Que Es La Bioética En Salud?

10.01.2023 0 Comments

Que Es La Bioética En Salud
2. Ética de la salud pública: – Trabajamos en la integración sistemática de la ética en el trabajo de salud pública en curso y en los procesos de toma de decisiones que influyen en la población de los países de la Región de las Américas. Una integración sistemática de la ética en la salud pública comienza con la creación de capacidades e implica incluir un enfoque ético en la vigilancia, la respuesta a situaciones de emergencia, la inmunización y la formulación de políticas, incluyendo deliberaciones éticas en los procesos de toma de decisiones para promover la salud universal.

¿Cuál es la diferencia entre las tareas del Programa Regional de Bioética y la Oficina de Ética de la OPS? El Programa Regional de Bioética trabaja en la bioética como la disciplina que estudia los problemas éticos que surgen en relación a la salud, por ejemplo, al hacer investigación con seres humanos, diseñar una política de salud, o brindar atención de salud. La Oficina de Ética busca asegurar que los empleados de la OPS se desempeñen de manera ética en el ejercicio de sus actividades laborales: con integridad profesional y siguiendo las reglas de conducta de la Organización. ¿Cuáles son las áreas de la bioética?

Los problemas éticos permean todas las áreas del trabajo en salud. Las actividades relacionadas a la salud pueden ser de carácter terapéutico (orientado al beneficio directo) o no terapéutico (orientado a la generación de conocimiento). Asimismo, pueden apuntar al nivel individual o a nivel colectivo.

  1. La actividad en salud que busca el beneficio de los individuos es la atención de salud, y los problemas éticos que surgen en este marco son objeto de la ética clínica.
  2. La actividad en salud que busca el beneficio de las poblaciones es la salud pública, y los problemas éticos que surgen en este marco son objeto de la ética de la salud pública.

La actividad en salud que no busca el beneficio directo de los individuos sino más bien la generación de conocimiento es la investigación en salud. Los problemas éticos que surgen al hacer investigación en salud son objeto de la ética de la investigación.
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¿Qué es y para qué sirve la bioética?

¿Qué es Bioética?

Para la Comisión Nacional de Bioética es la rama de la ética aplicada que reflexiona, delibera y hace planteamientos normativos y de políticas públicas para regular y resolver conflictos en la vida social, especialmente en las ciencias de la vida, así como en la práctica y en la investigación médica que afectan la vida en el planeta, tanto en la actualidad como en futuras generaciones. Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de Bioética, 2012 Esta noción de Bioética, formulada con el apoyo y aval del Consejo de la Comisión, deriva de dos aspectos: la necesidad de contar con una aproximación conceptual en tanto no se cuenta con una definición como tal, de carácter universal; y, por otra parte, se precisa de una noción que permita trasladarla al terreno operativo y llevarla a la práctica.

En relación con otros datos históricos sobre el término Bioética y su aplicación, es importante mencionar que fue acuñado por Fritz Jahr en 1927, quien lo definió como la ética de las relaciones de los seres humanos con los animales y la naturaleza; sin embargo, es Van Rensselaer Potter quien lo incorpora al discurso académico contemporáneo en el artículo Bioética, la ciencia de la supervivencia, publicado en 1970.

  1. En la década de los años setenta también sobresalen instituciones dedicadas a estos temas como la Universidad de Georgetown, en Washington, D.C., que centró sus esfuerzos en el ámbito de las ciencias de la salud y los avances científico-tecnológicos.
  2. Asimismo, en el año de 1972, André Hellegers crea el Instituto de Bioética Joseph and Ross Kennedy y en Europa -en Barcelona, en 1975- se funda el Instituto Borja de Bioética Otros referentes importantes en el desarrollo de la bioética aparecen en el año de 1978, cuando se presenta la primera edición de la Enciclopedia de Bioética, editada por Warren T.

Reich, en la que se define a la Bioética como El estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y de la salud, examinadas a la luz de los valores y de los principios morales. A esta primera edición siguieron dos más en las que distintos conceptos fueron actualizados y analizados a la luz de los cambios que la disciplina bioética atravesaba.

Las segundas y terceras ediciones, por disposiciones del propio Reich fueron encomendadas a Stephen G. Post y todo un grupo de trabajo que en 2003 la concluyeron con la inclusión de más de 110 artículos nuevos, y nutridos de los viejos estudios y los viejos dilemas. Más adelante, en 1979, Tom L. Beauchamp y James F.

Childress publican el libro Principles of Biomedical Ethics, cuyo tema principal es el estudio de la ética biomédica. Dicha publicación fue la más representativa de esa época y, aún en nuestros días continúa siendo una de las más empleadas, ya que en ella se basa una de las corrientes más extendidas en el ámbito de la bioética, mejor conocida como Principialismo, a través del cual se pondera una tétrada clásica: Beneficencia; no maleficencia; autonomía y justicia.

  1. A lo largo de las tres últimas décadas del siglo XX, el desarrollo de la cultura tecno-científica, por un lado, y el impacto de los movimientos de la sociedad civil por el otro, suscitaron una serie de acontecimientos de indudable importancia para el desarrollo de la bioética.
  2. Si bien en sus inicios la bioética fue de dominio básicamente anglosajón, posteriormente, a partir de los años ochenta, se extendió a los países europeos y ha tenido, desde los años noventa hasta la actualidad, un desarrollo que incluye a la región latinoamericana y una gran parte de los países del mundo, por lo que actualmente se puede hablar de una bioética internacional con diferentes grupos, voces y análisis particulares.

Ejemplo de ello son los principios o postulados que establece la escuela europea: vulnerabilidad, dignidad, integridad y autonomía. De igual forma, desde la perspectiva latinoamericana los cuatro principios tradicionales no son suficientes. A ellos es necesario agregar nociones fundamentales como el respeto a la dignidad; la salvaguarda de los derechos de las personas y su autonomía; la tolerancia; la inclusión; la solidaridad y la no discriminación como pautas no sólo orientadoras en el plano ético, sino que faciliten su aplicación práctica en diversos contextos.

Lo anterior es pertinente ya que ha sido señalado ―y con mucha razón― que siendo una realidad inobjetable en Latinoamérica la desigualdad, toda perspectiva ética y bioética deberá considerar dos postulados esenciales: la búsqueda de justicia y el ejercicio de la protección universal. En suma, se acepta que la bioética emerge como resultado de tres aspectos: 1.

La aparición del paradigma de los derechos humanos, en el ámbito de la posguerra mundial y el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos, ambos en su relación con la medicina y la salud; 2. El poderío y ambigüedad moral del desarrollo científico y tecnológico, sus implicaciones para la supervivencia de la especie humana y el bienestar de las personas, así como el cuidado del medio ambiente; y 3.
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¿Qué es la bioética con propias palabras?

La Bioética es el estudio sistemático de la conducta humana en los campos de las ciencias biológicas y de la atención de la salud, en la medida en que esta conducta se analiza a la luz de los principios y valores morales (Enciclopedia de la Bioética del Instituto Joseph i Rose Kennedy, 1978).
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¿Qué relacion hay entre la bioética y la salud?

La bioética permite a la salud pública, entonces, encontrar su camino entre la ley y la moral. Al revés, la salud pública puede, por su parte, enriquecer a la bioética proponiendo nuevos valores ligados al enfoque social de la medicina(13). Ya se citaron la responsabilidad y la solidaridad.
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¿Qué es bioética y sus 4 principios?

