temor a la enfermedad. Al tiempo que realizaba campañas sanitarias de alcance nacional, México participó de manera activa en la internacionalización de las políticas de salud pública en América, tanto en los congresos médicos panamericanos, como en las reuniones de la Asociación Americana de Salubridad Pública, en los congresos médicos latinoamericanos y, sobre todo, en las convenciones sanitarias internacionales (de las repúblicas americanas).42 42 Este asunto y su importante relación con la tríada economía, política y salud pública deberá analizarse en otro momento.

Conclusión En los 34 años de dictadura porfirista se dio una expansión creciente de la acumulación capitalista al interior de México, en el contexto del imperialismo (Hermosillo Adams, 1988). Dicha expansión demandaba la conservación de la salud colectiva — particularmente en lo relativo a la prevención de la peste, la fiebre amarilla, el tifo y el cólera — como precondición para el libre tráfico de mercancías y de personas.

  1. Esto explica que la acción sanitaria federal se relacionara con la sanidad local o mundial, sobre todo en los casos en que las epidemias y las endemias afectaban al comercio nacional e internacional.
  2. En México, la decisión de dirigir la mayor parte de los esfuerzos sanitarios contra la fiebre amarilla, y no contra otras enfermedades — algunas de mayor extensión o responsables de un porcentaje mayor de la morbilidad y mortalidad del país —, estuvo dictada por los Estados Unidos.

Para las autoridades sanitarias de ese país, todas las balas de la profesión médica debían ser disparadas contra ese solo enemigo (Wyman, 1898). La política sanitaria fue empleada por el Estado porfiriano como medio para disciplinar a la población. En los hospitales, lo mismo que en los cuarteles, las cárceles, los asilos y las escuelas, se trató de enseñar a los individuos el orden, la puntualidad y la limpieza que eran factores necesarios para la reproducción de la fuerza de trabajo eficiente que requería la llamada segunda revolución industrial.

Con el argumento de que los derechos individuales debían estar supeditados al bienestar de toda la sociedad, se sentaron las bases de políticas que autorizaban a la burocracia sanitaria a intervenir también en fábricas, haciendas, barcos, ferrocarriles, oficinas, mercados, rastros, templos, panteones, farmacias, parques, teatros, cinematógrafos, mesones, prostíbulos, cantinas y en las viviendas mismas para reglamentar y vigilar la higiene privada y pública.

Dicen Frenk Mora et alii (1993) que Liceaga consideraba al país como un todo que no podía someterse a centralismos. Lo contrario es cierto: en todo momento, este salubrista propuso la creación de una secretaría de Estado que tuviera bajo su dependencia todos los servicios sanitarios del país y aseguró que era necesario federalizar, desde el punto de vista de la salubridad, tanto los puertos y ciudades fronterizas, como las vías terrestres y fluviales, además de extender la acción del Consejo de Salubridad a todos los estados de la república.43 43 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 42, exp.2, f.253-253b.

Esta aspiración de construir una unidad normativa y ejecutiva nacional en higiene pública que reglamentara todos los aspectos particulares de la higiene no se haría realidad antes del triunfo de la revolución del siglo XX. Sin embargo, durante el porfiriato, el poder del Consejo Superior de Salubridad fue creciente.

Este organismo contaba originalmente sólo con seis miembros, pero llegaron a trabajar para él cerca de seis mil empleados, cien de ellos especialistas en diferentes ramos.44 44 AHSSA, salubridad pública, congresos y convenciones, caja 5, exp.5, f.51-71, nov.1902-oct.1905.

Sobre la organización y las variadas actividades del Consejo de Salubridad, consultar Martínez Cortés et al. (1997). A lo largo del porfiriato, su presupuesto aumentó poco más de 2.000% (de 36,000 a 742,000 pesos mexicanos) (Liceaga, 1949). Y mientras que a inicios del periodo, el Consejo era una institución local del Distrito Federal, después de la promulgación del Código Sanitario se transformó en un cuerpo consultivo y técnico con facultades ejecutivas, responsable del ejercicio de la administración sanitaria federal, del que dependían las juntas de sanidad de los puertos y poblaciones fronterizas, las autoridades y funcionarios del orden federal con residencia en los estados y los agentes sanitarios especialmente nombrados para cualquier punto de la república (Código., 1891).

La ingerencia creciente del Consejo Superior de Salubridad en los estados profundizó un debate sobre autonomía local-sujeción al centro que ya llevaba un siglo. Sin embargo, al ver los buenos resultados de algunas de las campañas sanitarias, los poderes locales fueron aceptando la intervención del gobierno central en sus asuntos sanitarios.

De acuerdo con algunos autores, la política sanitaria de la dictadura tuvo límites — unos económicos, otros de voluntad política, unos más de rechazo profesional o popular a determinadas medidas —, pero a pesar de las resistencias logró convertirse en una acción general, definida y permanente (Moreno Cueto et alii, 1982).

Los sanitaristas porfirianos estuvieron atentos a los adelantos que entonces tenían las ciencias médicas; dichos conocimientos influyeron en la promulgación de leyes sanitarias — las cuales fueron cambiando al tiempo que lo hacían las teorías médicas — y se pusieron al servicio de la salud pública que entonces nacía, y que se vería interrumpida de manera abrupta y durante casi una década por el movimiento revolucionario iniciado en 1910.

  1. NOTAS 1 Informe rendido a la Secretaría de Gobernación sobre los trabajos ejecutados por ese Consejo en el año 1879.
  2. Archivo Histórico de la Secretaría de Salud, México (en adelante, AHSSA), salubridad pública, Presidencia, Secretaría, caja 5, exp.15, 134 f.
  3. 2 Dictamen del Consejo Superior de Salubridad sobre la organización de la higiene pública en el país.

AHSSA, salubridad pública, Presidencia, Secretaría, caja 5, exp.28, 13 f.: 1, 1882. 3 Ídem. Para un análisis de esta política en el mundo, véase el trabajo clásico de Rosen (1985). 4 Que no fue el primer Código Sanitario promulgado en un país latinoamericano, como afirman algunos autores (Frenk Mora et al,, 1993).

