Como Tratar La Resistencia A La Insulina?

06.01.2023 0 Comments

Como Tratar La Resistencia A La Insulina
Tratamientos de resistencia a la insulina Adopte una dieta baja en carbohidratos, baja en calorías o cetogénica. Camina 30 minutos al día. Aumentar los niveles de ejercicio semanales, como ir al gimnasio. Someterse a una cirugía para reducir el peso.
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¿Cómo se quita la resistencia a la insulina?

¿Cómo puedo prevenir o revertir la resistencia a la insulina y la prediabetes? – La actividad física y perder peso, si es necesario, pueden ayudar a que el cuerpo responda mejor a la insulina. Tomar pequeños pasos, como comer alimentos más saludables (en inglés) y moverse más para bajar de peso, puede ayudar a revertir la resistencia a la insulina y prevenir o retrasar la diabetes tipo 2 en personas con prediabetes. La actividad física puede ayudar a prevenir o revertir la resistencia a la insulina y la prediabetes. El Diabetes Prevention Program (Programa para la Prevención de la Diabetes, DPP por sus siglas en inglés) patrocinado por los Institutos Nacionales de la Salud, mostró que para las personas con alto riesgo de desarrollar diabetes, perder entre un 5 a 7 por ciento de su peso inicial ayudó a reducir la probabilidad de desarrollar la enfermedad.3 Esos números representan de 10 a 14 libras para alguien que pesa 200 libras.

  • Los individuos que participaron en el estudio perdieron peso haciendo cambios en su dieta y siendo más activos físicamente.
  • El Programa para la Prevención de la Diabetes también mostró que tomar metformina, un medicamento usado para tratar la diabetes, podría retrasar la diabetes.
  • La metformina funcionó mejor para las mujeres con un historial de diabetes gestacional, adultos jóvenes y personas con obesidad.

Pregúntele al médico si la metformina podría ser adecuada para usted. Hacer un plan (en inglés), llevar la cuenta del progreso y obtener el apoyo de los profesionales de la salud, familiares y amigos puede ayudar a una persona a realizar cambios en el estilo de vida que pueden prevenir o revertir la resistencia a la insulina y la prediabetes.
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¿Qué medicamento se toma para la resistencia a la insulina?