Introducción El debate sobre los principios de la bioética se inicia en el año 1974, cuando el Congreso de los Estados Unidos crea la Comisión Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos de Investigación Biomédica j del Comportamiento, para identificar los principios éticos básicos que deben regir la investigación con seres humanos en la medicina y las ciencias de la conducta.

  • En 1978 los comisionados publican el «Informe Belmont» 1, donde distinguen tres principios éticos básicos, por este orden: respeto por las personas, beneficencia y justicia.
  • Pero el «Informe Belmont» sólo se refiere a las cuestiones éticas surgidas en el ámbito de la investigación clínica, y más concretamente en la experimentación con seres humanos.

Tom L. Beauchamp, miembro de la Comisión Nacional, y James F. Childress, en su famoso libro Principios de ética biomédica 2 —publicado por primera vez en 1979 y revisado en cuatro ocasiones—, reformulan estos principios para ser aplicados a la ética asistencial.

Estos autores, al igual que la Comisión Nacional, al ordenar la exposición de los principios, colocan en primer lugar el de autonomía, probablemente por las nefastas consecuencias conocidas por no respetarlo, aunque, a nivel práctico, no establecen ninguna jerarquía entre ellos. Beauchamp y Childress distinguen cuatro principios: no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia.

A partir de entonces, los autores que han participado en el debate internacional sobre los fundamentos de la bioética no han podido evitar tomar posición frente a los principios de la bioética. A continuación voy a recordar en qué consisten los principios de la bioética, tal y como han sido defendidos por Tom L.

  1. Beauchamp y James F.
  2. Childress en Estados Unidos, y luego, ofreceré una breve mirada a estos principios desde Europa, América Latina, África y Asia.
  3. Continuaré con una reflexión sobre dichos principios partiendo del pensamiento de algunas de las grandes religiones del mundo.
  4. Todo ello me permitirá ofrecer importantes elementos para construir las bases de lo que podríamos llamar una «bioética intercultural».1.

Los principios de la bioética de Beauchamp y Childress en Estados Unidos El principialismo defiende que existen algunos principios generales descubiertos en el ámbito de la ética biomédica y que deben ser respetados cuando se plantean conflictos éticos en la investigación o en la práctica clínica.

  1. Diego Gracia ha hecho una magistral exposición de la historia de estos principios desde la antigüedad clásica hasta la actualidad 3,
  2. Aquí no nos centraremos tanto en cuestiones históricas cuanto en cuestiones conceptuales.
  3. Con ello pretendemos indagar cuáles son los elementos relevantes que puede ofrecer el enfoque principialista para fundamentar una bioética intercultural.

En Principles of Biomedical Ethics, Tom L. Beauchamp y James F. Childress, defienden los siguientes cuatro principios: 1.1. Respeto de la autonomía La palabra «autonomía» proviene del griego y significa «autogobierno». Se usa por primera vez para referirse a la capacidad de autogobierno de las ciudades-estado griegas independientes.

Para Beauchamp y Childress, el individuo autónomo es el que «actúa libremente de acuerdo con un plan autoescogido» 4, Según afirman estos autores, todas las teorías de la autonomía están de acuerdo en dos condiciones esenciales: a) la libertad, entendida como la independencia de influencias que controlen, y b) la agencia, es decir, la capacidad para la acción intencional.

Que un ser es autónomo no significa meramente que sigue sus propios deseos o inclinaciones. El alcohólico que quiere vencer su dependencia al alcohol siente deseos de beber pero trata de guiarse no por esos deseos inmediatos, sino por otros más acordes con los valores sobre la idea que tiene de sí mismo.

Si recogemos el significado que algunas teorías dan a la persona autónoma encontramos los siguientes rasgos 5 : excepcionalmente auténtica, autoposeída, consistente, independiente, autogobernada, resistente al control por autoridades, y fuente original de los valores, creencias y planes de vida personales.

Beauchamp y Childress entienden que ese ideal de autonomía es muy alto y que muy pocos pueden aspirar a alcanzarlo. La autonomía es un concepto que admite grados, por eso, a Beauchamp y Childress, para tomar decisiones en casos clínicos, no les interesa tanto el concepto de autonomía como la noción de acción autónoma.

  1. Para estos autores, una acción es autónoma cuando el que actúa lo hace a) intencionadamente, b) con comprensión y c) sin influencias controladoras que determinen su acción.
  2. La intencionalidad no admite grados, la comprensión y la coacción sí.
  3. Para poder determinar si una acción es autónoma, tenemos que conocer si es o no intencional y, además, comprobar si supera un nivel substancial de comprensión y de libertad de coacciones, y no si alcanza una total comprensión o una total ausencia de influencias.

A estas acciones se las llama substancialmente autónomas, pero no completamente autónomas. La autonomía de una persona es respetada cuando se le reconoce el derecho a mantener puntos de vista, a hacer elecciones y a realizar acciones basadas en valores y creencias personales.

El respeto por la autonomía del paciente obliga a los profesionales a revelar información, a asegurar la comprensión y la voluntariedad y a potenciar la participación del paciente en la toma de decisiones. Beauchamp y Childress nos dan algunas reglas para tratar a las personas de manera autónoma: 1. «Di la verdad».2.

«Respeta la privacidad de otros».3. «Protege la confidencialidad de la información».4. «Obten consentimiento para las intervenciones a pacientes».5. «Cuando te lo pidan, ayuda a otros a tomar decisiones importantes».1.2. No-maleficencia El principio de no-maleficencia hace referencia a la obligación de no infringir daño intencionadamente.

Este principio se inscribe en la tradición de la máxima clásica primum non nocere («lo primero no dañar»). Aunque la máxima como tal no se encuentra en los tratados hipocráticos, sí que existe una obligación de no maleficencia expresada en el juramento hipocrático. Así, sobre el uso del régimen para el beneficio de los pacientes, este juramento dice: «si es para su daño (.) lo impediré» 6,

Algunos filósofos consideran a la no-maleficencia y la beneficencia como un mismo principio. Para Beauchamp y Childress la obligación de no dañar a otros, por ejemplo, no robar, no lastimar o no matar, es claramente distinta a la obligación de ayudar a otros, por ejemplo, ofrecer beneficios, proteger intereses o promover bienestar.

  • Este principio solicita «no dañar».
  • Una persona daña a otra cuando lesiona los intereses de ésta.
  • Estos intereses pueden considerarse de manera amplia como son los referidos a la reputación, la propiedad, la privacidad o la libertad.
  • Definiciones más estrechas se refieren a intereses físicos y psicológicos, como la salud y la vida.

Beauchamp y Childress en el diseño del principio de no-maleficencia se concentran en «los daños físicos, incluyendo el dolor, la discapacidad y la muerte, sin negar la importancia de los daños mentales y las lesiones de otros intereses» 7, En particular enfatizan las acciones que causan o que permiten la muerte o el riesgo de muerte.

  • Reglas típicas referidas al principio de no-maleficencia son las siguientes: 1.
  • «No mate».2.
  • «No cause dolor o sufrimiento a otros».3.
  • «No incapacite a otros».4.
  • «No ofenda a otros».5.
  • «No prive a otros de aquello que aprecian en la vida».1.3.
  • Beneficencia Si la no-maleficencia consiste en no causar daño a otros, la beneficencia consiste en prevenir el daño, eliminar el daño o hacer el bien a otros.

Mientras que la no-maleficencia implica la ausencia de acción, la beneficencia incluye siempre la acción. Beauchamp y Childress distinguen dos tipos de beneficencia: la beneficencia positiva y la utilidad. La beneficencia positiva requiere la provisión de beneficios.