  1. 5 Innumerables trabajos dan cuenta de este fenómeno en diferentes países; véase, por ejemplo, Corbin (1987).
  2. 6 Memorias del II Congreso Médico Mexicano,
  3. San Luis Potosí, 5-8 de noviembre de 1894 (México, Secretaría de Fomento, vol.2, p.431).
  4. 7 Gaceta Médico-Militar, 2, 1890-91, pp.321-5.
  5. 8 Informe leído por el C.

presidente de la república. Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 16 de septiembre de 1889, p.1. 9 Véanse, por ejemplo, las medidas perjudiciales para el comercio con México tomadas en 1890 por Texas en varios puntos de la frontera mexicana a causa de algunos casos de viruela.

Informe leído por el C. presidente de la república. Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 16 de septiembre de 1890, pp.1-2. 10 Véase, por ejemplo, Periódico Oficial del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Nuevo León, Monterrey, 2 de enero de 1906, p.1. 11 Oropeza, José María.

‘Apuntes para la historia de la vacuna en México’. AHSSA, salubridad pública, Inspección de la Vacuna, caja 3, exp.20, fs.49-182, 1921-22. 12 Véanse bandos de 9 de agosto y 18 de diciembre de 1871. AHSSA, salubridad pública, Inspección de la vacuna, caja 2, exp.11, 153 f., 1876-78.

  1. 13 Periódico Oficial del Estado Libre y Soberano de Tamaulipas, Ciudad Victoria, 1 de octubre de 1907, p.2.
  2. 14 AHSSA, salubridad pública, Inspección de la Vacuna, caja 3, exp.20, f.49-182, 1921-22.
  3. 15 AHSSA, salubridad pública, Inspección de la Vacuna, caja 2, exp.1, 172 f., 1873-77.
  4. 16 ‘Reglamento de vacuna’.

Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 14 de julio de 1879, p.1. 17 El Coahuilense. Periódico Oficial del Estado de Coahuila, Saltillo, 2 de junio de 1909, p.1; Periódico Oficial. Órgano del Gobierno del territorio de Tepic, Tepic, 31 de mayo de 1908, p.4.

18 Estadísticas económicas del porfiriato, citadas por Ortega et al, (1987). 19 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 23 de diciembre de 1902, p.1. 20 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 19 y 30 de diciembre de 1902, p.2. 21 El Popular, Mazatlán, 24 de diciembre de 1902, p.3; El Correo de la Tarde, Mazatlán, 23 de diciembre de 1902, p.2.

22 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 42, exp.1, f.129-133. 23 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 30 de diciembre de 1902, p.1. 24 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 30 de diciembre de 1902, p.2. 25 Boletín Extraordinario del Consejo Superior de Salubridad (peste), 3, México, 1903.

  1. 26 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 31 de diciembre de 1902, p.4.
  2. 27 AHSSA, salubridad pública, Presidencia, actas de sesiones, caja 12, exp.3, sesión secreta del 7 de mayo de 1903, 299 f.
  3. 28 Más tarde se descubriría la existencia de varios vectores en la fiebre amarilla selvática.
  4. 29 El Reproductor, Orizaba, 24 de septiembre de 1903.
You might be interested:  Como Tratar A Mi Bebé Con Diarrea?

30 Véase, por ejemplo, ‘Annual report presented to the American Public Health Association, in its meeting at Atlantic City’, AHSSA, salubridad pública, congresos y convenciones, caja 8, exp.4, 5 f. 31 Informe leído por el C. presidente de la república.

  1. Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 16 de septiembre de 1901, p.2.
  2. 32 Véase, por ejemplo, Periódico Oficial del Estado Libre y Soberano de Tamaulipas, 12 de enero de 1904, p.3.
  3. 33 Estadísticas mensuales y anuales de mortalidad y morbilidad por fiebre amarilla en la república mexicana.

AHSSA, salubridad pública, epidemiología, caja 6, exp.5, 66 f., enero 1905-23. 34 Véase, por ejemplo, el caso de la hacienda de Omealca en Boletín Extraordinario del Consejo Superior de Salubridad (fiebre amarilla), 9, 1904. 35 AHSSA, salubridad pública, epidemiología, caja 6, exp.3, 148 f., 1904-06.

  1. 36 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 55, exp.3, 30 f., 1906-07.
  2. 37 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 55, exp.4, 35 f., 1909.
  3. 38 Analizo las contradicciones que la campaña suscitó entre los médicos que planteaban como tarea primordial perseguir al bacilo y aquellos que consideraban indispensable mejorar las condiciones de trabajo y de vida de la población, en Carrillo (2001).

39 Utilizo en este trabajo términos como “enfermedades venéreas”, “prostitutas” y “mujeres públicas” porque eran los empleados en la época, y no tienen aquí ninguna intención peyorativa. 40 AHSSA, salubridad pública, Inspección antivenérea, caja 2, exp.26, 16 f., 29 de abril de 1880.

41 Calleja citado por Rodríguez (1891). 42 Este asunto y su importante relación con la tríada economía, política y salud pública deberá analizarse en otro momento. 43 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 42, exp.2, f.253-253b. 44 AHSSA, salubridad pública, congresos y convenciones, caja 5, exp.5, f.51-71, nov.1902-oct.1905.

Sobre la organización y las variadas actividades del Consejo de Salubridad, consultar Martínez Cortés et al, (1997). Recebido para publicação em fevereiro de 2002. Aprovado para publicação em outubro de 2002. Este artículo es una versión abreviada del libro inédito Salud pública y control social en el México porfiriano que obtuvo mención honorífica en el Premio Dr.