Resumen El síndrome de resistencia a la insulina, actualmente más conocido como síndrome metabólico (SM), es una condición clínica de alta prevalencia en Chile. Por el mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes asociado a esta condición, en la práctica clínica es relevante su detección precoz y manejo. La resistencia a la insulina (RI) es una condición metabólica central en la etiopatogenia del SM y su diagnóstico puede efectuarse con mediciones de insulinemia y glicemia en ayuno o con la prueba de tolerancia oral a la glucosa con curva de insulinemia. Existe acuerdo que los mejores resultados del manejo del SM y de la RI se logran con cambios en estilo de vida, incluyendo modificaciones en la dieta y en el patrón de actividad física junto con reducción en el peso y grasa corporal. Algunas terapias farmacológicas orientadas a mejorar la sensibilidad a la insulina han sido recomendadas en consensos internacionales, especialmente en pacientes con elevado riesgo de enfermedad cardiovascular o de diabetes tipo 2, cuando fracasan las terapias no farmacológicas. Palabras clave: Síndrome metabólico resistencia a la insulina prevención de diabetes obesidad abdominal Summary Insulin resistance syndrome, now known as metabolic syndrome (MS) is a highly prevalent clinical condition in Chile. Because of the high associated risk of this condition with cardiovascular disease and type 2 diabetes, in the clinical practice is relevant its early detection and management. Insulin resistance (IR) is a key metabolic condition in the pathogenesis of MS, and its diagnosis can be made with fasting plasma glucose and insulin measurements or by an oral glucose tolerance test with insulin curve. There is agreement that the best results of the management of MS and insulin resistance are achieved with lifestyle modifications, including changes in diet and physical activity patterns along with weight reduction and body fat. Some pharmacological therapies targeted on improving insulin sensitivity, have been recommended in international consensus, especially in patients at high risk of cardiovascular disease or type 2 diabetes, when nonpharmacological strategies have failed. Key words: Metabolic syndrome insulin resistance diabetes prevention abdominal obesity Texto completo Introducción Los patrones dietarios y de actividad física han cambiado drásticamente en las últimas décadas, lo cual ha contribuido al rápido aumento de la prevalencia de obesidad y de sus múltiples complicaciones asociadas ( 1 ). Entre las más prevalentes se encuentran la resistencia insulínica (RI), dislipidemia e hipertensión arterial, las cuales conforman el así llamado síndrome metabólico (SM). En Chile existe una alta prevalencia de síndrome metabólico, comprometiendo a cerca de un tercio de la población adulta ( 2 ). Diagnóstico del síndrome metabólico El SM fue conocido inicialmente como síndrome X, síndrome de resistencia a la insulina o síndrome de Reaven. Este síndrome se caracteriza por una disminución de la sensibilidad a la insulina, junto con obesidad (central), dislipidemia, hiperglicemia, hipertensión arterial, inflamación crónica y mayor propensión a la enfermedad trombótica ( 3 ). En 1998 la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso la denominación de SM para englobar las distintas entidades patológicas que determinan un aumento del riesgo cardiovascular ( 4 ). Estudios poblacionales prospectivos han mostrado que el SM aumenta alrededor de 2 veces el riesgo de eventos por enfermedad vascular aterosclerótica ( 5, 6 ) y además aumenta entre 3,5 y 5 veces el riesgo de diabetes tipo 2 ( 7 ). Varias definiciones han sido propuestas por distintos grupos, entre ellos la OMS (1998 y 1999), el Grupo Europeo para el Estudio de la RI (EGIR-1999), el Programa Nacional de Educación del Colesterol de Estados Unidos (NCEP-ATP III 2001) y la Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos (AACE-2003) ( 8 ). En abril de 2005 la Federación Internacional de Diabetes (IDF) planteó una nueva definición del SM, aunque no se fundamentó cuáles fueron los nuevos hallazgos epidemiológicos o clínicos que justificaron la nueva definición. Este consenso redefinió los puntos de corte, utilizando los mismos parámetros del ATP III, y confiriendo a la obesidad abdominal un papel fundamental. Así, se definió como saludable una circunferencia de cintura inferior a 80 y 94 cm, en mujeres y hombres, respectivamente ( 9 ). Estos valores de cintura fueron definidos por la OMS en 1997, basándose en el aumento del riesgo de enfermedades metabólicas observado en estudios que mostraban concordancia con un índice de masa corporal (IMC) de 25 kg/m 2 ( 10 ). La nueva definición de la IDF elevó la prevalencia de SM en forma importante en la mayoría de los países. Esta definición estableció que la obesidad abdominal era un requisito para el diagnóstico de SM, por lo que entre los sujetos portadores, una mayor proporción eran obesos. En cambio, el criterio de ATP III da importancia a todos sus factores por igual y como 2 de los 5 criterios están relacionados con los lípidos sanguíneos (colesterol de HDL y triglicéridos), detecta con mayor frecuencia a sujetos con dislipidemia ( 11 ). El año 2009, un consenso de varias organizaciones líderes acordó mantener los criterios de la ATP III-2005, considerando la presencia de SM con al menos 3 de 5 criterios, debiendo definirse en distintas regiones o países el punto de corte de cintura, dependiendo de las características particulares de cada población ( 12 ) ( Tabla 1 ). En la práctica clínica, identificar a un sujeto como portador de SM puede presentar dificultades técnicas, considerando que varios parámetros muestran una alta variabilidad intra-individual (ej. trigliceridemia, glicemia y presión arterial). Por otro lado, las recomendaciones para medir la circunferencia de cintura difieren entre distintos organismos, junto con ser dependiente de la experiencia del evaluador. De tal forma, por el carácter dicotómico con que se evalúa la presencia o no de cada criterio, un sujeto puede ser identificado como portador o no de SM ( 13 ). Diagnosticar a un individuo como portador de SM es útil en clínica para pesquisar a aquellos individuos con mayor riesgo cardiovascular y de diabetes tipo 2 y de esa forma implementar en ellos medidas preventivas. Sin embargo, es discutible que con un manejo dicotómico de las variables (ej. glicemia menor o mayor a 100 mg/dL) se pueda definir el nivel de riesgo cardiovascular o de diabetes tipo 2 a nivel individual. Esto dado que la relación entre estas variables y el riesgo de enfermedad es continuo. Respecto del riesgo de diabetes tipo 2, este estará incrementado con la sola presencia de un valor elevado de glicemia de ayuno, aún sin cumplir el paciente con los otros criterios mínimos de SM. En cambio, otros pacientes con SM, pero sin glicemia alterada de ayuno podrían tener menor riesgo de diabetes tipo 2. Adicionalmente, respecto de la relación entre SM y RI, distintos estudios muestran que no todos los pacientes con SM presentan RI, observándose un valor predictivo del SM para detectar esta condición metabólica entre 50 y 78% ( 13 ). Definición de resistencia insulínica La insulina es una hormona anabólica secretada por las células â del páncreas en respuesta a diversos estímulos, siendo la glucosa el más relevante ( 14, 15 ). Su principal función es mantener la homeostasis glicémica y de otros sustratos energéticos. De esta forma, posterior a cada comida la insulina suprime la liberación de ácidos grasos libres mientras que favorece la síntesis de triglicéridos en el tejido adiposo. Por otra parte, la insulina inhibe la producción hepática de glucosa, mientras que promueve la captación de glucosa por el tejido muscular esquelético y adiposo ( 16 ). En un estado de RI, la acción de esta hormona a nivel celular está reducida, lo que aumenta la secreción de insulina. Esto permite compensar el defecto en la acción tisular y así mantener la homeostasis glicémica ( 17 ). Este fenómeno da cuenta del estado hiperinsulinémico, el cual es característico en sujetos con RI, particularmente después de una comida alta en carbohidratos. Evaluación de la resistencia insulínica La RI puede ser determinada mediante un clamp euglicémico-hiperinsulinémico ( 18 ). Esta técnica consiste en infundir insulina a una tasa fija, mientras se administra glucosa a una tasa variable con el objeto de fijar (clamp) la glicemia a un nivel dado, usualmente 90 mg/dL. En sujetos con menor grado de RI (sensibles a insulina) se requerirá una mayor tasa de infusión de glucosa para mantener la euglicemia. La aplicación de este método es compleja, laboriosa y costosa, lo cual ha incentivado el desarrollo de otras métodos para evaluar la RI fundamentalmente basadas en estimaciones de la glicemia e insulinemia en ayuno o en respuesta a una dosis oral estándar de glucosa ( 19 ). Evaluación de la resistencia insulínica basada en mediciones de ayuno Por su simplicidad y buena correlación con mediciones más complejas de sensibilidad a la insulina, el método más utilizado es el cálculo del índice HOMA-IR ( Homeostasis Model Assessment of Insulin Resistance) ( 20 ): El punto de corte para definir resistencia insulínica de acuerdo a éste índice fue primero definido por Bonora et al ( 21 ) como el límite inferior del mayor quintil de HOMA-IR en 225 adultos con tolerancia normal a la glucosa e IMC < de 25 kg/m 2, pertenecientes al estudio Bruneck. Este valor correspondió a 2,77. En Chile, un estudio en 120 adultos aparentemente sanos entre 19 y 40 años, observó que el promedio más una desviación estándar correspondía a un índice HOMA de 2,5, proponiéndose así este valor como punto de corte para definir RI en la práctica clínica y para estudios poblaciones ( 22 ). Otros investigadores han planteado que la sola medición de insulinemia basal puede ser un buen indicador de resistencia a la insulina, en sujetos con tolerancia normal a la glucosa, por su buena correlación con la sensibilidad a la insulina evaluada con el método de Clamp, En relación al punto de corte para definir RI, Laakso et al ( 23 ) observan que con un valor mayor de 13 uU/mL un 74% de los sujetos son resistentes a la insulina, y McAulley et al ( 24 ) consideran que un valor de 12,2 uU/mL presenta una buena relación entre sensibilidad y especificidad, aunque otros estudios han planteado puntos de corte más elevados de alrededor de 16 uU/mL ( 25, 26 ) pero en base a un criterio de riesgo metabólico o cardiovascular asociado. El punto de corte de 12 uU/ml es el más utilizado en la práctica clínica, además de concordar con un índice HOMA de 2,5 cuando se considera el punto medio del rango normal de glicemia de ayuno (85 mg/dL). En general se ha demostrado que los indicadores de RI basados en mediciones de ayuno representan la resistencia a la insulina hepática, y que no muestran una buena correlación con la RI periférica (muscular y/o de adipocitos), ni son buenos indicadores de RI en sujetos con glicemia alterada de ayuno o diabetes ( 23 ). Resistencia a la insulina evaluada por curva de insulinemia y test de tolerancia oral a glucosa La prueba de tolerancia oral con 75 gramos de glucosa que se utiliza en la práctica clínica para diagnosticar estados de intolerancia a glucosa o diabetes, al agregar mediciones de insulinemia en cada momento de medición de la glicemia, permite pesquisar la existencia de RI cuando se observan valores de insulinemia mayores de 100 y 60 uU/mL, a la hora y 2 horas de la carga de glucosa, respectivamente, con la condición de que la glicemia sea menor de 140 mg/dL a las 2 horas de la prueba (ausencia de intolerancia a glucosa) ( 25, 26 ). Si bien estos puntos de corte para insulinemia son usados en la práctica clínica como elementos de sospecha de RI, no han sido validados como estándares universales para efectuar un diagnóstico preciso. Un método de investigación que puede ser usado en clínica es el índice de Matsuda que requiere 5 mediciones de glicemia e insulinemia en la prueba de tolerancia oral a la glucosa, definiendo RI corporal total con un valor menor de 2,5 según el resultado de la siguiente fórmula ( 27 ): Otros métodos El test de tolerancia a la glucosa intravenosa con muestreo frecuente modificado (FSIVGTT), basado en el modelo mínimo de Bergman et al ( 28 ), es una prueba usada con fines de investigación para evaluar tanto la secreción de insulina como la sensibilidad a ésta. Es una prueba laboriosa que considera la extracción de muestras de sangre venosa en 30 ocasiones durante un periodo de 3 horas, además de la infusión endovenosa de glucosa y de insulina en dosis estandarizadas. Los datos se analizan mediante un programa computacional para calcular respuesta insulínica de primera fase, sensibilidad a la insulina, eficacia de la glucosa, e índice de disposición de glucosa ( 19 ). También se ha utilizado la excreción urinaria de péptido C (molécula co-secretada con insulina) relativa a la ingesta alimentaria, como un indicador más fisiológico de la RI ( 29 ). La determinación de la RI, cualquiera sea la forma de hacerlo (métodos de referencia o estimaciones), se realiza fundamentalmente con fines de investigación. La determinación de la RI con fines diagnósticos es de dudosa confiabilidad dada la alta variabilidad existente entre los métodos de determinación de la insulina ( 30 ), lo cual impide definir puntos de corte y en consecuencia clasificar de manera universal a los individuos según su grado de RI ( 31 ). Factores patogénicos de la resistencia a la insulina Resistencia insulínica mediada por inflamación La inflamación es uno de los mecanismos fisiopatológicos por los cuales se puede condicionar la RI. La obesidad ha sido asociada a un estado inflamatorio crónico leve a moderado, el que se manifiesta a nivel sistémico por un aumento de los factores inflamatorios y los leucocitos circulantes ( 32 ). A nivel tisular y particularmente en el tejido adiposo, se caracteriza por infiltración de células inmunes. A nivel molecular, diversos tipos celulares (adipocitos, células endoteliales, leucocitos, células hepáticas, célula â pancreática, neuronas, entre otras) manifiestan una mayor unión de factores de transcripción pro-inflamatorios (por ejemplo el factor nuclear kappa Beta o NFκB) a elementos de respuesta nuclear ( 33 ). En condiciones pro-inflamatorias, los mediadores inflamatorios se unen a los receptores de las membranas celulares, lo cual desencadena la migración del factor de transcripción NFêB desde el citosol al núcleo para la síntesis de nuevos mediadores inflamatorios. En estado basal, este factor de transcripción está inactivo en el citosol, unido a su inhibidor IêB, lo que le impide migrar al núcleo. En respuesta a una señal externa pro-inflamatoria (ej. TNFá), la proteína IKK induce la degradación de IêB, dejando a NFêB libre para migrar al núcleo, transmitiendo así la señal inflamatoria. Sin embargo, la proteína IKK también fosforila al sustrato del receptor de insulina 1 (IRS1). En condiciones fisiológicas, IRS1 se activa cuando está fosforilado en residuos de tirosina; sin embargo, la fosforilación de IKK ocurre en su residuo serina. Como consecuencia, hay una inhibición de la transducción de la señal insulínica, determinando una menor translocación del transportador de glucosa 4 (GLUT4) desde el citosol a la membrana celular, disminuyendo así la captación de la glucosa sanguínea ( Figura 1 ). Como respuesta compensatoria, ocurre una hipersecreción de insulina, lo cual explica la típica hiperinsulinemia de los individuos con RI ( 33, 34 ). De esta manera, una célula expuesta a un entorno inflamatorio es una célula resistente a insulina. Resistencia insulínica mediada por lípidos La RI está comúnmente asociada a desórdenes del metabolismo lipídico que incluye la acumulación tisular ectópica de lípidos, entre ellos en el músculo esquelético ( 35, 36 ). Esta relación no es sólo asociativa, sino que existe evidencia concluyente, tanto en animales como en humanos, que los lípidos pueden inducir RI. En efecto, mediante una infusión endovenosa de una emulsión lipídica o una dieta hipercalórica e hipergrasa se induce RI en el lapso de algunas horas (infusión) a días (dieta) ( 37 ). Existen dos aspectos que requieren ser discutidos para una mejor comprensión de la relación entre los lípidos y la RI. Por una parte, identificar cómo los lípidos se acumulan en tejidos ectópicos. Por otra parte, cómo y cuáles son las especies lipídicas que inducen RI. Sobre el primer punto, es claro que debe existir un desequilibrio entre la captación y oxidación de ácidos grasos que permita su acumulación en células de tejidos específicos. En general, la evidencia sugiere que la captación parece no estar elevada en sujetos con RI ( 38 ). Por otra parte, individuos con RI tienden a caracterizarse por una menor densidad mitocondrial y síntesis de ATP en músculo esquelético ( 39 ). Basado en esta evidencia, algunos autores han propuesto la existencia de una disfunción mitocondrial en músculo esquelético de individuos con RI, lo cual determinaría una menor capacidad oxidativa de ácidos grasos y, en consecuencia, su acumulación intracelular ( 38, 40 ). Sin embargo, esta hipótesis ha sido ampliamente cuestionada, dado que una menor densidad mitocondrial no necesariamente determinará una menor oxidación de lípidos. En efecto, estudios en animales y humanos así lo indican ( 39 ). Por otra parte, la síntesis de ATP está fundamentalmente regulada por su demanda, por lo que una menor síntesis de ATP puede también ser interpretado como un estado de menor demanda energética muscular ( 39, 41 ). En definitiva, los determinantes de la acumulación ectópica de lípidos, particularmente, a nivel del músculo esquelético corresponden a un área de intenso estudio. El segundo aspecto está referido a cómo los lípidos interfieren en la señal insulínica. Esto conduce a la pregunta de cuál u cuales especies lipídicas ejercen dicho efecto. Dado que los triglicéridos acumulados en músculo esquelético poseen una actividad biológica neutra, es decir, no interfieren en la actividad de proteínas, otras especies lipídicas debieran dar cuenta del efecto deletéreo sobre la señal insulínica. En este sentido, los diglicéridos o ceramidas han mostrado estar aumentados en músculo esquelético de sujetos con RI ( 42, 43 ). Respecto a cómo los lípidos ejercen su acción inhibitoria sobre la señal insulínica, la evidencia disponible es más concluyente. Se ha demostrado que los diglicéridos son capaces de influenciar la actividad de proteínas específicas, entre ellas, la proteína quinasa Cè ( 41 ). Esta proteína posee actividad serín-quinasa, es decir, fosforila a proteínas blanco en sus residuos de serina. Uno de los sustratos para la acción de proteína quinasa Cè es IRS1, lo cual determina una atenuación de la actividad de la señal insulínica, de manera análoga a lo que ocurre en una condición proinflamatoria ( Figura 1 ). La RI mediada por lípidos también posee un nexo con la inflamación. En efecto, los ácidos grasos libres circulantes constituyen un estímulo pro-inflamatorio, dada su capacidad de unirse a receptores de membrana como TLRs (Toll-like receptors) ( 44 ). Estos receptores median la respuesta inmune innata. La activación de TLRs activa al NFêB, con la consiguiente liberación de citoquinas pro-inflamatorias. Estos receptores no son exclusivos de células inmunes, también se expresan en adipocitos, representando un nexo entre el exceso de nutrientes, en este caso lípidos, la inflamación y la inducción de la RI ( 45 ). Tejido adiposo: órgano central en la inflamación y resistencia insulínica El principal tipo celular que compone el tejido adiposo (TA) es el adipocito, célula capaz de almacenar triglicéridos (TG) en su citoplasma sin ver afectada su fisiología. El tamaño de la gota lipídica del citoplasma está regulado por múltiples mecanismos, que en general incluyen la lipogénesis (formación de TG) y lipólisis (degradación de TG con salida de ácidos grasos libres a la circulación) ( 46 ). En condiciones de balance energético positivo crónico, esta célula puede expandir su volumen hasta 1000 veces. El adipocito hipertrófico tiene una mayor tasa lipolítica, lo cual condiciona una mayor liberación de ácidos grasos no esterificados a la circulación, por lo tanto, mayor riesgo de acumulación ectópica de lípidos. Por otra parte, los adipocitos de gran tamaño poseen una mayor síntesis y liberación de productos de secreción del tejido adiposo (adipoquinas) que pueden deteriorar el metabolismo lipídico y glucídico, tener efectos pro-inflamatorios o pro-trombóticos, además de inhibir la diferenciación de pre-adipocitos en adipocitos ( 47 ). Existen múltiples adipoquinas de efectos delétereos cuya secreción está aumentada en los adipocitos hipertróficos, entre las que destacan la leptina, resistina, angiotensina, citoquinas pro-inflamatorias y quemoquinas ( 48 ). Paralelamente, estos adipocitos de gran tamaño secretan menor cantidad de adiponectina, una de las pocas aipoquinas con efectos antagónicos a los recién descritos. Producto de este ambiente auto/paracrino pro-inflamatorio, el TA es infiltrado por macrófagos, que a su vez secretan moléculas pro-inflamatorias, alterando aún más el perfil secretor del TA, lo que perpetúa el fenómeno ( 49, 50 ). Lo descrito anteriormente sustenta la observación que el tamaño del adipocito del tejido adiposo abdominal subcutáneo se relaciona de manera directa con la RI, siendo también un factor de riesgo de diabetes tipo 2 ( 51, 52 ). En contraposición con lo que se pensaba algunas décadas atrás, el número de adipocitos no es estático. En efecto, existen células precursoras en el estroma del tejido adiposo que bajo los estímulos adecuados pueden diferenciarse a células adiposas maduras ( 53 ). La hiperplasia, es decir, proliferación de precursores y posterior diferenciación a adipocitos, sería beneficiosa en condiciones de obesidad, pues disminuiría la necesidad de hipertrofiar las células adiposas y de esta forma prevenir el depósito ectópico de grasa ( 54 ). Todo lo anterior permite plantear que las características de la expansión de la masa adiposa influirán de forma importante en el desarrollo de alteraciones metabólicas propias de la obesidad, entre ellas la RI. Aunque la evidencia es aún muy limitada, un estudio reciente indica que esto sería efectivo. En dicho estudio se señala que los obesos sin RI (medidos por clamp euglicémico-hiperinsulinémico) presentan un menor depósito adiposo visceral, una mayor cantidad de adipocitos pequeños, mayores niveles séricos de adiponectina, menor infiltración de macrófagos y células adiposas de mayor sensibilidad a insulina que las procedentes de sujetos obesos con RI ( 55 ). De esta forma, un TA que se expande sin alterar sus características biológicas, podría condicionar una obesidad inocua desde el punto de vista metabólico y cardiovascular. Es así que una alternativa para prevenir las complicaciones asociadas a la obesidad sería favorecer la expansión de la masa adiposa ( 56 ). Existen diversos modelos en ratones que demuestran esta hipótesis ( 57, 58 ). En tanto, en humanos este mecanismo protector podría estar operando en respuesta al tratamiento con agentes farmacológicos como las tiazolidinedionas (agonistas de PPARã2). En efecto, estos pacientes usualmente manifiestan un aumento de la masa adiposa concomitante con una reducción de la RI. Manejo nutricional del síndrome metabólico con énfasis en resistencia insulínica El papel de la dieta en la determinación del SM ha sido ampliamente estudiado. Sin embargo, dada la complejidad de la dieta, particularmente en humanos, la identificación de un patrón dietario específico, y más aún, de componentes nutricionales que modifiquen el riesgo de padecer de SM ha sido una tarea difícil. Por ejemplo, el estudio de los lípidos dietarios puede contemplar aspectos relacionados con la cantidad de grasa ingerida, como también el contenido de tipos de ácidos grasos en relación con el grado de insaturación, longitud de cadena, isomería geométrica, posición de los dobles enlaces, etc. Por otra parte, aislar una variable dietética en particular con el fin de identificar su influencia en el SM requiere de períodos de exposición prolongados, los cuales son a menudo difíciles de controlar en humanos. En esta sección haremos una síntesis de los principales componentes nutricionales y su relación con el SM, en especial con la RI. El exceso de masa corporal es uno de los principales determinantes del grado de RI del individuo ( 35 ). De esta forma, la restricción energética asociada a pérdida de masa corporal es la principal intervención nutricional indicada en el tratamiento del SM ( 59 ). La pérdida de masa corporal y en especial de grasa corporal corrige múltiples anormalidades metabólicas, entre ellas, disminuye la RI, dislipidemia, hipertensión arterial, inflamación, etc. En general, la intervención orientada a limitar la ingesta excesiva de grasa, aumentar el consumo de frutas y verduras, y realizar más ejercicio físico es recomendable. En este sentido, Lindström et al. ( 60 ) observó una reducción en la proporción de sujetos que progresaron de intolerancia a la glucosa a franca diabetes tipo 2 después de aplicar estas guías. Un aspecto estudiado ha sido el impacto de la composición nutricional de la dieta hipocalórica, en términos de la proporción de grasa y carbohidratos, sobre el control metabólico del individuo con SM. Kirk et al. ( 61 ) suministró dos tipos de dietas hipocalóricas (~1100 kcal/día por 11 semanas) en individuos con obesidad. Una de ellas con alto contenido de carbohidratos y bajo de grasa (65% y 20%, respectivamente), mientras que la otra tuvo un bajo contenido de carbohidratos y alto de grasa (10% y 75%, respectivamente). En ambos casos se observó una pérdida similar de masa y grasa corporal, como también una disminución similar del grado de RI. En la misma línea, un estudio multicéntrico Europeo observó después de 10 semanas de consumir una dieta hipocalórica baja (25% de la energía) y alta (40% de la energía) en grasa, una reducción comparable de la masa corporal, glicemia e insulinemia ( 62 ). Ante condiciones isoenergéticas, es decir, de balance energético nulo, se ha evaluado el efecto del reemplazo de carbohidratos por grasa dietaria. En los estudios realizados, los cuales incluyen variaciones de la proporción de grasa dietaria entre 15% a 83% de la energía total y en los cuales la medición de RI ha sido en su mayoría realizada mediante métodos de referencia, se observó que la variación de la razón grasa a carbohidratos posee una modesta o nula influencia sobre el grado de RI ( 63 ). La composición de ácidos grasos dietarios es otro componente que reviste interés nutricional. En animales, los ácidos grasos saturados, como aquellos derivados de oleaginosas, con alto contenido de ácido linoleico (ej. maravilla, girasol, etc.) han mostrado inducir RI. Por el contrario, ácidos grasos poliinsaturados de la serie n-3, particularmente aquellos encontrados en aceite de pescado, reducen la RI ( 64 ). En tanto, en humanos los resultados son menos concluyentes en función del tipo de ácido graso dietario ( 64 ). Por una parte, es difícil garantizar la adherencia al régimen dietario en condiciones de vida libre. Por otra parte, las dosis usadas en humanos son varias veces inferiores a las utilizadas en animales. Aun así, un estudio que tuvo un adecuado diseño experimental en términos de duración de la suplementación, número de individuos estudiados, método de medición de la RI, entre otros, comparó la suplementación con aceite de oliva contra grasa saturada durante 3 meses ( 65 ). Se observó un leve aunque significativo aumento del grado de RI con la dieta suplementada en grasa saturada. Además, cuando se dividieron los individuos en función de la mediana de la ingesta de grasa, se observó que este efecto diferencial en el tipo de ácido graso era particularmente notorio en individuos con menor ingesta de grasa (<37% de la energía total). De esta forma, la recomendación nutricional tendiente a favorecer la ingesta de