La utilidad requiere un balance entre los beneficios y los daños. En el lenguaje habitual, la beneficencia hace referencia a actos de buena voluntad, amabilidad, caridad, altruismo, amor o humanidad. La beneficencia puede entenderse, de manera más general, como todo tipo de acción que tiene por finalidad el bien de otros.

Si la benevolencia se refiere a la voluntad de hacer el bien, con independencia de que se cumpla o no la voluntad, la beneficencia, en cambio, es un acto realizado por el bien de otros. Pero cuando Beauchamp y Childress hablan del principio de beneficencia 8,

  1. No se refieren a todos los actos realizados para hacer el bien, sino sólo a aquellos actos que son una exigencia ética en el ámbito de la medicina.
  2. Según estos autores, antes de realizar un tratamiento sobre un paciente, estamos obligados a hacer un balance de sus beneficios y riesgos.
  3. Algunos ejemplos de reglas de beneficencia son las siguientes: 1.

Protege y defiende los derechos de otros.2. Previene el daño que pueda ocurrir a otros.3. Quita las condiciones que causarán daño a otros.4. Ayuda a personas con discapacidades.5. Rescata a personas en peligro. Los autores dicen que el principio de beneficencia es una exigencia y no una mera invitación a la acción, por ello es importante distinguir en qué circunstancias hacer el bien es una exigencia.

Según ellos, asumiendo que la persona X es consciente de los hechos relevantes, entonces X tiene la obligación de beneficencia hacia la persona Y si y sólo si se satisfacen cada una de las siguientes condiciones: a) Y está en peligro de perder la vida o recibir un daño significativo en su salud o en algunos otros intereses importantes.

b) La acción de X se necesita, de modo singular o en unión con otros, para prevenir esta pérdida o daño. c) La acción de X, de modo singular o en unión con otros, tiene una alta probabilidad de prevenir esta pérdida o daño. d) La acción de X no representa riesgos, costes o cargas significativas para X.

E) El beneficio que se puede esperar que gane Y sobrepasa a todos los daños, costes o cargas que pueden afectar a X. Cuando la beneficencia se practica sin considerar la opinión del paciente, se incurre en el paternalismo.1.4. Justicia Las desigualdades en el acceso al cuidado de la salud y el incremento de los costes de estos cuidados han ocasionado en el ámbito de la sanidad el debate sobre la justicia social.

La máxima clásica de Ulpiano dice que la justicia consiste en «dar a cada uno lo suyo». De un modo similar, Beauchamp y Childress entienden que la justicia es el tratamiento equitativo y apropiado a la luz de lo que es debido a una persona. Una injusticia se produce cuando se le niega a una persona el bien al que tiene derecho o no se distribuyen las cargas equitativamente.

  1. El término relevante en este contexto es el de justicia distributiva que, según estos autores, se refiere a «la distribución imparcial, equitativa y apropiada en la sociedad, determinada por normas justificadas que estructuran los términos de la cooperación social» 9,
  2. Sus aspectos incluyen las políticas que asignan beneficios diversos y cargas tales como propiedad, recursos, privilegios y oportunidades.

Son varias las instituciones públicas y privadas implicadas, incluyendo al Gobierno y al sistema sanitario. Los problemas de la justicia distributiva aumentan bajo condiciones de escasez y competición. Se han propuesto varios criterios de distribución: a) a cada persona una participación igual, b) a cada persona de acuerdo con sus necesidades individuales, c) a cada persona de acuerdo a sus esfuerzos individuales, d) a cada persona de acuerdo a su contribución social, y e) a cada persona de acuerdo con sus méritos.

Sobre el principio de justicia en ética biomédica un autor especialmente relevante es Norman Daniels 10, Este autor nos dice que existe un conflicto de intereses entre los que precisan servicios de salud y los que soportan sus gastos, pero incluso en Estados Unidos, que no es un Estado de bienestar, se piensa que los cuidados de la salud deben distribuirse más igualitariamente que otros bienes.

Daniels se pregunta qué tiene de especial el cuidado de la salud. Daniels entiende que la sociedad tiene la obligación de proteger la igualdad de oportunidades de todos sus miembros. Por eso hay que examinar las implicaciones que se siguen para las instituciones sanitarias, pues han de reformarse si no son capaces de garantizar esa igualdad de oportunidades, que viene potenciada por el acceso igualitario a los cuidados de la salud.2.

  1. Una mirada a los principios de la bioética desde Europa, América Latina, África y Asia 2.1.
  2. Los principios de la bioética del Consejo de Europa En Europa hay una gran diversidad de culturas que se muestra en las diferencias existentes entre las instituciones de los diversos países, los modelos de pensamiento, y los modelos de trabajo.

Así, por ejemplo, según David Shapiro, en el Reino Unido y Holanda hay una larga tradición de pluralismo en las estructuras de las instituciones que están a la base de la ética biomedica, mientras que las instituciones francesas están mucho más centralizadas.

  1. Pero la diversidad de las tradiciones políticas, jurídicas y profesionales no son un obstáculo para su armonización dentro de la Unión Europea.
  2. «Para alcanzar una armonización sobre los principios éticos que deben regir en los países individuales, hay ya una manera institucional de proceder del Consejo de Europa, así como contribuciones de parte del Parlamento Europeo» 11,

Hablando sobre la función del Consejo de Europa para el diseño de los principios de la ética biomedica, Octavi Quintana-Trias señala algunas diferencias y similitudes entre los países europeos. Así, nos dice que aunque existen diferencias en los sistemas de salud nacionales, tienen en común el hecho de ofrecer servicios sanitarios básicos para todos los ciudadanos.

Se produce alguna diferencia sobre la importancia que se concede al principio de autonomía. Según Quintana-Trias, «en los países del norte de Europa el respeto a la autonomía del paciente tiene una larga tradición, mientras que en los países mediterráneos a menudo la familia toma la decisión en nombre del paciente» 12,

A pesar de estas diferencias, los problemas éticos planteados son, en general, los mismos. Aunque la tradición sea más o menos larga, lo cierto es que todos los países europeos cuentan en nuestros días con sociedades pluralistas. Uno de los obstáculos más importantes para armonizar los principios que deben regir ante los problemas de ética biomedica en los diversos países de Europa es que ningún país acepta en la actualidad la intromisión en sus sistemas nacionales de salud.

  • Quintana-Trias dice: «Las cuestiones de la distribución de los recursos y los problemas éticos unidos a ellas son comunes a la mayoría de los países, pero se consideran exclusivamente como asuntos nacionales» 13,
  • En la actualidad la armonización de criterios se está consiguiendo en cuestiones relativas a la aplicación de la tecnología médica, ámbito donde la ética biomédica se muestra defensiva en tanto que ve amenazada la dignidad de los hombres y los derechos humanos.

El Consejo de Europa ha producido varios documentos sobre ética biomédica, empezando por documentos relativos a los derechos de los pacientes y los moribundos, y pasando por diversos aspectos de la reproducción, la investigación y la genética. También el Parlamento Europeo ofrece documentos de este tipo.