Bustamante, Miguel E.1982 ‘La situación epidemiológica de México en el siglo XIX’. En E. Florescano y E. Malvido (comps.), Ensayos sobre la historia de las epidemias en México México, D.F., IMSS, vol.2, pp.425-80. Bustamante, Miguel E.1977 ‘Consecuencias médico sociales de la viruela y de su erradicación’. Gaceta Médica de México, 113: 12, pp.564-73. Bustamante, Miguel E.1958 La fiebre amarilla en México y su origen en América México, SSA. Carrillo, Ana María 2001 ‘Los médicos ante la primera campaña antituberculosa en México’. Gaceta Médica de México, 137: 4, pp.361-9. Carvajal, Martiniano 1903 La peste en Sinaloa Mazatlán, Valadés y Cía. Chávez, Ignacio 1987 México y la cultura médica México, D.F., FCE. Cicero, Ricardo E.1908 ‘La lucha contra la sífilis’. Gaceta Médica de México, 3: 5, pp.295-307. Cicero, Ricardo E.1906 ‘Nota sobre el interesantísimo descubrimiento del microbio de la sífilis’. Gaceta Médica de México, 1: 3, pp.108-15. Connolly, Priscill 1997 a El contratista de don Porfirio. Obras públicas, deuda y desarrollo desigual Zamora/México, D.F., El Colegio de Michoacán/UAM Azcapotzalco/FCE. Consejo Superior de Salubridad 1910 La salubridad e higiene pública en los Estados Unidos Mexicanos México, Casa Metodista de Publicaciones. Corbin, Alan 1987 El perfume o el miasma. El olfato y lo imaginario social. Siglos XVIII y XIX México, D.F., FCE. Crispín Castellanos, Margarito 1995 ‘La fiebre amarilla durante el porfiriato’. Cuadernos para la historia de la salud México, Secretaría de Salud, pp.45-83. Cueto, Marcos 1991 ‘La ciudad y las ratas: la peste bubónica en Lima y en la costa peruana a comienzos del siglo XX’. Histórica, 15: 1, pp.1-26. Delgado Jordá, Ixchel 1993 Prostitución, sífilis y moralidad sexual en la ciudad de México a fines del siglo XIX Tesis de licenciatura en antropología social, México, Escuela Nacional de Antropología. Dublán, Manuel y Lozano, José María (comps.) 1910 Legislación mexicana o colección completa de las disposiciones legislativas expedidas desde la independencia de la república (1908-1909) México, Imprenta de Eduardo Dublán, 16 (primera parte). Escobar, Alberto 1907 Ensayo de geografía médico-militar de los principales lugares de la República Mexicana México, Talleres del Departamento del Estado Mayor. Escobar, Alberto 1890 ¿Qué enfermedades dominan en nuestro ejército, qué causas las producen y qué medidas profilácticas deben ponerse en práctica para prevenirlas?’. Gaceta Médico Militar, 2, pp.65-77. Fernández del Castillo, Francisco 1996 Viajes de don Francisco Xavier de Balmis México, D.F., Sociedad Médica Hispano Mexicana. Fernández del Castillo, Francisco 1956 Historia de la Academia Nacional de Medicina de México México, D.F., Fournier. Frenk Mora, Julio; Urrusti Sanz, Juan y Rodríguez Romo, Ana Cecilia 1993 ‘La salud pública’. En H. Aréchiga y J. Somolinos (comps.), Contribuciones mexicanas al conocimiento médico México, D.F., Fondo de Cultura Económica, pp.563- 96. Gamboa, José María 1892 ‘En los países que tienen un régimen federal, ¿puede y debe intervenir enalgunos asuntos sanitarios la unión?, ¿en qué casos?, ¿hasta qué punto puede llegar su intervención?’. En Documentos e informes de la Asociación Americana de Salubridad Pública México, Republican Press Association, pp.141-5. García, Juan César 1981 ‘La medicina estatal en América Latina’. Revista Latinoamericana de Salud, 1, pp.73-104. Gayón, José P.1898 ‘Algunas consideraciones acerca de la profilaxia de las enfermedades venéreas y sifilíticas en el ejército mexicano’. En Memorias del Segundo Congreso Médico Panamericano (1896), México, Hoeck y Hamilton, vol.2, pp.155-9. Gobierno del Estado de Oaxaca 1993 Historia de la salud en Oaxaca Oaxaca, Gobierno del Estado de Oaxaca. González, Luis 1977 ‘El liberalismo triunfante’. En Centro de Estudios Históricos, Historia general de México México, D.F., El Colegio de México, vol.3, pp.163-281. González Navarro, Moisés 1970’La vida social’. En Cosío Villegas (coord.), Historia moderna de México México, D.F., Hermes, vol.3. González Urueña, Jesús 1908 ‘Sífilis hereditaria tardía’. Gaceta Médica de México, 3: 5, pp.307-14. González Urueña, Jesús; Bulman, Francisco y Calderón, Aristeo 1908 ‘Dictamen sobre la manera de organizar en México la lucha contra las enfermedades venéreas’. Gaceta Médica de México, 3: 5, pp.314-22. Hermosillo Adams, Francisco G.1988 ‘Estructura y movimientos sociales’. En Cardoso (coord.), México en el siglo XIX (1821-1910) México, D.F., Nueva Imagen, pp.465-98. Iglesias, Manuel 1907 ‘Profilaxia de la fiebre amarilla’. Gaceta Médica de México, 2: 2, pp.41-67. Jurado y Gama, E.1892 ‘Algunas consideraciones sobre la profilaxia de las enfermedades venéreo-sifilíticas en el ejército’. Gaceta Médico Militar, 4, pp.176-86. Lavalle Carvajal, E.1908 ‘Profilaxis venérea. Medios prácticos de fácil aplicación y de prontos resultados’. Gaceta Médica de México, 4: 5, pp.308-65. Liceaga, Eduardo 1960 ‘Preámbulo al Código Sanitario de los Estados Unidos Mexicanos (1891)’. En J. Álvarez Amézquita et alii, Historia de la salubridad y de la asistencia en México México, D.F., SSA, vol.1. Liceaga, Eduardo 1949 Mis recuerdos de otros tiempos México, D.F., Talleres Gráficos de la Nación. Liceaga, Eduardo 1910a ‘El combate contra la fiebre amarilla y la malaria en la República Mexicana’. En Memoria del IV Congreso Médico Mexicano.19-25 de septiembre de 1910 México, Tipografía Económica, pp.579-87. Liceaga, Eduardo 1910b ‘Higiene pública’. Gaceta Médica de México, 5: 2, pp.80-4. Liceaga, Eduardo 1910c ‘El num.606, método de Ehlrich para la curación de la sífilis’. Gaceta Médica de México, 5: 11, pp.505-8. Liceaga, Eduardo 1907b ‘El combate contra la tuberculosis’. Gaceta Médica de México, 2: 5, pp.153-63. Liceaga, Eduardo 1907a ‘Discurso del presidente de la Academia Nacional de Medicina’. Gaceta Médica de México, 2: 10, pp.352-9. Liceaga, Eduardo 1905a ‘Segunda memoria acerca del plan de campaña que se ha adoptado para la extinción de la fiebre amarilla’. Gaceta Médica de México, 5: 12, pp.139-43. Liceaga, Eduardo 1905b Instrucciones a los señores hacendados y agricultores de la República Mexicana, por medio de las cuales pueden ayudar a combatir el desarrollo de la propagación de la fiebre amarilla y de la malaria México, A. Carranza y Comp. Liceaga, Eduardo 1903 ‘Informe sobre la peste de Mazatlán’. Gaceta Médica de México, 3: 3, pp.34-6. Liceaga, Eduardo 1902 ‘La defensa contra la tuberculosis’. Gaceta Médica de México, 2: 22, pp.294-8. Liceaga, Eduardo 1899 ‘Defensa contra la tuberculosis’. Boletín del Consejo Superior de Salubridad, 4: 10, pp.427-46. Liceaga, Eduardo y Monjarás, Jesús E.1910 ‘Discusión de medidas sanitarias con referencia a enfermedades venéreas’. Boletín del Consejo Superior de Salubridad, 15: 11, pp.391-2. López Sánchez, José 1987 Finlay. El hombre y la verdad científica La Habana, Científico-Técnica. Martínez Cortés, Fernando y Martínez Barbosa, Xóchitl 1997 El Consejo Superior de Salubridad, rector de la salud pública en México México, SmithKline Beecham. Meiners, Rolf 1990 Desarrollo histórico y perspectivas de la geografía médica en México Tesis de maestría en geografía, México, D.F., FFL, UNAM. Melgarejo, Luis 1889 ‘Ensayo sobre el tratamiento de la tuberculosis’. Gaceta Médico Militar, 1, pp.45-8. Menéndez, Eduardo 1981 Poder, estratificación y salud. Análisis de las condiciones sociales y económicas de la enfermedad en Yucatán México, D.F., CIESAS. Monjarás, Jesús E.1906 ‘Algunas indicaciones para la campaña contra el paludismo’. Gaceta Médica de México, 1: 4, pp.130-53. Moreno Cueto, Enrique; Viveros, Julio M.; Diaz, Miguel A.; Garcia, Martha E. y Césarman, Eduardo 1982 Sociología histórica de las instituciones de salud en México México, IMSS. Ortega, Sergio y López Mañón, Edgardo 1987 Sinaloa, una historia compartida México, D.F., Gobierno del Estado de Sinaloa/Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional/Instituto José María Luis Mora. Orvañanos, Domingo 1889 Ensayo de geografía médica y climatología de la república mexicana México, Secretaría de Fomento. Otero, Miguel 1910 ‘Breves apuntes acerca del suero diagnóstico de la sífilis’. Gaceta Médica de México, 5: 4, pp.162-73. Ríos de la Torre, Guadalupe y Suárez Escobar, Marcela 1990 ‘Reglamentarismo, historia y prostitutas’. Constelaciones de modernidad. Anuario conmemorativo del V Centenario de la llegada de España a América México, D.F., UAM, vol.2, pp.127-50. Rodríguez, Ángel J.1891 ‘Profilaxis de las afecciones venéreo-sifilíticas en el ejército’. Gaceta Médico Militar, 3, pp.193-203, 225-31. Rosen, George 1985 De la policía médica a la medicina social México, Siglo XXI. Valadés, José C.1987 El porfirismo. Historia de un régimen. México, D.F., UNAM. Vargas Olvera, Rogelio 1991 ‘Introducción’. Guía del Fondo Salubridad Pública III México, Secretaría de Salud, pp. i-xvii. Viesca, Carlos 1993 ‘Las ciencias médicas en el México Independiente’. En H. Aréchiga y J. Somolinos (comps.), Contribuciones mexicanas al conocimiento médico México, D.F., FCE, pp.59-84. Wyman, Walter 1898 ‘International Obligation with Regard to Epidemic Disease’. En Memorias del Segundo Congreso Médico Panamericano (1996) México, Hoeck y Hamilton, vol.2, pp.117-30.