ácidos grasos monoinsaturados por sobre los saturados resulta aconsejable, en este caso, en términos de su impacto sobre la RI. Los carbohidratos son un componente dietario mayoritario, los cuales tienen el mayor impacto en la glicemia. Por más de 30 años es sabido que los carbohidratos no afectan la glicemia de manera similar, lo cual dio origen al concepto de índice glicémico. Dado lo anterior, se ha planteado que el tipo de carbohidrato puede ejercer un efecto diferencial en el control metabólico del individuo ( 66 ). Sin embargo, aislar el efecto nutricional de esta variable no es simple, dado que dietas de bajo vs. alta respuesta glicémica tienden a variar en contenido de fibra, antioxidantes, entre otros, lo cual impide ser concluyentes respecto al impacto específico del índice glicémico. Un metaanálisis de 18 estudios controlados mostró que dietas de bajo índice glicémico (incluía alto contenido de fibra y carbohidratos no disponibles) se asociaron con una reducción general del grado de RI de 20% ( 67 ). De manera específica, cuando se evaluó el efecto del índice glicémico en condiciones de balance energético nulo y ante dietas de contenido similar de carbohidratos, grasa y fibra, también se observó una reducción de la RI ( 68 ). Por lo tanto, parece aconsejable restringir el consumo de alimentos de alto índice glicémico, en especial en individuos con SM. Un carbohidrato que ha despertado el interés dado su creciente disponibilidad dietaria y particular metabolismo hepático es la fructosa. Este carbohidrato posee un bajo índice glicémico, aunque no atribuido a una menor tasa de absorción intestinal, sino más bien a que la mayor parte de su metabolismo ocurre en el hígado y sólo una pequeña fracción se transforma en glucosa disponible para ser liberada a la circulación ( 69 ). La creciente disponibilidad de jarabe de maíz rico en fructosa ha estimulado el estudio del impacto de este carbohidrato en el SM. Los estudios que han comparado la ingesta de altas dosis de fructosa (>100 g/dl) con glucosa han observado un aumento de la RI junto con mayor acumulación de grasa visceral y alteraciones del perfil lipídico ( 70 ). No obstante, es importante destacar que en EEUU más del 95% de la población adulta tiene una ingesta de fructosa menor a 100 g/dl, por lo que los resultados obtenidos frente a dosis altas de fructosa pueden no ser aplicables en la mayoría de la población ( 71 ). Cuando se ha evaluado el efecto de dosis pequeñas de fructosa (10 g por comida, < 30 g/d) sobre parámetros metabólicos (ej. hemoglobina glicosilada, glicemia e insulinemia de ayuno) se observa una mejoría en el control metabólico del individuo ( 72 ). En este sentido, Hawkins et al. ( 73 ) encontró que la fructosa posee un efecto catalítico de la utilización hepática de glucosa, lo cual determina una menor producción de glucosa. Aunque no existe una recomendación especial que promueva la ingesta de fructosa, al menos el consumo de frutas, las cuales contienen fructosa, no está contraindicado en individuos con SM. Otro componente importante de la dieta es la fibra y los carbohidratos no digeridos en el intestino delgado. Estas sustancias dietarias pasan al intestino grueso donde son fermentados por la flora residente. Producto de este proceso se liberan ácidos grasos de cadena corta, los cuales son un sustrato energético para la mucosa intestinal. Por otra parte, estos ácidos grasos pueden alcanzar otros órganos e impactar la sensibilidad insulínica a nivel sistémico ( 74 ). Esta información es sustentada por diversos estudios epidemiológicos que describen una relación inversa entre la ingesta de fibra y la prevalencia de SM y RI ( 75 ). Un último aspecto a tratar en esta sección es la influencia de los antioxidantes sobre el control de la homeostasis glicémica y sensibilidad insulínica. El estrés oxidativo juega un papel importante en el control de la sensibilidad insulínica. Por una parte, las especies reactivas del oxígeno pueden inducir RI ( Figura 1 ) ( 76 ). Por otra parte, se requiere un nivel mínimo (fisiológico) de estrés oxidativo para promover una adecuada transducción de la señal insulínica ( 77 ). Dado que la obesidad y el SM se caracterizan por un estado inflamatorio y mayor estrés oxidativo, mantener un adecuado suministro de sustancias antioxidantes parece ser una estrategia razonable. Además, el consumo de dietas pobres en frutas y verduras frescas, fortalece la idea de estudiar el impacto de una mejor capacidad antioxidante sobre el grado de RI. En este sentido, Stull et al. ( 78 ), evaluaron mediante un ensayo clínico placebo-controlado, doble-ciego y aleatorio, el efecto de la suplementación por 6 semanas con un concentrado de arándanos en sujetos obesos con RI (medida mediante clamp euglicémico-hiperinsulinémico). Posterior a este período, la bebida rica en antioxidantes se acompañó de una reducción de la RI en comparación con la bebida placebo, sustentando el efecto favorable de antioxidantes naturales. Un aspecto a considerar es el papel fisiológico que desempeña el estrés oxidativo en el control metabólico, por lo que el uso exagerado de antioxidantes pudiera tener consecuencias contrarias a la esperada. En efecto, el uso en humanos de megadosis de vitamina C (11 veces la recomendación) y E (27 veces la recomendación), provocó una disminución de la mejoría esperada en la RI después de 4 semanas de entrenamiento físico ( 79 ). Un resumen de las recomendaciones nutricionales para el control del SM se presentan en la Tabla 2, Desde el punto de vista dietético, estas recomendaciones nutricionales pueden ser alcanzadas a través de una dieta balanceada, siendo la dieta mediterránea una alternativa. Esta se caracteriza por un adecuado aporte de frutas, vegetales, cereales, legumbres, pescados, frutos secos, vino tinto y aceite de oliva, y que en general puede englobar los distintos aspectos nutricionales descritos anteriormente, pudiendo ser altamente beneficiosa para el tratamiento del SM. En este sentido, una revisión de la literatura que incluyó 6 estudios prospectivos, mostró de manera global una reducción en el riesgo de cardiopatía coronaria ( 80 ). Actualmente se reconoce que las intervenciones basadas en cambios en los estilos de vida son la primera opción para el manejo del SM, aquellas que han sido exitosas revisten un alto grado de complejidad, como las aplicadas en el Programa de Prevención de Diabetes ( 81 ) y en el Estudio de Prevención de Diabetes de Finlandia ( 82 ). Esto condiciona un alto costo y un desafío para lograr una adecuada adherencia de los pacientes durante meses o años. Por otra parte, experiencias con intervenciones en los estilos de vida de menor costo y menos intensivas, también han mostrado revertir el SM y reducir la incidencia de diabetes tipo 2 ( 83 ). Manejo farmacológico del síndrome metabólico Hasta el momento ningún fármaco ha mostrado la capacidad de reducir todos los factores de riesgo del SM, fundamentalmente porque la fisiopatología de esta condición es multifactorial ( 84 ). Alternativas farmacológicas que bloqueen el sistema renina–angiotensina, podrían potencialmente reducir la inflamación vascular, además de su efecto reductor de la presión arterial ( 85 ). Sin embargo, existe consenso en que el tratamiento farmacológico del SM debe restringirse al manejo de cada factor de riesgo de manera individual de acuerdo a las guías establecidas. Esto mientras no se disponga de estudios clínicos controlados que demuestren que un fármaco en particular posee la capacidad de actuar de modo multifactorial. Una revisión sistemática y meta-análisis de 16 estudios ( 86 ), involucrando a 3907 pacientes con SM, mostró que la posibilidad de revertir el síndrome cuando se aplican estrategias para modificar los estilos de vida es 4 veces mayor que en los pacientes sin este tratamiento (odds ratio = 3,8; IC 95%: 2,5-5,9). En cambio, cuando se utilizan terapias farmacológicas (incluyendo hipolipemiantes, anti-diabéticos orales y fármacos anti-obesidad), la posibilidad de revertir el SM solo es un 60% mayor que en sujetos sin tratamiento (OR=1,6; IC 95%: 1,0-2,5). Al analizar las distintas combinaciones de tratamientos, los investigadores concluyeron que las mayores posibilidades de revertir el SM se observan con intervenciones de dieta más ejercicio, seguido por el uso de fármacos anti-obesidad (sibutramina o rimonabant) junto con consejos sobre estilos de vida y en tercer lugar dieta sola. Manejo farmacológico de la resistencia a la insulina Considerando que la resistencia insulínica, es una condición metabólica que condiciona un mayor riesgo cardiovascular y de diabetes tipo 2, es cada vez más frecuente observar en la práctica clínica el uso de fármacos insulinosensibilizadores en sujetos sin diabetes tipo 2. Entre estos fármacos, el más usado es la metformina, aunque muchos estudios clínicos también han probado la eficacia de las tiazolidinedionas (rosiglitazona, pioglitazona) para tratar estados de resistencia a la insulina y de esta forma disminuir sus efectos deletéreos a largo plazo. Las condiciones clínicas en que se ha estudiado con mejores resultados el manejo farmacológico de la resistencia a la insulina, especialmente con metformina, son la glicemia alterada de ayuno y/o intolerancia a la glucosa, el síndrome de ovarios poliquísticos e infertilidad asociada, la esteatosis hepática no alcohólica, y el síndrome metabólico y lipodistrofia asociado al tratamiento del VIH. En estudios de prevención de diabetes se ha observado que las terapias farmacológicas que reducen la resistencia a la insulina disminuyen significativamente el riesgo de diabetes tipo 2, aunque cuando se comparan con terapia basada en cambios en estilos de vida, su efectividad no siempre es mayor. En el estudio DPP, el uso de metformina 850 mg/2 veces al día redujo el riesgo de diabetes en 31% en comparación con un 58% logrado con cambios en estilos de vida ( 81 ). En el estudio de prevención de diabetes de India ( 87 ), la reducción del riesgo de diabetes después de 30 meses de seguimiento (28%), fue similar entre el grupo de estilo de vida y el grupo con metformina 1000 mg al día, en cambio en un estudio efectuado en China ( 88 ), la rama de tratamiento con metformina 750 mg al día logró una reducción significativamente mayor en el riesgo de diabetes que el grupo con cambios en estilo de vida (77% vs.43%). Aún con esta evidencia, metformina no está indicada para la prevención de la diabetes en la mayoría de los países. Sin embargo consensos independientes de la American Diabetes Association (ADA) ( 89 ), y de la International Diabetes Federation (IDF) ( 90 ), han recomendado el uso de metformina, en conjunto con intervención sobre estilo de vida, en pacientes con glicemia alterada de ayuno o intolerancia a la glucosa, con edad menor de 60 años, antecedentes familiares de diabetes y presencia de obesidad u otros componentes del síndrome metabólico (hipertensión, HDL bajo, aumento de triglicéridos). La recomendación más reciente de la ADA establece que la indicación de metformina para la prevención de diabetes tipo 2 puede ser considerada en sujetos de mayor riesgo, como aquellos con múltiples factores de riesgo, especialmente si estos muestran progresión de la hiperglicemia (ej. HbA1C ≥6%), a pesar de intervención en estilo de vida ( 91 ). Otros fármacos sensibilizadores a la insulina, como las tiazolidinedionas, no se han considerado en las recomendaciones principalmente por su alto costo, perfil adverso de seguridad y falta de persistencia de su efecto a largo plazo. Otra de las situaciones clínicas asociadas a resistencia insulínica en que se ha estudiado extensamente la aplicación de terapia farmacológica es el síndrome de ovario poliquístico (SOP) e infertilidad asociada. En estas pacientes la hiperinsulinemia se asocia a un aumento en el riesgo cardiovascular y de desarrollo de diabetes tipo 2 y los fármacos que mejoran la sensibilidad insulínica, tales como la metformina, se indican en la práctica clínica por su efectividad para tratar las manifestaciones clínicas del SOP, incluyendo la anovulación. Sin embargo, un reciente meta-análisis de 38 estudios que involucra a 3495 mujeres, concluye que metformina no mejora la tasa de nacidos vivos a pesar de aumentar la tasa de embarazos, ya se use sola o en combinación con clomifeno ( 92 ). Aún así, metformina ha demostrado ser de utilidad en mujeres con SOP para mejorar la composición corporal, disminuir factores de riesgo cardiovascular y las alteraciones hormonales y metabólicas que se asocian a este síndrome ( 93, 94 ). La esteatosis hepática no alcohólica (EHNA), se considera en la actualidad como una manifestación más del síndrome metabólico, ya la que los pacientes con EHNA presentan con alta frecuencia resistencia a la insulina, obesidad, alteraciones del metabolismo de la glucosa, dislipidemia aterogénica e hipertensión arterial, aumentando el riesgo cardiovascular y contribuyendo a la progresión del daño hepático ( 95 ). Numerosos estudios han investigado el impacto de metformina en pacientes con EHNA, ya sea evaluando cambios en las enzimas hepáticas, en componentes del síndrome metabólico o en la histología ( 96 ). Estos estudios permiten concluir que aunque la terapia de elección para tratar la EHNA es la reducción de peso con cambios en estilo de vida, la metformina puede ser beneficiosa como terapia adjunta en pacientes con síndrome metabólico ( 97 ). Los autores declaran no tener conflictos de interés, relacionados a este artículo. Referencias bibliográficas Diet, nutrition and the prevention of chronic World. diseases Health Organ Tech Rep Ser, 916 (2003), pp. i-viii 1-149, backcover Encuesta Nacional de Salud (ENS) Chile 2009 – 2010. Ministerio de Salud. Reaven G.M. Role of insulin resistance in human disease. Diabetes, 37 (1988), pp.1595-1607 Banting lecture 1988 Alberti K.G., Zimmet P.Z. Definition, diagnosis and classifcation of diabetes mellitus and its complications. 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¿Que desayunar si tengo resistencia a la insulina?