  • Los textos ofrecen consideraciones generales, ya que es muy difícil el consenso sobre cuestiones concretas.
  • Carlos de Sola Llera, basándose en las convenciones del Consejo de Europa, entiende que entre los países europeos existe un consenso sobre 14 los siguientes principios : 1) El interés del hombre tiene prioridad sobre los meros intereses de la sociedad y de la ciencia.2) Las intervenciones en el ámbito de la medicina deben ser realizadas según las normas y los deberes de la profesión.3) No se puede realizar ninguna intervención sobre una persona sin su consentimiento informado.4) Toda persona tiene el derecho a ser informada sobre su salud o a renunciar a esa información.5) El derecho nacional ha de desarrollar disposiciones especiales para proteger a los incapaces (menores de edad, adultos incapacitados y enfermos mentales).6) En caso de urgencia puede realizarse una intervención sin el correspondiente consentimiento.7) El cuerpo humano o sus partes no pueden ser fuente de beneficios.8) Se han de establecer sanciones para los casos en que estos principios sean transgredidos.

Jacob Dahl Rendtorff y Peter Kemp en un importante libro que recoge los resultados del Proyecto EU-Biomed II, que aglutinó a investigadores de diversos países europeos, nos dicen que la persona es un punto clave, y entienden que los principios éticos básicos de Europa en Bioética y Bioderecho son los siguientes: 1) autonomía, 2) dignidad humana, 3) integridad y 4) vulnerabilidad, y que el marco de todos ellos es la solidaridad y la responsabilidad 15,2.2.

América Latina: Los principios de la bioética y los derechos humanos Manuel Velasco Suárez, profesor de medicina en la Universidad Autónoma de México, nos dice que la ética biomédica se está desarrollando en Latinoamérica en torno al principio primordial del respeto a la persona y a sus derechos humanos.

Entiende que la ética biomédica contribuye a la humanización de la medicina observando «las normas preventivas de protección de la salud, el respeto al derecho de los pacientes (.) y vigilando el ejercicio de la justicia» 16, Así pues, parece que los principios de no-maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia también se defienden en esta amplia zona del mundo.

El principio fundamental es el respeto a la vida de la persona en la absoluta integridad personal, incluyendo todas las facultades y competencias individuales. Los principios de no-makfiicencia y beneficencia son reconocidos claramente por el autor, pues dice que la ética biomédica «recuerda al médico que su trabajo consiste en hacer el bien siempre y nunca hacer daño alguno» 17,

También defiende el principio de autonomía plasmado en el «criterio del ‘consentimiento informado’ para cualquier situación donde la participación de ambas partes (médico-paciente; por ejemplo) es indispensable en la ‘toma de decisiones’» 18, Para concretar las cuestiones relativas a la justicia dice que es necesario sopesar los dos modelos políticos contemporáneos: el socialista y el liberal capitalista.

  • Hernán L. Fuenzalida-Puelma considera que la bioética en general pretende el mejoramiento de la calidad de vida y el incremento de la capacidad de desarrollo individual y comunitario.
  • En el ámbito biomédico este autor también percibe un aumento en la defensa de la autonomía de los pacientes.
  • El consentimiento informado comienza a ser un requisito indispensable en la atención de la salud y los pacientes reclaman sus derechos en los casos de mala práctica.

En Latinoamérica se ha quebrado la estructura paternalista y se desarrolla el nuevo cambio de orientación en la relación médico-paciente orientada por el principio de autonomía. Las cuestiones de justicia son también muy relevantes siendo la salud pública un elemento esencial de las políticas de salud.

  • No obstante, debido a la escasez de recursos en estos países el autor solicita «que la influencia foránea sea orientadora mas no determinante de modelos de salud que no dicen relación con las características y limitaciones de un medio social determinado» 19,
  • Hubert Lepargneur, teólogo moral de Brasil, entiende que los principios de la ética biomédica son tres: autonomía, beneficencia (que incluye no-maleficencia) y justicia.

Considera que el principio de autonomía, que conecta con la defensa de la dignidad de la persona, es el principio dominante en la ética biomédica contemporánea. Este principio es el dominante por varios motivos: 1) la experiencia negativa de los experimentos nazis sobre las personas, 2) el avance de la tecnología, 3) la consideración de todos los ciudadanos como corresponsables, 4) el individualismo, 5) la disminución de la confianza en el médico.

Según Lepargneur existe otro motivo para exaltar el poder decisorio del paciente, muy fuerte en Estados Unidos pero inexistente en Brasil: «evitar la pesada responsabilidad civil y penal en la que incurre un médico (.) por cualquier error o fallo que ocurra» 20, Lepargneur acepta, en general, estos principios, pero recuerda la importancia de complementarlos mediante una casuística 2.

Considera necesario recuperar la orientación de las virtudes y sitúa en un lugar preeminente la virtud de la prudencia. La prudencia no sólo delibera a la luz de los valores y los principios existentes, sino que además observa las consecuencias de su decisión por si es necesario un replanteamiento de algunas cuestiones.

En la actualidad se considera que los comités de ética asistencial han de tomar las decisiones en base a los principios de la bioética, pero si sus miembros no poseen la virtud de la prudencia la decisión no será éticamente aceptable. Este autor comenta como debilidades del principio de autonomía el hecho de que no se puede aplicar cuando el paciente es incompetente y que es el médico quien ha de evaluar el grado de autonomía del paciente.

No obstante, la autonomía es el fundamento de la dignidad de la persona, y «la autonomía de la persona es (.) un atributo que cualifica el poder de decisión del individuo en relación con aquello que él considera como su bien» 21, Recoge tradiciones kantianas y hegelianas para defender que la autonomía no significa aislamiento estático de un sujeto, sino que los otros han de ser considerados, por eso no cabe confundir la autonomía con la arbitrariedad o la licencia.

  • Nos dice que en Brasil florecen la hermenéutica y la casuística como complementos de los principios.
  • Tanto la casuística como la orientación por principios han de articular la resolución de conflictos a través de la virtud de la prudencia.
  • Propone la vuelta a la idea de prudencia de Tomás de Aquino, en la cual las razones prácticas se dirigen a escoger el principio que mejor concilia al individuo y al bienestar social en las circunstancias concretas.2.3.

África: La fuerza vital y el comunalismo En África hay alrededor de 1000 pueblos con diferentes culturas. A pesar de esa variedad de pueblos y a pesar de la gran influencia de la religión, la cultura y la tecnología de Oriente y Occidente, Peter Kasenene afirma que existe un modo africano de ver el mundo.

  • Así, por ejemplo, una creencia común en las tradiciones de África es que los antepasados, después de muertos, mantienen su autoridad sobre los vivos.
  • Recogiendo las ideas de Placied Tempels, un misionero belga en el Congo que escribió un importante libro sobre la filosofía bantú 22, y las ideas de J.