1 Informe rendido a la Secretaría de Gobernación sobre los trabajos ejecutados por ese Consejo en el año 1879. Archivo Histórico de la Secretaría de Salud, México (en adelante, AHSSA), salubridad pública, Presidencia, Secretaría, caja 5, exp.15, 134 f.2 Dictamen del Consejo Superior de Salubridad sobre la organización de la higiene pública en el país.

  • AHSSA, salubridad pública, Presidencia, Secretaría, caja 5, exp.28, 13 f.: 1, 1882.3 Ídem.
  • Para un análisis de esta política en el mundo, véase el trabajo clásico de Rosen (1985).4 Que no fue el primer Código Sanitario promulgado en un país latinoamericano, como afirman algunos autores (Frenk Mora et al., 1993).5 Innumerables trabajos dan cuenta de este fenómeno en diferentes países; véase, por ejemplo, Corbin (1987).6 Memorias del II Congreso Médico Mexicano.

San Luis Potosí, 5-8 de noviembre de 1894 (México, Secretaría de Fomento, vol.2, p.431).7 Gaceta Médico-Militar, 2, 1890-91, pp.321-5.8 Informe leído por el C. presidente de la república. Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 16 de septiembre de 1889, p.1.9 Véanse, por ejemplo, las medidas perjudiciales para el comercio con México tomadas en 1890 por Texas en varios puntos de la frontera mexicana a causa de algunos casos de viruela.

  • Informe leído por el C.
  • Presidente de la república.
  • Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 16 de septiembre de 1890, pp.1-2.10 Véase, por ejemplo, Periódico Oficial del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Nuevo León, Monterrey, 2 de enero de 1906, p.1.11 Oropeza, José María.

‘Apuntes para la historia de la vacuna en México’. AHSSA, salubridad pública, Inspección de la Vacuna, caja 3, exp.20, fs.49-182, 1921-22.12 Véanse bandos de 9 de agosto y 18 de diciembre de 1871. AHSSA, salubridad pública, Inspección de la vacuna, caja 2, exp.11, 153 f., 1876-78.13 Periódico Oficial del Estado Libre y Soberano de Tamaulipas, Ciudad Victoria, 1 de octubre de 1907, p.2.14 AHSSA, salubridad pública, Inspección de la Vacuna, caja 3, exp.20, f.49-182, 1921-22.15 AHSSA, salubridad pública, Inspección de la Vacuna, caja 2, exp.1, 172 f., 1873-77.16 ‘Reglamento de vacuna’.

Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 14 de julio de 1879, p.1.17 El Coahuilense. Periódico Oficial del Estado de Coahuila, Saltillo, 2 de junio de 1909, p.1; Periódico Oficial. Órgano del Gobierno del territorio de Tepic, Tepic, 31 de mayo de 1908, p.4.18 Estadísticas económicas del porfiriato, citadas por Ortega et al.

(1987).19 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 23 de diciembre de 1902, p.1.20 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 19 y 30 de diciembre de 1902, p.2.21 El Popular, Mazatlán, 24 de diciembre de 1902, p.3; El Correo de la Tarde, Mazatlán, 23 de diciembre de 1902, p.2.22 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 42, exp.1, f.129-133.23 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 30 de diciembre de 1902, p.1.24 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 30 de diciembre de 1902, p.2.25 Boletín Extraordinario del Consejo Superior de Salubridad (peste), 3, México, 1903.26 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 31 de diciembre de 1902, p.4.27 AHSSA, salubridad pública, Presidencia, actas de sesiones, caja 12, exp.3, sesión secreta del 7 de mayo de 1903, 299 f.28 Más tarde se descubriría la existencia de varios vectores en la fiebre amarilla selvática.29 El Reproductor, Orizaba, 24 de septiembre de 1903.30 Véase, por ejemplo, ‘Annual report presented to the American Public Health Association, in its meeting at Atlantic City’, AHSSA, salubridad pública, congresos y convenciones, caja 8, exp.4, 5 f.31 Informe leído por el C.

Presidente de la república. Diario Oficial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, México, 16 de septiembre de 1901, p.2.32 Véase, por ejemplo, Periódico Oficial del Estado Libre y Soberano de Tamaulipas, 12 de enero de 1904, p.3.33 Estadísticas mensuales y anuales de mortalidad y morbilidad por fiebre amarilla en la república mexicana.

AHSSA, salubridad pública, epidemiología, caja 6, exp.5, 66 f., enero 1905-23.34 Véase, por ejemplo, el caso de la hacienda de Omealca en Boletín Extraordinario del Consejo Superior de Salubridad (fiebre amarilla), 9, 1904.35 AHSSA, salubridad pública, epidemiología, caja 6, exp.3, 148 f., 1904-06.36 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 55, exp.3, 30 f., 1906-07.37 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 55, exp.4, 35 f., 1909.38 Analizo las contradicciones que la campaña suscitó entre los médicos que planteaban como tarea primordial perseguir al bacilo y aquellos que consideraban indispensable mejorar las condiciones de trabajo y de vida de la población, en Carrillo (2001).39 Utilizo en este trabajo términos como “enfermedades venéreas”, “prostitutas” y “mujeres públicas” porque eran los empleados en la época, y no tienen aquí ninguna intención peyorativa.40 AHSSA, salubridad pública, Inspección antivenérea, caja 2, exp.26, 16 f., 29 de abril de 1880.41 Calleja citado por Rodríguez (1891).42 Este asunto y su importante relación con la tríada economía, política y salud pública deberá analizarse en otro momento.43 AHSSA, salubridad pública, expedientes de personal, caja 42, exp.2, f.253-253b.44 AHSSA, salubridad pública, congresos y convenciones, caja 5, exp.5, f.51-71, nov.1902-oct.1905.

Publicación en esta colección 10 Mar 2005 Fecha del número 2002

Acepto Oct 2002 Recibido Feb 2002

SciELO – Scientific Electronic Library Online Rua Dr. Diogo de Faria, 1087 – 9º andar – Vila Clementino 04037-003 São Paulo/SP – Brasil E-mail: [email protected]
Ver respuesta completa

¿Qué paso entre 1950 y 1970 en México?

Entre 1950 y 1970, México logró tasas de crecimiento económico elevadas, que promediaron anualmente 6.6 por ciento, lo que significó un aumento del tres por ciento anual del producto per cápita del país.
Ver respuesta completa

¿Cómo eran los hospitales en la antigüedad?

Los primeros hospitales se establecieron como casas de caridad y atendían a los necesitados y desvalidos tanto como a los enfermos. Aparecen hospitales civiles, que no dependen de la iglesia sino que dependen del ayuntamiento.
Ver respuesta completa

¿Cómo era la medicina en el siglo 20?

La transformación de la medicina La medicina ha alcanzado un desarrollo notable en el siglo XX, de modo que hoy es posible prevenir la aparición de muchas enfermedades que antes eran tan frecuentes, curar otras que antes eran incurables, proporcionar alivio más o menos satisfactorio a aquellos pacientes a los que todavía no se puede curar, y evitar muchas muertes que antes eran prematuras o inevitables.

Sin embargo, también en este siglo han surgido o se han exacerbado algunos problemas que hacen difícil el acceso de grandes sectores de la población a los cuidados médicos que requieren. El balance de la medicina durante el siglo próximo a terminar debe incluir tanto los aspectos positivos de su desarrollo como aquellos que interfieren con el disfrute de sus beneficios potenciales.

Tal balance puede intentarse enfocando las transformaciones de la medicina desde cuatro ángulos que en principio parecen diferentes pero que conforme avanza el análisis se encuentra que están íntimamente relacionados entre sí. Estos cuatro aspectos de la medicina en nuestro siglo son el científico, el tecnológico, el social y el económico.

El desarrollo científico de la medicina La medicina a la que se refiere este texto es la conocida como “científica”, “alopática” u “occidental”, para distinguirla de otras muchas medicinas que se denominan de distintas maneras, como “tradicional”, “naturista”, “folclórica”, “marginada”, “curanderismo”, “brujería”, “espiritista”, “ciencia cristiana”, y de otras variedades terapéuticas conocidas como “homeopática”, “herbolaria”, “quiropráctica”, “robótica”, “musicoterapia”, “talasoterapia”, etcétera.