Si tienes resistencia a la insulina, apégate a una dieta rica en grasas saludables, fibra y fuentes de proteínas magras.Para revertir tu resistencia a la insulina, también puedes intentar un plan alimenticio bajo en carbohidratos o una dieta mediterránea.Los alimentos recomendables para comer cuando se tiene este problema incluyen salmón, arroz integral, verduras y aguacates.

La resistencia a la insulina es una condición que significa que el cuerpo no es capaz de controlar correctamente los niveles de azúcar en la sangre. Si no se controla, la resistencia a la insulina puede provocar prediabetes, síndrome metabólico o diabetes tipo 2.10.36% de los mexicanos vive con diabetes y 18.4% indicó tener diagnóstico médico de hipertensión según la en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) de 2018-2019 No obstante, la resistencia a la insulina puede ser controlada y, en algunos casos, incluso se puede revertir mediante el ejercicio y una dieta saludable.
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¿Cómo se siente la resistencia a la insulina?

Sed o hambre extrema. sentirte con hambre incluso después de comer. mayor micción o con más frecuencia. sensación de hormigueo en manos o pies.
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¿Que no debo consumir si tomo metformina?

Advertencia por el uso de alcohol – No deberás beber alcohol mientras tomas este medicamento. El alcohol puede incrementar tu riesgo de acidosis láctica debido a la metformina. El alcohol también puede incrementar o reducir tus niveles de azúcar en la sangre.
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¿Por qué se produce la resistencia a la insulina?

¿Por qué usted? – No se sabe exactamente qué causa la resistencia a la insulina, pero los antecedentes familiares de diabetes tipo 2, el sobrepeso (especialmente alrededor de la cintura) y la falta de actividad física pueden aumentar el riesgo. No es necesario tener sobrepeso para presentar resistencia a la insulina. No se puede saber si una persona tiene resistencia a la insulina con solo verla.
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¿Cómo tratar la resistencia ala insulina sin metformina?

2016-11-23 *Nota del editor: el contenido de este artículo refleja las estrategias que han funcionado para la autora en su manejo para la diabetes tipo 1. Beyond Type 1 reconoce que este es un consejo basado en la experiencia más que en la ciencia revisada por pares y que todas las personas son diferentes cuando se trata de la diabetes tipo 1. Como Tratar La Resistencia A La Insulina Las personas con diabetes tipo 1, enfrentamos lo que parecen millones de decisiones diarias que tendrán algún tipo de efecto sobre nuestros niveles de glucosa en la sangre Sé que cuando mis niveles de glucosa en la sangre son estables o cuando mi conteo de carbohidratos está justo en el punto, siento que gané la lotería de la diabetes tipo 1.

He pasado los últimos cuatro años, desde mi diagnóstico en 2012, experimentando con diferentes métodos para estabilizar mis números sin depender principalmente de la insulina. Mi motivación para buscar nuevos trucos y consejos de forma enérgica simplemente es un medio para evitar la forma en que me siento después de que mis números han estado en una montaña rusa.

El mayor cambio para mí desde que se me diagnosticó ha sido la lucha contra la fatiga, que suele ser el resultado directo de niveles altos o bajos de azúcar o fluctuaciones extremas entre las dos cosas. Mi objetivo ha sido mitigar la frecuencia de los niveles erráticos y evitar la resistencia a la insulina, que es cuando nuestros cuerpos rechazan la insulina, causando un aumento en el azúcar en la sangre.

  • Esta es la sensación a la que más le temo: esa sensación de letargo que me deja completamente sin vida.
  • Con frecuencia describo la sensación de un alto nivel de azúcar en la sangre como un movimiento lento, una experiencia fuera del cuerpo cuando dos muros de concreto se cierran contra mi cabeza, seguidos por una niebla cerebral.

La resistencia a la insulina causa mala circulación, dolores de cabeza, energía baja, altos niveles de azúcar, aumento de peso, falta de concentración y debilidad. Ninguna de estas cosas suena divertida, ¿verdad? Estas son 6 maneras que he aprendido que ayudan a evitar o reducir la probabilidad de que la resistencia a la insulina ocurra.1.

  1. COME DE FORMA INTELIGENTE Esta es una obviedad.
  2. Sin embargo, he visto demasiadas personas con diabetes Tipo 1 actuar sorprendidas o desconcertadas cuando sus números están en el techo después de que se han atorado de pizza, pasta y postres.
  3. Como dice el refrán, “todo con moderación”.
  4. Esto es muy cierto, especialmente cuando se trata de alimentos y nutrición.