Mbiti sobre las religiones y la filosofía africana 23, Kasenene señala dos principios éticos básicos del pensamiento africano:

1) El principio de la fuerza vital. El fin último de cada uno es adquirir vida, fuerza vital. La felicidad suprema es poseer la mayor fuerza vital y la peor desgracia la disminución de esta fuerza, que ocurre por la enfermedad, el sufrimiento, la depresión, la fatiga, la injusticia, la opresión y cualquier otro mal social o físico. «Lo que incrementa la vida o la fuerza vital es bueno; lo que la disminuye es malo» 24,
2) El principio del comunalismo. El valor clave para las sociedades africanas es la comunidad. Ser es pertenecer y un individuo existe colectivamente en términos de familia, clan y grupo étnico. Cuando sufre no lo hace solo, sino con su grupo. Cualquier cosa que le pase al individuo le pasa a todo el grupo y cualquier cosa que le pase al grupo le pasa al individuo. Una persona no puede considerar siquiera su vida como una propiedad puramente personal. Kasenene añade: «Por esa razón la salud de uno es un asunto de la comunidad, y se espera que una persona preserve su vida por el bien del grupo» 25,

En las sociedades tradicionales africanas la salud significa integración personal y equilibrio con el entorno social. Kasenene analiza entonces si los principios de Beauchamp y Childress se pueden aplicar al mundo africano con las siguientes conclusiones:

a) Autonomía. En este continente la autonomía, entendida como la capacidad de pensar y actuar independientemente está limitada por el énfasis puesto en la comunidad. Hacer algo sin considerar la opinión de la familia o la comunidad se considera antisocial. Para tomar decisiones «debe haber cooperación, y si es posible acuerdo entre todas las partes implicadas» 26, El problema es determinar quién decide cuando no hay acuerdo. Estas sociedades son elevadamente paternalistas, pues la comunidad restringe la autonomía del paciente cuando cree que éste está actuando contra sí mismo. «El bien del individuo y del grupo es más importante que la libertad personal o la autonomía» 27, La intervención paternalista se justifica diciendo que la experiencia y conocimientos de los mayores deben beneficiar a los miembros más jóvenes o menos inteligentes de la comunidad que podrían no conocer las implicaciones de sus decisiones o acciones. Se espera que la persona se adhiera a las decisiones de la comunidad. En el cuidado de la salud tradicional el sanador y la familia deciden por el paciente.
b) Beneficencia. Para promover la fuerza vital todas las personas tienen el deber de hacer el bien a sus vecinos. La generosidad, amabilidad, hospitalidad y caridad no son meras virtudes, sino deberes para preservar y aumentar la fuerza vital. Por el mismo motivo se valora de manera muy elevada el cuidado de la salud. Sin embargo, la persona que sufre una enfermedad contagiosa tradicionalmente es aislada o se le ayuda a morir, si pone en peligro la salud de la comunidad. «El bien del paciente es considerado en el contexto del bien de todas las partes implicadas, especialmente el bien de la familia inmediata del paciente» 28,
c) No-maleficencia. El principio de la fuerza vital establece el deber de no causar daño, lesión o hacer algo que reduzca la fuerza vital de los miembros individuales de la comunidad o que amenace su existencia colectiva. Uno tampoco debe dejar de hacer aquello que podría detener el daño que está siendo causado a otros. Kasenene escribe: «En términos del cuidado de la salud, se requiere al sanador tradicional y a la comunidad que no hagan nunca daño al paciente a menos que sea en su mejor interés o por el bien de la comunidad» 29,
d) Justicia. La justicia es altamente valorada para mantener el orden social, la paz y la solidaridad y evitar la desintegración de la comunidad. Por el bien de la comunidad las necesidades de cada uno han de ser atendidas sin discriminación, pero también hay que tener en cuenta el lugar que cada persona ocupa en la comunidad. La justicia se entiende como lo que uno merece de acuerdo a sus necesidades y a su estatus en la comunidad. Pero hoy cada vez se pone menos énfasis en el estatus y más en las necesidades, así se entiende que «el estado tiene la obligación de ofrecer al menos un estándar mínimo de cuidados de la salud disponible para aquellos que lo necesiten» 30,

2.4. Asia: Las relaciones, la familia y la comunidad 2.4.1. La orientación por el tipo de relaciones En el Este y el Sudeste de Asia las personas actúan en la dirección que enfatiza mantener buenas relaciones con otros. Gen Ohi lo llama la «orientación ética del tipo-de-relación».

  1. En Estados Unidos y en otros países occidentales prevalece en cambio la «orientación ética del tipo-deautonomía».
  2. La orientación por el tipo-de-relación tiende a evitar la confrontación abierta con los otros.
  3. Esta orientación recoge las ideas de dos principios de ética biomédica.
  4. Según Ohi, «en los esfuerzos dirigidos hacia el mantenimiento de buenas relaciones con los otros, los principios éticos en juego son los de no-maleficencia y beneficencia» 31,

Un ejemplo de esta orientación se comprueba en el uso ambiguo del «sí» y el «no», que se puede observar no sólo en los japoneses, sino también en los habitantes de otros países de la zona, como Tailandia, Indonesia, Malasia, Vietnam, Camboya, China, Corea y Taiwán.

  1. Este uso ambiguo del «sí» y el «no» tiene por finalidad evitar el enfrentamiento.
  2. Otra característica es que se oscurecen los límites de la privacidad de la persona, que está muy marcada en Estados Unidos y acompañada por una conciencia de derechos, autodeterminación y privacidad.
  3. Hasta hace unos años, era costumbre en Japón no llamar a la puerta antes de entrar, y esto todavía es hoy habitual en países como Indonesia.

Resulta significativo que en Indonesia y Japón no exista una palabra nativa que corresponda a «privacidad». El principio de no maleficencia tiene más peso que el de autonomía. Esto hace que haya una aversión cultural considerable hacia la posibilidad de redactar un documento escrito de directrices anticipadas.

Según este autor, «articular las preferencias de uno en un documento podría ser considerado como una expresión de desconfianza hacia los otros miembros» 32, Una persona tiene que comportarse como un miembro bueno, consistente y respetable del grupo, incluso en los últimos momentos de la vida.2.4.2. La relevancia de la familia y la comunidad Rihito Kimura reconoce que vivimos en una era de globalización de los valores, por eso considera ingenuo que se enfaticen las diferencias de la herencia cultural en las relaciones humanas, familiares y sociales.

Es cierto que los valores culturales y éticos diferentes deben ser respetados, «pero la justificación de cualquier acto o conducta contra la dignidad humana y los derechos de la persona por motivo de las tradiciones culturales no es aceptable» 33, Esta visión universalista de Kimura contrasta con su interpretación de los valores japoneses de la ética biomédica.

En la historia de Japón se encuentran modos de comportamiento aceptados socialmente en los que una persona se sacrifica por el bien de su emperador o de la nación japonesa, ejemplos de ello son la práctica del harakiri o los soldados kamikaze. Aunque estas prácticas han desaparecido, Kimura afirma que «nosotros los japoneses valoramos las metas comunales como más importantes que la mera vida biológica y tenemos una tendencia a sacrificar nuestras vidas individuales por ideales más amplios» 34,

La mentalidad tradicional japonesa del amae, que es un sentido de interdependencia, hace que la cuestión de la muerte no sea considerada como algo individual, sino en relación con la familia y el grupo social.2.4.3. Familia, interdependencia, naturalidad y cobertura social Todavía se considera una falta social grave para un ciudadano japonés actuar de manera individual sin considerar el punto de vista de la familia o de la comunidad.

  1. La actitud de la interdependencia o amae lleva a que uno confíe su cuidado a su familia y a su médico, asumiendo que ellos le darán el cuidado más beneficioso y adecuado.
  2. Es habitual que se oculte la verdad al paciente sobre su enfermedad y que se informe sólo a la familia.
  3. Esto ha llevado al actual paternalismo de los médicos y a la indecisión y dependencia de los pacientes.