Aparte de otras diferencias, la medicina científica se distingue de las demás mencionadas por su edad. En general se acepta que la transformación científica de la medicina se inicia en 1543, con la publicación del hermoso libro de Andreas Vesalio, De humani corporis fabrica, o bien en 1628, año en que apareció el libro de William Harvey, De motu cordis 1,

La primera de estas obras rompe con una tradición de más de mil años, al basar el estudio de la anatomía humana ya no en los textos de Galeno y Avicena sino en la observación directa del cadáver, mientras que la segunda representa la introducción del método experimental en el estudio de los fenómenos biológicos.

O sea que la medicina científica tiene apenas entre trescientos y cuatrocientos años de haberse iniciado, y Thomas 2 señala que sólo empezó a tener mejores resultados que las otras medicinas hace unos cien años (con la introducción de la asepsia y la anestesia, y más recientemente con los antibióticos y las hormonas) por lo que la llamó “la ciencia más joven”.

En cambio, las otras medicinas son mucho más antiguas, y en algunos casos hasta milenarias. La transformación científica de la medicina se inició lentamente, pero durante este siglo se aceleró en forma dramática. Los conocimientos de fisiología y bioquímica aumentaron de manera casi exponencial, culminando en la revolución introducida por la biología molecular; la investigación en los mecanismos de reproducción ha llevado a hacer posible la clonación de mamíferos; el esclarecimiento de los complejos fenómenos de la inmunología ha arrojado luz sobre procesos patológicos tan importantes como la inflamación y las infecciones, ha permitido el uso terapéutico de los trasplantes de órganos, y se vislumbra ya la solución al enigma de muchas formas de enfermedades neoplásicas.

Durante el siglo xx los médicos hemos aprendido más medicina que en los dos milenios anteriores, incluyendo uno de los descubrimientos más importantes para garantizar mayores avances en el futuro inmediato, que es la apreciación de nuestra ignorancia.

En efecto, la medicina científica es la única que tiene conciencia de su ignorancia, que aprende de sus errores y por lo tanto progresa con el tiempo. En cambio, todas las otras medicinas no ignoran nada y no yerran, poseen tratamientos para todas las enfermedades, y no han cambiado nada a través de la historia.

La transformación tecnológica de la medicina Hasta fines del siglo XVIII, los médicos usaron únicamente sus cinco sentidos para examinar a sus pacientes. Escuchaban lo que los enfermos les decían sobre su padecimiento, veían y olían al enfermo y sus secreciones, sentían su pulso y palpaban su frente y su cuello para apreciar su temperatura y humedad, y a veces buscaban ciertos puntos dolorosos en la anatomía de sus clientes.

  1. La tecnología diagnóstica moderna, que puede caracterizarse como el uso de distintos instrumentos y diversas fuentes de energía para amplificar la percepción sensorial del médico, nació en 1816, con la invención del estetoscopio por el médico francés Laennec.
  2. El uso de este sencillo aparato predicaba ya dos de las tres modificaciones principales que la tecnología introdujo en la relación médico-paciente tradicional: 1) la interposición de un instrumento entre el médico y el enfermo, que le revela al médico datos que el paciente ignora y sobre los que no tiene control alguno; y 2) mayor confianza del médico en los datos recogidos por medio del instrumento (son más “objetivos”) que en las opiniones y quejas del paciente.

Con la introducción de los rayos x en la tecnología médica, en los primeros años de este siglo, se completó la transformación de la relación médico-paciente, porque 3) con las radiografías, el primero podía estudiar diversas estructuras internas del segundo sin que éste estuviera presente.

Desde 1816 a la fecha, la tecnología diagnóstica ha crecido en forma notable,3 al principio con otros instrumentos de exploración física, como el termómetro, el oftalmoscopio, el laringoscopio, el espirómetro, el esfigmomanómetro (abuelo del baumanómetro), el electrómetro (precursor del electrocardiógrafo), etcétera.

Los rayos x fueron los precursores de la imagenología actual, con la tomografía axial computada, la resonancia magnética nuclear y la tomografía por emisión de positrones, por mencionar sólo a los más conocidos. A fines del siglo xix empezaron a funcionar los laboratorios de análisis clínicos, que crecieron progresivamente aumentando la batería de exámenes y pruebas funcionales que contribuyen al mejor y más exacto diagnóstico de las enfermedades.

También debe mencionarse la endoscopía, que ha transformado la práctica de especialidades como la gastroenterología. La tecnología no sólo ha aumentado la capacidad diagnóstica de la medicina más allá de lo que pudieran haber soñado mis maestros en la Facultad de Medicina, sino que también ha transformado a la terapéutica, no sólo médica sino quirúrgica y de radioterapia.

Baste mencionar a los antibióticos, que a mediados de este siglo cambiaron radicalmente el pronóstico de muchas enfermedades infecciosas, y la insulina, que modificó por completo el manejo de los diabéticos. En cirugía los adelantos tecnológicos han sido extraordinarios y han permitido intervenir con mucho mejores resultados en todas las partes del organismo, como en neurocirugía, en cirugía cardiovascular, en cirugía oftálmica, etcétera.

Tomando en cuenta las contribuciones de la tecnología diagnóstica y terapéutica a la práctica de la medicina, desde el principio hasta el final de este siglo, es indudable que la han transformado por completo y no parece exagerado considerarlas como una verdadera bendición. La transformación social de la medicina La Revolución Industrial en el siglo XVIII provocó una gran migración del campo a las ciudades: los campesinos abandonaron sus tierras y se refugiaron en centros urbanos, en busca de mejores condiciones de trabajo y de vida, lo que aumentó la demanda de todos los servicios, incluyendo los de atención médica, proporcionados por los hospitales.

En poco tiempo se formaron las uniones de distintos tipos de trabajadores, como mineros, sastres, panaderos, boticarios, obreros de distintas fábricas, etcétera. Estas agrupaciones profesionales protegían los derechos y los intereses de sus miembros y también cuidaban de su salud, al principio sólo como parte del espíritu solidario y por caridad cristiana, pero poco a poco se fueron organizando en forma más definida, hasta constituirse en verdaderas sociedades mutualistas.

  • Este movimiento fue especialmente fuerte en Alemania, en donde a partir del fracaso de la revolución de 1848 se establecieron cooperativas socialistas, que se enfrentaron al canciller Von Bismarck.
  • Éste dijo, en un discurso pronunciado en 1849: “La seguridad social del trabajador es la causa de que sea un peligro para el Estado.” Durante casi toda su carrera Von Bismarck trató de arrebatarles a los socialistas la bandera de la seguridad social, hasta que lo logró en 1883, con la aprobación de las leyes del seguro en contra de accidentes industriales y de enfermedad, incluyendo atención maternal y funeraria, y que son las antecesoras de todas las leyes de seguridad social del mundo de Occidente.