Una regla general es enfocar tu dieta como si fuera un estilo de vida, eligiendo e incorporando alimentos en tu dieta que beneficiarán tu bienestar general y que te brindarán resultados de salud óptimos a largo plazo. Si nos enfocamos únicamente en alimentos que ayudarán a combatir la resistencia a la insulina, aquí hay algunos conceptos básicos a seguir:

Evita lo obvio: granos refinados o trigo. Estos alimentos densos en carbohidratos producen una inflamación intestinal que hace que aumenten los niveles de cortisol en el intestino, lo que da como resultado azúcar en la sangre alta. Algunos de los culpables infames son los panes, los pasteles, las galletas y las pastas. Cuando mi cuerpo está luchando para bajar mis niveles de azúcar en la sangre, generalmente es después de haberme permitido comer algo que cae dentro de uno de estos grupos de alimentos. Esfuérzate por comer una dieta que sea “más o menos paleo”. Paleo básicamente es una dieta baja en carbohidratos y alta en proteínas que promueve comer de todos los alimentos naturales. He escuchado una regla paleo que se me ha pegado “Si tiene un latido de corazón o crece del suelo, cómetelo y come mucho. Si sale de una caja, tíralo “. Este es un enfoque extremo, pero es una norma que las personas con diabetes Tipo 1 deben seguir para evitar que los niveles de glucosa en la sangre se salgan de control. Lo básico del enfoque paleo (nota que no usé la palabra dieta. Paleo es un estilo de vida, no una dieta de moda a corto plazo) es que te alienta a comer carnes, pescados, huevos, nueces y a ser más selectivo con las frutas y, las grasas y los aceites saludables. Mis opciones favoritas para bajar los niveles de glucosa en la sangre son las siguientes: aguacates, moras, brócoli, judías verdes y coliflor. Para mí, es más fácil concentrarme en los alimentos que se deben eliminar: azúcar, productos lácteos, jarabe de maíz con alto contenido de fructosa (que se encuentra en muchos refrescos, jugos, pasteles, helados, etc.), grasas trans y alimentos altamente procesados. Al tener en cuenta el enfoque paleo cuando vayas a la tienda de comestibles, tu cuerpo y tus niveles de azúcar en la sangre te lo agradecerán. ¡Evita los alimentos inflamatorios! Como se mencionó anteriormente, los carbohidratos y los alimentos altamente procesados ​​inflaman nuestros estómagos y causan una mayor tensión en nuestros cuerpos, por lo tanto, hace que sea difícil que la insulina haga su trabajo. Los alimentos que causan inflamación incluyen: grasas trans (piensa en los alimentos procesados ​​que se encuentran en cajas y paquetes), azúcar, gluten, comida rápida, alcohol, aceite vegetal, productos lácteos y gms (glutamato monosódico). Trata de alejarte de estos alimentos y trata de agregar estos tipos de alimentos para combatir la inflamación: verduras de hoja verde, arándanos azules, pescado, aceite de coco y nueces. Come menos fuera y trata de preparar tu comida con más frecuencia. Tú eres tu propio defensor de la salud y ahora puedes ser tu propio nutricionista y chef personal. Es decir, ya sabes, nosotros las personas con diabetes Tipo 1 ya tenemos currículums impresionantes, siendo nuestros propios médicos, entrenadores personales y entrenadores de vida. ¿Por qué no agregar un chef a la mezcla? Cuando cocinamos para nosotros mismos, sabemos exactamente qué contiene nuestra comida en términos de carbohidratos, azúcar, fibra, ingredientes, etc. Podemos controlar nuestras propias porciones y agregar nuestros propios giros y alternativas que se ajusten a nuestras necesidades.

2. HAZLO A TU MANERA Hay toneladas de recetas, muchas de las cuales dicen ser “saludables”, pero están cargadas de calorías, carbohidratos e ingredientes misteriosos. Sí, pueden ser tentadoras, pero puedes salvarte una noche de niveles de azúcar en la sangre por encima del cielo al encontrar formas alternativas de crear tu propia versión de tus antojos favoritos.

  1. Por ejemplo, buscaré una receta en línea o en Pinterest y miraré rápidamente los ingredientes.
  2. La mayoría de las veces, es una receta que no es tan amigable con la diabetes Tipo 1.
  3. Luego buscaré versiones más saludables y buscaré opciones sin gluten, sin lácteos, paleo, etc.
  4. Una vez que las reduzca, regresaré a los ingredientes y veré si hay áreas que pueda intercambiar por alternativas más saludables.

¡Confía en mí, las cosas pequeñas pueden hacer una gran diferencia! Por ejemplo, solo cocino con aceite de coco y ahora cocino con azúcar de coco (en lugar de mantequilla tradicional, azúcar y azúcar morena). El aceite de coco no solo está enriquecido con nutrientes, sino que es una fuente de combustible mejor que el azúcar (y además sabe mejor que la mantequilla y el azúcar simple).

  • También he encontrado muchas recetas para intercambiar la harina por harina de almendra o de coco, azúcar morena por azúcar de coco, leche entera por leche de almendras sin azúcar y azúcar o miel por stevia (solo de vez en cuando endulzaré cosas con edulcorantes artificiales).
  • También me gusta darles sabor a mis alimentos con hierbas naturales y especias como el limón, el romero y la canela.
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Por ejemplo, esta mañana me comí una tostada de pan Ezekiel con canela y stevia y estaba deliciosa. Además, mis niveles de glucosa en la sangre no se vieron afectados literalmente. Una de mis comidas reconfortantes (días antes de la diabetes) era la lasaña.

  1. Después de una investigación exhaustiva, he encontrado muchas alternativas saludables que son igual de sabrosas.
  2. La calabaza ha sido un salvavidas en la cocina y he hecho un sinfín de platos con calabaza spaghetti como mi alternativa saludable a la pasta.
  3. He encontrado platillos amigables para la diabetes Tipo 1 como cazuela horneada de lasaña paleo, espagueti al horno, cacerola de pizza paleo, y así sucesivamente.

Cada vez que he comido uno de estos platillos, me voy de la mesa llena y feliz porque sé que no estaré preocupada por un nivel alto retrasado que habría experimentado si hubiera comido con la “versión real”. He usado este mismo método para otros alimentos favoritos como el chili, las sopas y hasta los postres, y he evitado con éxito la resistencia a la insulina.

  • Algunos de mis postres alternativos favoritos incluyen galletas de chocolate paleo, galletas de coco sin hornear, pastel en taza paleo y, recientemente, helado de la marca Halo Top (bajo en carbohidratos, alto en proteínas, bajo en azúcar hecho con ingredientes naturales).
  • No me dedico mucho a los postres, pero cuando lo hago siempre encuentro alternativas más saludables.

¡Siempre vale la pena! 3. MUÉVETE
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¿Cuál es la dosis de metformina para la resistencia a la insulina?

Metformina PDM La metformina es un agente antihiperglucemiante de la familia de las biguanidas, derivado de la guanidina. Su mecanismo de acción no se conoce con exactitud, aunque se ha observado que sus efectos en la disminución de la glucosa sanguínea se producen por múltiples vías: reduce el aporte de glucosa a la sangre, mejora la utilización periférica de la glucosa, reduce la hiperinsulinemia en ayunas, la ganancia de peso mejora el perfil lipídico y reduce la actividad trombótica, además de mejorar la mineralización ósea.

Ficha técnica (A): Tratamiento de la diabetes tipo 2 en niños ≥10 años en monoterapia o en combinación con insulina. Fuera de la ficha técnica ( E: off-label ): Obesidad.

Algunos estudios que utilizaron metformina frente a placebo realizados en adolescentes obesos (dosis de metformina entre 850-1000 mg, 2 veces al día) demuestran que la adición del fármaco al tratamiento dietético y al cambio de estilo de vida puede determinar una reducción adicional del índice de masa corporal (aproximadamente de −1 kg/m 2 ) y una mejora relativa de la resistencia a la insulina. La mayoría de los estudios son de corta duración (no superior a 6 meses) e incluyen pocos pacientes. Los efectos de la suspensión del tratamiento sobre el peso corporal y el metabolismo de la glucosa no se conocen. En adolescentes obesos con hígado graso y resistencia a la insulina grave, los resultados de la terapéutica con metformina son contradictorios. Algunos estudios han demostrado beneficios con dosis de 1000-1500 mg/día, mientras que otros no encuentran diferencias con la dieta y los cambios de estilo de vida. Síndrome del ovario poliquístico. En adolescentes obesas y normopeso, la metformina con dosis de 850-2000 mg/día administrada durante un periodo de 6-10 meses normaliza la ciclicidad menstrual y la ovulación. Estos efectos se acompañan de una reducción del score de hirsutismo, un incremento de la sensibilidad a la insulina y de la proteína transportadora de las hormonas sexuales (SHBG, sex hormone-binding globulin ), un descenso de las concentraciones de testosterona y una reducción de la grasa abdominal. La eficacia de la metformina depende, en parte, de la existencia de determinados polimorfismos genéticos en los genes codificantes de la SHBG y el receptor de andrógenos. El tratamiento combinado de metformina (850 mg/día) con dosis bajas de un antiandrógeno puro que actúa a nivel del receptor (flpuro qu, 62,5 mg/día) durante 12 meses aumenta los efectos beneficiosos sobre el hirsutismo, la sensibilidad a la insulina y la composición corporal. Estos efectos persisten al añadir un anticonceptivo oral en pacientes con necesidad de contracepción. Se ha demostrado que la combinación metformina-flha demo más una tiazolidinediona con dosis bajas durante 12-18 meses (pioglitazona, 7,5 mg/día) tiene efectos adicionales beneficiosos sobre marcadores de riesgo cardiovascular, como el grosor de la íntima carotídea y las concentraciones de proteína C reactiva ultrasensible, además de normalizar marcadores tisulares de inflamación. Inducción de la ovulación. En adolescentes con hiperinsulinismo, antecedente de bajo peso al nacer para la edad gestacional, oligomenorrea y ciclos anovulatorios, la administración de metformina durante 3 meses restablece la ciclicidad menstrual y la ovulación, reduce las concentraciones elevadas de insulina y mejora el perfil lipídico. El tratamiento mejora la composición corporal al reducir la grasa abdominal y aumentar la masa magra. Modulación del tiempo puberal y la edad de la menarquia. Estudios piloto realizados en pacientes con bajo peso al nacer (<2,9 kg a término), recuperación rápida y exagerada del peso y la talla y desarrollo de pubarquia precoz han demostrado que la administración de metformina (dosis ≈ 25 mg/kg/día) entre los 8-12 años normaliza el inicio y la progresión de la pubertad y la edad de la menarquia, con lo que mejora la talla final. Estos efectos se acompañan de una reducción de la grasa total y visceral, y son sostenidos después de suspender la terapéutica. El seguimiento longitudinal de estas pacientes demuestra que la metformina reduce también la incidencia de síndrome del ovario poliquístico clínico a los 5 años posmenarquia. Los efectos sobre el desarrollo puberal también se han observado en pacientes con bajo peso al nacer y pubertad adelantada rápidamente evolutiva que no desarrollan pubarquia precoz. Diabetes tipo 1 con resistencia a la insulina. En adolescentes con diabetes tipo 1, el aumento de la resistencia a la insulina asociado al desarrollo puberal puede deteriorar el control metabólico. DOSIS Y PAUTAS DE ADMINISTRACIÓN: La dosificación es variable en función de la edad y la patología. Se recomienda iniciar el tratamiento con la mitad de la dosis y aumentar progresivamente. Dosis recomendadas:

Diabetes mellitus tipo 2: 500-850 mg, una vez al día, administrados durante o después de las comidas. Tras 10-15 días de tratamiento, se debe ajustar la dosis en función de los valores de glucemia. Un aumento gradual de la dosis puede mejorar la tolerancia gastrointestinal. Dosis máxima recomendada: 2 g/día.Obesidad en niños >10 años: 500 mg, 1 o 2 dosis al día. En adolescentes, se pueden administrar 850 mg, 1 o 2 veces al día. Dosis diaria máxima: 2 g.Síndrome del ovario poliquístico: se recomiendan 850 mg/día en pacientes con normopeso; en adolescentes obesas, se puede aumentar la dosis a 850 mg, 2 veces al día. Dosis máxima: 2 g/día. Inducción de ovulación: 850 mg, una dosis al día.Pubertad adelantada en niñas con antecedentes de bajo peso al nacimiento y pubarquia prematura: 22-25 mg/kg/día, que corresponden aproximadamente a 425 mg/día (menos de 25 kg) o 850 mg/día (25 kg o más) en una sola dosis.

La metformina debe tomarse diariamente sin interrupción. No duplicar la dosis en caso de olvido. La duración del tratamiento es variable en función de la indicación. En pacientes con pubertad adelantada o pubarquia prematura, el tratamiento puede prolongarse hasta 2 o 3 años.

  • En la inducción de la ovulación y el síndrome del ovario poliquístico, el tratamiento puede mantenerse 2 años, y es aconsejable una duración mínima de 1 año.
  • En las otras indicaciones fuera de ficha técnica, no existen estudios que permitan determinar la duración adecuada del tratamiento.
  • Los alimentos retrasan ligeramente la absorción de los comprimidos convencionales de metformina.

Pese a ello, se recomienda que el fármaco se ingiera con las comidas porque reduce los efectos adversos gastrointestinales y mejora la tolerancia. Los comprimidos de liberación retardada mejoran su absorción con la ingesta. Los comprimidos pueden tragarse con un vaso de agua.

Hipersensibilidad a la metformina o cualquier componente de la preparación.Insuficiencia renal aguda o crónica.Acidosis metabólica aguda o crónica.Cetoacidosis diabética y estados hipoxémicos.Insuficiencia hepática, cardiaca o renal: creatinina >1,2 mg/ml.Estados de deshidratación: gastroenteritis aguda (GEA).Alcoholismo agudo o crónico.Intervenciones con anestesia general.Investigaciones radiológicas con contraste yodado por la posibilidad de afectación renal.Infecciones graves: neumonía y shock séptico.Interacciones medicamentosas: nifedipina, furosemida, cimetidina, ranitidina, digoxina, morfina, quinina, trimetoprim y vancomicina. Anabolizantes hormonales, anticonceptivos, antihipertensivos y β-bloqueantes.

Acidosis láctica: en caso de deshidratación (diarrea o vómitos intensos, fiebre o reducción de la ingesta de líquidos), se debe interrumpir el tratamiento de forma temporal y se recomienda contactar con un profesional sanitario. Los medicamentos que puedan alterar de manera aguda la función renal (como antihipertensivos, diuréticos y antiinflamatorios no esteroideos ) se deben iniciar con precaución en los pacientes tratados con metformina.Función cardiaca: los pacientes con insuficiencia cardiaca tienen más riesgo de sufrir hipoxia e insuficiencia renal, por lo que se recomienda la monitorización regular de la función cardiaca y renal.Cirugía: la metformina se debe suspender en el momento de la cirugía con anestesia general, espinal o epidural. El tratamiento se puede reanudar pasadas 48 h desde la cirugía o tras la reanudación de la nutrición oral, siempre que se haya reevaluado la función renal y comprobado que es estable.

Muy comunes (10%): incomodidades gastrointestinales, tales como náuseas, vómitos, diarrea, flatulencia, dolor de cabeza, dolor abdominal y anorexia, especialmente en las primeras semanas del tratamiento. Estos síntomas son generalmente transitorios y pueden reducirse tomando los comprimidos junto con las comidas.Comunes (1-10%): trastornos del sabor, mialgia, disnea y dolor de pecho.Muy raros (<0,01%): la reacción más grave, aunque rara, es la acidosis láctica.

Respecto a los adultos de edad avanzada y con alteraciones de la función renal que reciben tratamientos concomitantes con otros fármacos, se han publicado hasta la actualidad 16 casos de toxicidad hepática inducida por el fármaco, que suele ocurrir en las primeras 2-4 semanas del tratamiento.

  1. El funcionalismo hepático se recupera al suspender el tratamiento.
  2. También se ha reportado un descenso del tiempo de coagulación en pacientes diabéticos tipo 2, con dosis de metformina de 700 mg/día durante 6 semanas; este efecto probablemente se debe a una disminución de la agregación plaquetaria.
  3. Ninguno de estos efectos se ha comunicado en edad pediátrica.

En casos aislados, se observa una disminución de la absorción de la vitamina B 12 en tratamientos prolongados. Se recomienda su investigación en caso de anemia megaloblástica. Sobredosificación: La ingestión de dosis masivas de metformina puede determinar acidosis láctica.

  • Los síntomas más frecuentes son: vómitos, dolor abdominal, malestar con cansancio intenso y dificultad respiratoria, que puede evolucionar a coma.
  • INTERACCIONES FARMACOLÓGICAS: Algunos de los fármacos que interaccionan con la metformina son: anabolizantes hormonales, anticonceptivos, β-bloqueantes, cimetidina y antihipertensivos inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina de un uso muy limitado en la edad pediátrica.

La lista de excipientes es variable según la presentación utilizada. Pueden contener lactosa. Comentarios: La metformina es un fármaco utilizado ampliamente desde hace 50 años como antihiperglucemiante. Actualmente está siendo indicado en nuevas y emergentes patologías.

Fichas técnicas del Centro de Información Online de Medicamentos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (CIMA). En: Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Madrid, España, Disponible en:, Abdelghaffar S, Attia AM. Metformin added to insulin therapy for type 1 diabetes mellitus in adolescents. Cochrane Database Syst Rev.2009(1):CD006691.Akcam M, Boyaci A, Pirgon O, et al. Therapeutic effect of metformin and vitamin E versus prescriptive diet in obese adolescents with fatty liver. Int J Vitam Nutr Res.2011;81:398-406.Arslanian SA, Lewy V, Danadian K, et al. Metformin therapy in obese adolescents with polycystic ovary syndrome and impaired glucose tolerance: amelioration of exaggerated adrenal response to adrenocorticotropin with reduction of insulinemia/insulin resistance. J Clin Endocrinol Metab.2002;87:1555-9.Brufani C, Fintini D, Nobili V, et al. Use of metformin in pediatric age. Pediatr Diabetes.2011;12:580-8.Díaz M, Chacón MR, López-Bermejo A, et al. Ethinyl estradiol-cyproterone acetate versus low-dose pioglitazone-flutamide-metformin for adolescent girls with androgen excess: divergent effects on CD163, TWEAK receptor, ANGPTL4, and LEPTIN expression in subcutaneous adipose tissue. J Clin Endocrinol Metab.2012;97:3630-8.Díaz M, López-Bermejo A, Petry CJ, et al. Efficacy of metformin therapy in adolescent girls with androgen excess: relation to sex hormone-binding globulin and androgen receptor polymorphisms. Fertil Steril.2010;94:2800-3.e1.Fichas técnicas. En: Food and Drug Administration (FDA). Maryland, Estados Unidos, Disponible en:, Ibáñez L, López-Bermejo A, Díaz M, et al. Early metformin therapy to delay menarche and augment height in girls with precocious pubarche. Fertil Steril.2011;95:727-30.Ibáñez L, López-Bermejo A, Díaz M, et al. Early metformin therapy (age 8-12 years) in girls with precocious pubarche to reduce hirsutism, androgen excess and oligomenorrhea in adolescence. J Clin Endocrinol Metab.2011;96:E1262-7.Ibáñez L, López-Bermejo A, Díaz M, et al. Metformin treatment for 4 years to reduce total and visceral fat in low birth weight girls with precocious pubarche. J Clin Endocrinol Metab.2008;93:1841-5.Ibáñez L, Potau N, Ferrer A, et al. Anovulation in eumenorheic, non-obese adolescent girls born small for gestational age: insulin sensitization induces ovulation, increases lean body mass, and reduces abdominal fat excess, dyslipidemia and subclinical hyperandrogenism. J Clin Endocrinol Metab.2002;87:5702-5.Ibáñez L, Valls C, Ong K, et al. Metformin therapy during puberty delays menarche, prolongs pubertal growth, and augments adult height: a randomized study in low-birth-weight girls with early-normal onset of puberty. J Clin Endocrinol Metab.2006;91:2068-73.Jones KL, Arslanian S, Peterokova VA, et al. Effect of metformin in pediatric patients with type 2 diabetes: a randomized controlled trial. Diabetes Care.2002;25:89-94.Love-Osborne K, Sheeder J, Zeitler P. Addition of metformin to a lifestyle modification program in adolescents with insulin resistance. J Pediatr.2008;152:817-22.Nobili V, Manco M, Ciampalini P, et al. Metformin use in children with nonalcoholic fatty liver disease: an open-label, 24-month, observational pilot study. Clin Ther.2008;30:1168-76.Sánchez-Infantes D, Díaz M, López-Bermejo A, et al. Clinical pharmacokinetics of metformin in girls aged 9 years. Clin Pharmacokinet.2011;50:735-8.TODAY Study Group, Zeitler P, Hirst K, et al. A clinical trial to maintain glycemic control in youth with type 2 diabetes. N Engl J Med.2012;366:2247-56.