Tsuchida nos recuerda una característica fundamental de la ética biomédica japonesa: «La vida y la muerte no son actos completamente privados, sino más bien conciernen a la comunidad entera de la cual uno es miembro» 35, La ética biomédica japonesa tiene en cuenta los siguientes principios:

a) El recurso al consenso en el seno de la familia y en la comunidad. Un japonés normal piensa en su familia como la fuente de significado de su vida, su razón de ser. Es por ello natural que mucha gente piense que la familia es el agente principal en el proceso de toma de decisiones sobre la vida y la muerte. No obstante, desde la Segunda Guerra Mundial, la autoridad patriarcal se ha erosionado. Hoy el lugar de la autoridad ya no radica en el marido o en el padre. Cada familia tiene que tomar sus decisiones compartiendo sus puntos de vista sobre las decisiones difíciles. «Las personas se sienten perdidas sin el recurso a un consenso que pueda aceptar no solamente la familia del paciente, sino también la comunidad general» 36,
b) La noción de simbiosis de todos los seres vivos. Esta visión está basada en la convicción budista de que todos los seres vivos tienen espíritu y son interdependientes.
c) El deseo de muerte natural. El deseo de morir sin prolongaciones técnicas exageradas se basa en parte en el carácter japonés según el cual no es adecuado molestar a otros demasiado, especialmente sobre el cuidado físico de uno, y en parte en la visión tradicional de la naturaleza. La visión japonesa de la naturaleza se conecta con la noción de «destino», y lleva a pensar que la aceptación de la muerte es algo más humano que tratar de vivir más allá de lo que a uno le corresponde.
d) La cobertura universal de los cuidados de la salud. Todos los ciudadanos japoneses están cubiertos por el seguro nacional de salud, así un individuo no tiene que preocuparse por cuidados básicos de salud. Este seguro evita las coacciones que de otro modo podrían sufrir los encargados de tomar decisiones referentes a pacientes terminales. «Uno está libre, al menos en términos de medicina básica, de la preocupación financiera sobre quién pagará el tratamiento médico» 37,

3. Principios de la bioética inspirados en las grandes religiones del mundo 3.1. Los principios católicos El deber de respetar la vida humana se expresa en el Quinto Mandamiento de la Ley de Dios: «no matarás». Este mandamiento contiene las matizaciones indicadas en el Éxodo: «no hagas morir al inocente y al justo» 38,

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, «la vida humana es sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente» 39,

La ley moral prohibe también negar la asistencia a una persona en peligro, y así, considera una falta grave que se acepte la existencia del hambre en el mundo sin esforzarse por contribuir a remediarla. Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un respeto especial.

  • La eutanasia directa es moralmente inaceptable.
  • Según el Catecismo, «una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador» 40,
  • No obstante, la interrupción de tratamientos médicos extraordinarios o desproporcionados, evitando el encarnizamiento terapéutico, puede ser legítima.

«Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad, o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente» 41,

El Catecismo también afirma lo siguiente: «El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable» 42,

Los cuidados paliativos deben ser alentados. En la encíclica Evangelium vitae, Juan Pablo II ha tratado la cuestión del final de la vida. Allí rechaza la tendencia de las sociedades desarrolladas contemporáneas a considerar el sufrimiento como algo insoportable de lo que hay que liberarse a toda costa.

  1. No obstante, recogiendo ideas de la Congregación para la Doctrina de la Fe, afirma que cuando la muerte se anuncia inminente e inevitable se puede en conciencia renunciar a tratamientos que solamente lograrían una prolongación precaria y penosa de la vida.
  2. Para ello es necesario «valorar si los medios terapéuticos a disposición son objetivamente proporcionados respecto a las perspectivas de mejora» 43,

También recoge la idea de Pío XII según la cual es lícito suprimir el dolor por medio de narcóticos, aunque tengan como consecuencia la limitación de la conciencia o la abreviación de la vida, siempre y cuando la intención no sea causar la limitación de la conciencia o la muerte sino calmar el dolor de manera eficiente.

a) Beneficencia. El médico debe promover la buena salud de sus pacientes y curar o prevenir sus enfermedades. Los médicos a menudo realizan cálculos para determinar el tratamiento más eficiente. Sobre estos cálculos, los bioeticistas católicos aconsejan aplicar el criterio de la proporcionalidad. La proporcionalidad nos lleva a buscar la opción que prometa maximizar los bienes como la vida, la salud o la alegría, frente a los males como la muerte, la enfermedad o la tristeza.
b) No maleficencia. La tradición exige no tratar a los otros como medios para nuestros propios fines. En el cuidado de la salud hay tres formas comunes de maleficencia: mentir, matar y mutilar. Sobre ello Finnis y Fisher comentan lo siguiente: a) Aunque decir la completa verdad puede ser a menudo destructivo o desalentador, mentir es siempre incorrecto. b) Alguien que acaba con la vida de otro con la intención de hacerlo se dice que mata «directamente». Acabar con la vida de un ser humano inocente viola siempre el principio de no-maleficencia y es siempre incorrecto. Algunos tratamientos están médicamente indicados y son moralmente exigibles (ordinarios) otros son opcionales (extraordinarios) y otros están contraindicados (inmorales), c) La no-maleficencia prohibe la mutilación, incluso si es consentida. El principio de la totalidad, defendido por los moralistas católicos, afirma que la mutilación sólo es moralmente permisible si es necesaria para el bien de todo el cuerpo. El problema es cómo evaluar los diferentes daños y beneficios implicados en un caso particular. Todas nuestras acciones tienen más de un efecto. A veces, al intentar alcanzar algo bueno, ocurre un efecto negativo. Para establecer si el efecto negativo se puede justificar ha sido común en los círculos católicos emplear el principio del doble efecto. Este principio dice que el efecto malo puede ser justificado si se dan las cuatro condiciones siguientes: a) el acto realizado es bueno en sí mismo, b) el efecto bueno no resulta del efecto malo, c) la persona que actúa intenta solamente el efecto bueno, y d) hay una razón proporcionada para causar el daño. Un ejemplo que suele ponerse del doble efecto es cuando una mujer embarazada tiene un tumor en el útero. La extracción del tumor tiene como consecuencia negativa la muerte del feto, pero la intención es salvar la vida de la madre y no hay modo de salvar la vida del feto. El principio del doble efecto parece desafiar la idea de San Pablo, según la cual no hemos de hacer el mal para que venga el bien 46, Los teólogos morales revisionistas entienden que San Pablo se refiere a los males morales. Los males físicos en sí mismos son ónticos o premorales, y sólo cuando les añadimos otros factores como la intencionalidad de la persona que los comete pasan a ser males morales. Por eso Hoose concluye: «Podemos decir, sin temor a contradecir a San Pablo, que un cirujano puede infringir tales males ónticos como el dolor o la mutilación sobre un paciente para que el bien pueda ocurrir, teniendo en cuenta, por supuesto, que los males ónticos implicados no sobrepasen a los bienes ónticos» 47, El propio Tomás de Aquino decía que el uso de la violencia para defenderse frente a la violencia de otro era legítima siempre que el que se defiende pretenda sólo el bien de la autopreservación y uno use más fuerza de la requerida para alcanzar ese fin. Para los proporcionalistas suprimir la autonomía del paciente es un mal óntico.
c) Autonomía. Para el católico todas las personas son sagradas porque son presencia creada de Dios. El respeto que se requiere por ¿apersona es algo más que respetar su autonomía, pero ciertamente la incluye. Por ello Hoose escribe: «Todos aquellos implicados en las profesiones del cuidado de la salud deben, en consecuencia, respetar los derechos de sus pacientes a la autodeterminación, y deben asegurar que a esos pacientes se les ha suministrado la información necesaria para las decisiones que necesitan tomar sobre el tratamiento o sus enfermedades» 48, Pero los ideales de autonomía hoy contienen mucho de inaceptable. A menudo implican o promueven un sueño de absoluta autosuficiencia, independiente de Dios, de la comunidad, de la razón o de la realidad. La privacidad y el derecho sobre el propio cuerpo ponen barreras para atender a los seres humanos de cuya existencia somos responsables. Propiamente entendida, la autonomía es un reconocimiento de la radical igualdad de todos los seres humanos, y la inalienable responsabilidad de todos los que pueden escoger alcanzar el desarrollo integral humano. Ciertas normas de la profesión sanitaria, como el respeto de los derechos del paciente, el consentimiento informado, o la confidencialidad, son muy sensatas, pero el principio de autonomía encierra también el peligro de convertirse en la fórmula para exterminar a muchas personas enfermas o discapacitadas, jóvenes j viejas. Si aceptamos el suicidio asistido o la eutanasia voluntaria en nombre de la autoliberación autónoma de una vida que resulta una pesada carga, entonces pronto se dirá que aquellos que no pueden dar su consentimiento no deben ser privados de su mismo derecho a la liberación de la pesada carga de la vida. «El ‘derecho’ será ejercido ‘en su lugar’ por alguien que escogerá por ellos la muerte que, se supondrá entonces, ellos habrían (o deberían haber) escogido, si hubieran sido capaces de elegir. Un falso ‘principio de autonomía’ podría entonces ser el vehículo constitucional y ético para la profunda injusticia de una maleficencia ‘beneficente’, deshaciéndose la comunidad de muchas vidas consideradas ‘no dignas de ser vividas’» 49,
d) Justicia. La famosa ley del talión, expresada en la frase «ojo por ojo, diente por diente», y que significa “devolved bien por bien y mal por mal”, es transformada en el Nuevo Testamento por la ley: «amad a vuestros enemigos», es decir «devolved bien por mal». El justo es el que no juzga a los demás y se limita a hacerles el bien, con independencia del modo como los demás le traten a él. Aspira a que su ejemplo sirva para que los demás acaben también haciendo el bien. En la Biblia encontramos un claro criterio para determinar los actos justos en la llamada Regla de Oro. Esta regla tiene en el Antiguo Testamento una formulación negativa y dice así: «lo que no quieras para ti, no lo hagas a nadie» 50, Esta formulación se vuelve positiva en el Nuevo Testamento: «todo lo que queráis que hagan con vosotros los hombres hacedlo también vosotros con ellos» 51, Otra noción relevante de justicia bíblica la podemos encontrar en la referencia que en el Nuevo Testamento se hace al juicio final. Allí Dios separa a los justos de los pecadores. El criterio de esta separación es que unos han atendido a las necesidades de sus semejantes, pues dice: «tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber.» 52, mientras que los otros no lo han hecho. Parece percibirse aquí que el criterio de justicia para distribuir los bienes de una sociedad es la necesidad que algunos seres humanos pueden tener de ellos en un momento dado. El cuidado de los débiles, de los enfermos y de los que sufren es uno de los mensajes principales del cristianismo. En este sentido la compasión es un valor fundamental. Según Finnis y Fisher, este valor no tiene nada que ver con la eutanasia, «la compasión significa querer lo mejor para los otros, teniendo empatia con ellos en su sufrimiento, y buscando positivamente ayudarles con actos de misericordia en mantener su dignidad» 53, Hoose, en cambio, nos recuerda que en el cristianismo la vida es un valor básico, pero no un valor absoluto. Si el paciente está consciente pero con dolores extremos, y la prolongación de su vida únicamente supondrá una prolongación de su agonía y si el paciente quiere que se le permita morir debe respetarse su voluntad.
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3.2. Los principios anglicanos John Habgood 54 nos recuerda las ideas básicas de la iglesia anglicana. Esta iglesia se compone de 27 provincias autónomas que cubren muchos países del mundo, sobre todo los países que pertenecen o han pertenecido a la Commomvealth y los Estados Unidos.