Una ley más, la de pensiones de retiro, se aprobó en 1899, mientras que la ley del seguro obligatorio en contra del desempleo tuvo que esperar hasta 1927. Con estas leyes el Estado tomaba la iniciativa de proporcionar atención médica a todos los trabajadores organizados por medio de una institución a la que también contribuyen los empleados y los empleadores.

La salud adquirió carta de ciudadanía entre los derechos humanos y su cuidado dejó de depender de la caridad cristiana o de la solidaridad humana, como había sido hasta entonces, y se transformó en una función de la sociedad, administrada y subvencionada (en parte) por el Estado. Como los sistemas de seguridad social generan sus propios fondos, el problema no es tanto de financiamiento sino más bien de infraestructura y de recursos humanos.

Con el crecimiento demográfico general, aunado al aumento proporcionalmente mayor de la clase trabajadora (tan característico de este siglo), la demanda de seguridad social y de atención médica creció de manera casi geométrica, rebasando la capacidad de los sistemas establecidos con estos fines en todos los países del hemisferio occidental, que buscaron diversas soluciones al problema, dando origen a los distintos sistemas nacionales de salud que hoy existen en países europeos como Francia, Suiza, Alemania, España o Inglaterra, al que prevaleció durante 75 años en la antigua URSS y que subsiste en Cuba, y a los que prevalecen en los países en desarrollo, como Chile, Costa Rica o México.

  1. A través de toda su historia, los Estados Unidos siempre han rechazado cualquier sistema nacional de salud.) La socialización de la medicina resultó en una ampliación brusca de la demanda de servicios que sorprendió a los planeadores del sector público por su inesperado tamaño.
  2. Esto fue lo que ocurrió en España cuando se estableció la Seguridad Social, lo que pasó en Chile y en Argentina en las épocas de Allende y de Perón, respectivamente, y lo que pasó en México a partir de la década de los sesenta.

Desde entonces las salas de espera de los hospitales del IMSS, del ISSTE y de otras instituciones similares están repletas de pacientes, hay largas colas en todas las ventanillas, los enfermos esperan semanas o hasta meses para ser internados y operados, los médicos deben ver a treinta o más pacientes por jornada de trabajo, los laboratorios están sobrecargados de muestras y los reactivos y otros materiales son insuficientes, en los quirófanos escasean los guantes y el instrumental, en las farmacias el abastecimiento de las medicinas no alcanza para cubrir las demandas del público, etcétera.

  1. La atmósfera que prevalece es de desánimo, de frustración y de crítica, tanto en el público usuario como en muchos miembros de las instituciones.
  2. No sorprende que con frecuencia se hable de la “deshumanización” de la medicina y de la pérdida de muchos de los aspectos positivos de la antigua relación médico-paciente, que ya no se da en los laberintos creados por la masificación y la consecuente burocratización de los servicios.

La transformación económica de la medicina Las medicinas, todas, nunca fueron caras, nunca estuvieron fuera del alcance de los pacientes por razones económicas. Siempre ha habido algunos médicos (sobre todo cirujanos) que fijan honorarios elevados, y siempre ha habido hospitales (todos privados) que cobran cuotas altas por el uso de sus instalaciones, porque siempre ha habido enfermos pudientes dispuestos a pagarlos.

  1. Pero, a través de la historia, la mayor parte de los médicos ha aceptado remuneraciones modestas por sus servicios, y los hospitales (todos públicos) han funcionado con cuotas de recuperación bajas, de modo que la medicina siempre fue accesible a todas las clases sociales.
  2. Por lo menos, ésa fue la impresión que yo tuve cuando ingresé a la entonces Escuela de Medicina de la UNAM, en 1943.

Sin embargo, en la segunda mitad de este siglo la medicina se ha transformado progresivamente en un artículo de lujo, porque ha dejado de ser un servicio y se ha convertido en un negocio. Los inversionistas y los empresarios descubrieron que la humanidad doliente es un mercado inmenso (de hecho, formado potencialmente por toda la especie Homo sapiens sapiens ) y totalmente cautivo para su explotación comercial por medio de la medicina.

La iniciativa privada empezó a introducir la mercadotecnia, tan exitosa en la fabricación y venta de automóviles y ropa elegante (los “modelos anuales”), en los aparatos científicos para diagnóstico, tanto clínico como de laboratorio; los fabricantes de materiales quirúrgicos y de enfermería inventaron los elementos “desechables”, que empezaron por jeringas y botellas con soluciones intravenosas y acabaron con prácticamente todo menos médicos y enfermeras; los hospitales están siendo adquiridos por grupos de empresarios no médicos, manejados de acuerdo con políticas de costo-beneficio y conservando su interés primario en la multiplicación del capital invertido.

De hecho, este último problema (la proliferación de las empresas privadas de seguridad social, o sea la irrupción de la filosofía capitalista en la atención médica) caracteriza al estado de la medicina occidental a fines del siglo XX. A pesar de que hoy los conocimientos científicos médicos son maravillosos y prometen todavía mayores avances a corto plazo, de que la tecnología diagnóstica y terapéutica ha transformado en forma positiva la práctica de la medicina, su organización social en muchos de los países de nuestro hemisferio es inadecuada y su estructura económica real parece estar dirigida en contra de sus objetivos tradicionales.

Debemos recordar que la salud es uno de los derechos humanos, que los objetivos de la medicina son 1) preservar la salud, 2) curar, o aliviar, o consolar al paciente, y 3) evitar muertes prematuras e innecesarias. El problema central al que se enfrenta la medicina a fines de este siglo en muchas partes del mundo, pero sobre todo en los países pobres, es el de su accesibilidad, que se dificulta por la combinación de los dos factores ya mencionados: el crecimiento en la demanda y el elevado costo de los servicios.

La estructura actual de los sistemas de atención médica para los distintos sectores de la población no ha podido evitar la crisis contemporánea de la práctica de la medicina; de hecho, más bien parece haber coadyuvado a precipitarla. Es indispensable realizar un análisis objetivo y crítico de los sistemas mencionados, identificar los errores y los defectos y eliminarlos, sin temor de que al final surgiera la necesidad de cambiarlos por completo por otros menos viciados y con mayores probabilidades de desempeñar las funciones que les corresponden.