Fecha de actualización: enero de 2021. La información disponible en cada una de las fichas del Pediamécum ha sido revisada por el Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría y se sustenta en la bibliografía citada. Estas fichas no deben sustituir en ningún caso a las aprobadas para cada medicamento por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) o la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Ficha técnica (A) Tratamiento de la diabetes tipo 2 en niños de 10 o más años en monoterapia o en combinación con insulina. La dosis inicial habitual es de 1 comprimido de 500 mg o de 850 mg una vez al día, administrado durante o después de las comidas. Tras 10-15 días de tratamiento, se debe ajustar la dosis en función de los valores de glucemia. Un aumento gradual de la dosis puede mejorar la tolerancia gastrointestinal. La dosis máxima recomendada es de 2 g al día. Fuera de ficha técnica (E= off-label) Obesidad Algunos estudios utilizando metformina versus placebo realizados en adolescentes obesos (dosis de metformina entre 850 mg y 1.000 mg dos veces al día) demuestran que la adición del fármaco al tratamiento dietético y al cambio de estilo de vida puede determinar una reducción adicional del índice de masa corporal (aproximadamente de -1 Kg/m 2 ) y una mejora relativa de la resistencia a la insulina. La mayoría de estudios son de corta duración (no superior a 6 meses) e incluyen pocos pacientes. Los efectos de la suspensión del tratamiento sobre el peso corporal y el metabolismo de la glucosa no se conocen. En adolescentes obesos con hígado graso y resistencia a la insulina severa, los resultados de la terapéutica con metformina son contradictorios. Algunos estudios han demostrado beneficios con dosis de 1.000-1.500 mg/d, mientras que otros no encuentran diferencias con la dieta y cambios de estilo de vida. Síndrome del ovario poliquístico En adolescentes obesas y normopeso, la metformina a dosis de 850-2.000 mg/d administrada durante un período de 6-10 meses normaliza la ciclicidad menstrual y la ovulación. Estos efectos se acompañan de una reducción del score de hirsutismo, de un incremento de la sensibilidad a la insulina y de la proteína transportadora de las hormonas sexuales, de un descenso de las concentraciones de testosterona y de una reducción de la grasa abdominal. La eficacia de la metformina depende en parte de la existencia de determinados polimorfismos genéticos en los genes codificantes de la SHBG y del receptor de andrógenos. El tratamiento combinado de metformina (850 mg/d) con dosis bajas de un antiandrógeno puro que actúa a nivel del receptor (flutamida, 62,5 mg/d) durante 12 meses, aumenta los efectos beneficiosos sobre el hirsutismo, la sensibilidad a la insulina y la composición corporal. Estos efectos persisten al añadir un anticonceptivo oral en pacientes con necesidad de contracepción. Recientemente, se ha demostrado que la combinación metformina-flutamida más una tiazolidinediona a dosis bajas durante 12-18 meses (pioglitazona, 7,5 mg/) tiene efectos adicionales beneficiosos sobre marcadores de riesgo cardiovascular como el grosor de la íntima carotídea y las concentraciones de proteína-C reactiva ultrasensible, además de normalizar marcadores tisulares de inflamación. Inducción de la ovulación En adolescentes con hiperinsulinismo, antecedente de bajo peso al nacer para la edad gestacional, oligomenorrea y ciclos anovulatorios, la administración de metformina durante 3 meses restablece la ciclicidad menstrual y la ovulación, reduce las concentraciones elevadas de insulina y mejora el perfil lipídico. El tratamiento mejora la composición corporal reduciendo la grasa abdominal y aumentando la masa magra. Modulación del tiempo puberal y de la edad de la menarquia Estudios piloto realizados en pacientes con bajo peso al nacer (<2.9 Kg a término), recuperación rápida y exagerada del peso y talla y desarrollo de pubarquia precoz han demostrado que la administración de metformina (dosis de ≈ 25 mg/Kg/d) entre los 8 y los 12 años normaliza el inicio y progresión de la pubertad y la edad de la menarquia, mejorando la talla final. Estos efectos se acompañan de una reducción de la grasa total y visceral, y son sostenidos después de suspender la terapéutica. El seguimiento longitudinal de estas pacientes demuestra que la metformina reduce también la incidencia de síndrome del ovario poliquístico clínico a los 5 años post-menarquia. Los efectos sobre el desarrollo puberal también se han observado en pacientes con bajo peso al nacer y pubertad adelantada rápidamente evolutiva que no desarrollan pubarquia precoz. Diabetes tipo 1 con resistencia a la insulina En adolescentes con diabetes tipo 1, el aumento de la resistencia a la insulina asociado al desarrollo puberal puede deteriorar el control metabólico. Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría. Pediamécum. Edición 2015. ISSN 2531-2464., Disponible en: https://www.aeped.es/comite-medicamentos/pediamecum/metformina. Consultado el 01/12/2022. : Metformina Ver respuesta completa

¿Qué pasa si tomo metformina y no tengo diabetes?

– La metformina es un tratamiento efectivo para el tratamiento de la diabetes tipo 2, Ayuda a reducir los niveles de glucosa en sangre al:

hacer que las células del cuerpo sean más sensibles a la insulinaretrasar la liberación de glucosa almacenada en el hígadoretrasar la absorción de glucosa de los alimentos en el intestino

Sin embargo, la metformina puede causar una serie de posibles efectos secundarios. Algunos son comunes, y otros son raros. Los efectos secundarios comunes de la metformina incluyen:

problemas digestivos, como diarrea, vómitos y flatulenciadeficiencia de vitamina B-12pérdida ligera de peso

Una persona debe hablar con el médico antes de suspender el tratamiento con metformina. Tomar el medicamento con alimentos reduce el riesgo de problemas digestivos. Alrededor del 30 por ciento de las personas que toman metformina a largo plazo experimentan deficiencia de vitamina B-12. Los síntomas pueden incluir:

debilidaddificultad para respirardaño a los nervios

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¿Qué pasa si me tomo metformina y no tengo diabetes?

Los efectos secundarios de la metformina para perder peso – La metformina se usa en pacientes diabéticos para bajar la presencia de insulina en sangre. Pero si se administra a una persona que no lo necesita porque no es diabética se corre el riesgo de sufrir efectos secundarios que pueden llegar a ser muy graves.
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¿Cómo se debe de tomar la metformina para bajar de peso?

¿Cómo hay que tomar este antidiabético? – Este fármaco puede utilizarse solo o en combinación con otros antidiabéticos orales o con insulina. “La dosis inicial habitual es de 500 mg u 850 mg de metformina 2 o 3 veces al día, junto con las comidas o después de éstas.

  • Al cabo de 10 o 15 días, la posología se debe ajustar en función de los niveles de glucosa en sangre”, dice Casamitjana.
  • Al respecto, López Simarro comenta que ” se recomienda iniciar el tratamiento con la mitad de un comprimido con la cena y, posteriormente, ir aumentado la dosis según la tolerancia, hasta conseguir la pauta más habitual, que son dos comprimidos al día”.

En pacientes de edad avanzada, dado el posible deterioro de la función renal, la dosis de metformina se ajustará según esta condición. Por ello, será necesario realizar las correspondientes evaluaciones de forma periódica.
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¿Cómo se siente una persona con resistencia a la insulina?

Sed o hambre extrema. sentirte con hambre incluso después de comer. mayor micción o con más frecuencia. sensación de hormigueo en manos o pies.
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¿Por qué se produce la resistencia a la insulina?

¿Por qué usted? – No se sabe exactamente qué causa la resistencia a la insulina, pero los antecedentes familiares de diabetes tipo 2, el sobrepeso (especialmente alrededor de la cintura) y la falta de actividad física pueden aumentar el riesgo. No es necesario tener sobrepeso para presentar resistencia a la insulina. No se puede saber si una persona tiene resistencia a la insulina con solo verla.
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¿Qué tan grave es la resistencia a la insulina?

– La resistencia a la insulina ocurre cuando el exceso de glucosa en sangre reduce la capacidad de las células de absorber y utilizar el azúcar en sangre para obtener energía. Esto aumenta el riesgo de desarrollar prediabetes y, finalmente, diabetes tipo 2,
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