  • El arzobispo de Canterbury actúa como foco de unidad, pero no tiene jurisdicción sobre ninguna otra provincia aparte de la suya.
  • Los alrededor de 600 obispos anglicanos diocesanos se reúnen cada 10 años en la llamada Conferencia Lambeth, para tratar una gran variedad de asuntos teológicos y prácticos, sus resultados son sólo recomendaciones.

Debido a esta estructura abierta, sus miembros a menudo expresan posiciones divergentes, aunque existe un núcleo común. La iglesia anglicana apela a la guía de la escritura, la tradición y la razón. La escritura es el testigo definitivo de los acontecimientos que yacen en el corazón de la fe cristiana, la tradición es la sabiduría acumulada de la iglesia en la interpretación y la respuesta a esos acontecimientos, y la razón consiste en la reflexión sobre la escritura y la tradición a la luz del conocimiento disponible actualmente.

  1. El énfasis en la razón comporta la disposición para entrar en diálogo con la ética secular y para encontrar ideas comunes con otras religiones o tradiciones éticas no religiosas.
  2. Uno de los mayores exponentes del pensamiento moral anglicano es Joseph Butler, expresado en los 15 sermones que ofreció a los miembros de la judicatura en la Capilla Rolls en 1726.

Butler identifica tres tipos de acción: amor propio frío, benevolencia y consciencia.

1) El amor propio frío (cool self-love) o autointerés ilustrado, como suele llamarse hoy, permite a los seres humanos mirar más allá de sus impulsos inmediatos y planear metas a largo plazo con el propósito de maximizar la felicidad.
2) La benevolencia controla las afecciones y aversiones hacia otros. Es propio de los seres humanos cuidar de los otros. Este principio no se contradice con el anterior. De hecho la práctica de la benevolencia puede conducir a una mayor felicidad como resultado a largo plazo.
3) La consciencia es la capacidad de la reflexión moral. De algún modo representa el bien de la vida humana. En cualquier jerarquía de principios la consciencia debe estar en primer lugar.

Habgood compara estos tipos de acción con los principios de la ética biomédica de Beauchamp y Childress.

1) Autonomía. Respetar la autonomía de las personas significa respetar su integridad como individuos libres y reponsables, capaces de tomar decisiones sobre su propio futuro, respetar sus intereses y tratarlos desde el supuesto de que ellos saben mejor que nadie cuáles son esos intereses, y respetar su consciencia, entendida como expresión de la integridad de la persona. Sobre esta base hay fuertes argumentos para decir que «los pacientes pueden rechazar el tratamiento de soporte vital cuando es claro que no se puede esperar ningún beneficio sustancial de él y cuando la vida misma se ha vuelto demasiado pesada» 55, Pero la eutanasia activa contiene más que eso, pues requiere a otra persona que acabe con la vida. Si hay límites dados por Dios a la autonomía han de yacer aquí, «en la aceptación continuada del regalo de la vida misma» 56, La vida personal no es una posesión solitaria, e incluso el individuo más aislado está relacionado con los otros a través del mero hecho de existir como ser humano. ha autonomía completa es un sin sentido pues lleva al individualismo, que es la negación de la moralidad. La vida humana florece en interdependencia con realidades que yacen fuera de ella. En lenguaje cristiano se dice que la libertad y la dignidad humana no yacen en el yo individual, sino en la relación del yo con Dios.
2) Beneficencia y no-maleficencia. Estos dos principios van juntos. Butler acentúa la relación entre los principios morales y sus consecuencias actuales en términos del bienestar humano. Butler prescribe la benevolencia, pero ésta tiene como límites la justicia y la veracidad. «La necesidad de ‘veracidad’ nos puede alertar del peligro de la benevolencia que se desliza en sentimentalismo, o en esa sobre-protección hacia otros, que al final los despoja de su dignidad» 57, La maleficencia, por otro lado, no es necesariamente el resultado de la malevolencia. El daño puede producirse a veces como resultado de buenas intenciones. Por ello el juicio moral referido a las consecuencias de una acción determinada no puede tratar sobre la beneficencia o maleficencia, sino sobre la naturaleza de las personas, y sobre las relaciones de confianza que pueden subsistir entre ellas.
3) Justicia. En los cuidados de la salud, la cuestión de la justicia se centra principalmente en la distribución de recursos. Como hemos visto, Butler prescribe la benevolencia dentro de los límites de la justicia. Es consciente de que es imposible amar a la humanidad en su totalidad, por eso entiende la frase «ama al prójimo» como ama a aquellos con los que te encuentras, como el modo de ejercitar la benevolencia imparcial. Hay temas más amplios en juego en un sistema de cuidado de la salud costeado por el Estado. En el Reino Unido, la accesibilidad a los Servicios Nacionales de Salud a todos, y la igualdad de tratamiento dentro de él, son considerados por muchos como los principales indicadores de la justicia social. La justicia también nos recuerda que el bienestar de la población como un todo no debe olvidarse nunca. Pero el pensamiento anglicano tiende a afrontar estas cuestiones desde la comunidad local donde las personas se comunican unas con otras cara a cara.