De este análisis también debería surgir la legislación que regule y limite la comercialización de la medicina, desde luego sin interferir con el libre ejercicio de la profesión, de modo que detenga su transformación progresiva en un negocio para enriquecer a unos cuantos, y vuelva a ser un servicio para toda la sociedad.

– : La transformación de la medicina
Ver respuesta completa

¿Cómo era la medicina en el año 1800?

Avances de la medicina (1800-1900) – 1800 Sir Humphry Davy anuncia las propiedades anestésicas del óxido nitroso, aunque los dentistas no comienzan a usar el gas como anestésico hasta casi 45 años después.1816 René Laennec inventa el estetoscopio.1818 El obstetra británico James Blundell realiza con éxito la primera transfusión de sangre humana.1842 El cirujano estadounidense Crawford W.

  • Largo utiliza éter como anestésico general durante la cirugía, pero no publica sus resultados.
  • El crédito va a dentista William Morton.1844 Dr.
  • Horace Wells, dentista estadounidense, utiliza óxido nitroso como anestésico.1846 El dentista Dr.
  • William Morton demuestra las propiedades anestésicas del éter durante una extracción dental.1849 Elizabeth Blackwell es la primera mujer en recibir un título de médico (de Ginebra Medical College en Ginebra, Nueva York).1867 Joseph Lister publica Principio Antiséptico de la práctica de la Cirugía, uno de los acontecimientos más importantes de la Medicina.

Lister estaba convencido de la necesidad de la limpieza en la sala de operaciones, una idea revolucionaria en el momento. Desarrolló métodos quirúrgicos antisépticos, usando ácido carbólico para limpiar las heridas y los instrumentos quirúrgicos. El éxito inmediato de sus métodos conduce a su adopción general.

En el hospital que adopta sus métodos, las muertes por infección disminuyen de casi el 60% a sólo el 4%.1870 Louis Pasteur y Robert Koch establecen la teoría de los gérmenes. Según la teoría de germen, una enfermedad específica es causada por un organismo específico. Antes de este descubrimiento, la mayoría de los médicos creen que las enfermedades son causadas por generación espontánea.

De hecho, los médicos realizaban las autopsias de personas que murieron de enfermedades infecciosas y luego atendían a los pacientes sin lavarse las manos, transmitiendo la enfermedad sin darse cuenta.1879 Primera vacuna para el cólera 1881 Primera vacuna para el ántrax 1882 Primera vacuna para la rabia 1890 Emil von Behring descubre antitoxinas y lass utiliza para desarrollar las vacunas del tétanos y la difteria.1895 El físico alemán Wilhelm Conrad Roentgen descubre los rayos X.1896 Primera vacuna para la fiebre tifoidea.1897 Ronald Ross, un oficial británico en el Servicio Médico de la India, demuestra que los parásitos de la malaria se transmiten a través de los mosquitos 1897 Primera vacuna para la peste.1899 Felix Hoffman desarrolla la aspirina (ácido acetil salicílico), lo que hoy es la medicina más utilizada en el mundo.
Ver respuesta completa

¿Cómo era el sistema de salud en 1810?

Secretos y curiosidades de la vida cotidiana en 1810 En 1810, la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se había expandido hasta alcanzar los 6,15 kilómetros cuadrados y era habitada por casi 40 mil habitantes. La falta de recolección de residuos, sumada a las aguas estancadas y los animales muertos era una de las causas de enfermedades de la época en una ciudad con apenas dos hospitales y 8 médicos.

Las fiebres catarrales, la sífilis, la rabia, la tuberculosis y el tétano eran enfermedades habituales en la Buenos Aires colonial, que había sido víctima de tres epidemias históricas: en 1805 de viruela, de sarampión en 1809 y de disentería entre 1810 y 1812. El transporte más popular era el caballo y sólo los pudientes se movilizaban en carruaje.

La vestimenta entre la clase alta era confeccionada con telas europeas mientras que la ropa más común entre las clases populares, el poncho o ruana provenía de telares artesanales que tejían la lana de guanaco y vicuña. La gastronomía incluía comidas como puchero, carbonada, sábalo frito o guisado; empanadas con carne o pichones; asado de vaca, locro. Como Era La Salud Hace 50 Años Como Era La Salud Hace 50 Años Como Era La Salud Hace 50 Años Como Era La Salud Hace 50 Años Como Era La Salud Hace 50 Años Como Era La Salud Hace 50 Años : Secretos y curiosidades de la vida cotidiana en 1810
Ver respuesta completa

¿Qué es salud para todos en el siglo 21?

SALUD21 establece un marco científico y ético para los responsables políticos de todos los niveles, con el fin de evaluar el impac- to de sus políticas en la salud y de utilizar la salud para dirigir las actividades de desarrollo en todos los sectores de la sociedad.
Ver respuesta completa

¿Qué es salud en el siglo XXI?

Se calcula que el cambio climático causará 250.000 muertes adicionales al año entre los años 2030 y 2050. ¿Tienen los problemas ambientales algún impacto sobre nuestra salud? – Nuestra salud está estrechamente vinculada a los recursos naturales: el acceso al agua, el cambio climático, las temperaturas que permitan nuestro funcionamiento normal Un reto crucial es el de la contaminación, la relación entre el abuso de los recursos naturales y nuestra salud.
Ver respuesta completa

¿Cómo era la medicina del siglo 18?

Redacción 07/03/2019 07:15 Actualizado a 23/07/2021 17:35 La medicina ha cambiado muchísimo a lo largo de la historia. No fue un camino rápido, ni sencillo. Los conocimientos del médico griego Galeno (s. II-III d.C.) guiaron durante siglos a los médicos y cirujanos de Occidente.
Ver respuesta completa

¿Cómo ha cambiado la medicina con el paso del tiempo?

La medicina está cambiando, en parte por la mayor disponibilidad de datos de salud individuales, junto con las técnicas de análisis conocidas como ” big data “. Este mayor nivel de información permitirá el avance de la medicina de precisión, con cuidados y tratamientos más personalizados.
Ver respuesta completa