3.3. Los principios judíos El modelo judío de toma de decisiones en medicina está compuesto de una tríada: el médico, que tiene la obligación de tratar al paciente y de darle el mejor consejo médico, el rabino cualificado, que es requerido para resolver cualquier problema ético o legal que pueden encontrar el paciente o el médico, y el paciente, que tiene la obligación de buscar ayuda médica, y tiene autonomía para escoger al médico o al rabino que le deben aconsejar, y decidir en aspectos que no implican ser experto en medicina, o que afectan a la valoración de la calidad de vida.

1) El judaismo plantea responsabilidades, obligaciones, deberes y mandatos, más bien que derechos o el puro hedonismo.
2) Favorece la aproximación casuista, más bien que la adhesión a principios generales.
3) Se opone a la absolutización de cualquier precepto singular, que tenga preferencia sobre cualquier otro principio.
4) El estudio de la ética no se queda en un ejercicio académico, sino que hay que actuar en consecuencia.
5) La relación médico-paciente se considera una alianza en la que el médico tiene siempre la obligación de ayudar a los necesitados.
6) Considera que la búsqueda de atención médica por parte del paciente es un imperativo moral. Nadie tiene el derecho de rechazar un tratamiento considerado necesario y efectivo por una opinión competente.
7) La vida humana es sagrada y de valor supremo. Constituye uno de los principios más importantes del judaismo. Cada vida humana es igualmente valiosa, por lo tanto matar a un paciente decrépito que se aproxima a la muerte constituye exactamente el mismo crimen de asesinato que matar a una persona joven y saludable.

La ética biomédica judía reconoce la importancia de los cuatro principios de Beauchamp y Childress, la problemática se halla en establecer una priorización entre ellos. Según Steinberg, sobre esos principios podemos decir lo siguiente desde el judaismo:

1) Autonomía. En el judaismo se combina la idea de la elección libre con la idea de que Dios determina las reglas y las acciones en el universo y supervisa los hechos humanos. Así pues, «la conducta y las acciones humanas no son ni absolutamente libres ni absolutamente predeterminadas; más bien son ambas, libres y determinadas» 59, De acuerdo con la ley judía el médico está obligado a sanar y el paciente está obligado a buscar la salud, en consecuencia «el tratamiento médico no está ocasionalmente determinado por el deseo y el consentimiento del paciente, sino por hechos objetivos» 60, La autonomía del paciente es preservada, no obstante, en ciertas situaciones médicas: a) Si no está probado que el tratamiento sugerido es eficaz, o si el tratamiento sugerido es claramente fútil, el paciente tiene el derecho a rechazar la iniciación de tales tratamientos, b) Si el tratamiento supone un gran sufrimiento, o complicaciones significativas, el paciente tiene el derecho a rechazar tal tratamiento, c) Si hay varias opciones médicas igualmente efectivas y una opción se prefiere por causas no médicas, el paciente tiene el derecho a rechazar tal opción.
2) No-maleficencia. El médico tiene que ayudar y sanar, pero nunca usar su conocimiento para dañar a otros. Steinberg comenta: «la perspectiva judía de no-maleficencia no sólo incluye la prohibición de dañar a otros, también prohibe las acciones dañinas hacia uno mismo. A cada persona se le manda que vele por su propia salud y su vida, y está obligada a evitar el auto-daño, lesión o suicidio» 61,
3) Beneficencia. «Beneficiar a un prójimo se considera uno de los preceptos más importantes en el judaismo. No es opcional, es exigible» 62, Un ejemplo de ello es el precepto «amarás a tu prójimo como a ti mismo» 63,
4) Justicia. En el pensamiento judío, la justicia se equipara a la compasión, gracia, caridad, verdad, confianza, paz, equidad e integridad. La perspectiva judía de la justicia no es procedimental, sino substantiva, es decir, nos dice cómo la vida debería ser. En la toma de decisiones sobre cuidados de la salud, se decide primariamente de acuerdo con las siguientes reglas: «el primero que llega es el primero en ser servido es la regla básica; si dos pacientes se presentan simultáneamente —el que está en mayor peligro médico tiene prioridad; si ambos son iguales en sus necesidades médicas— se estipula una jerarquía basada en el valor social» 64,

En un artículo del Jewish Compendium on Medical Ethics donde se analiza el consentimiento informado y la comunicación de un pronóstico infausto al paciente, se pueden extraer los principios básicos de la ética biomédica judía. En ese artículo se dice que la primera regla de la medicina es no dañar al paciente 65,

La beneficencia es un principio muy relevante. La relación médico-paciente es asimétrica. En esa situación el médico es el que mejor puede determinar cuál es el bien del paciente. Puede ocurrir que él no convenza al paciente y por eso, en esas situaciones, es importante la figura del rabino, para mediar entre el médico y el paciente.

El rabino transmite más confianza y puede intimar más con el paciente. Mientras que el paternalismo del médico puede a veces parecer sospechoso al paciente, el consejo paternalista del rabino resulta fácilmente aceptado. El bien del paciente permite al médico ocultar a éste información que podría resultarle dura de soportar, así «el bienestar del paciente permanece como la consideración primordial para determinar lo que debe decirse» 66,

  1. El principio de autonomía es poco relevante.
  2. Según este artículo, desde una perspectiva judía, el consentimiento informado no es un aspecto esencial de la práctica asistencial.
  3. La obligación del médico es sanar al paciente.
  4. Esta obligación del médico tiene un origen divino y, en consecuencia, es una obligación religiosa del paciente buscar y permitir que se le apliquen tratamientos encaminados a que recobre la salud.

Así, el paciente que rechaza un tratamiento razonable y médicamente apropiado «está violando la confianza divina» 67, Por otro lado la toma de decisiones clínicas no es un derecho exclusivo del paciente. Las decisiones relevantes han de ser tomadas entre el paciente, el médico, el rabino y la familia del paciente, siendo especialmente determinante la opinión del médico.3.4.

Los principios islámicos La Sharia —la ley islámica— se elabora entre los siglos x y xn d.C. y desde entonces sus principios se consideran eternos e inmutables. Las fuentes de la Sharia son cuatro: 1) El Corán, que contiene la palabra directa de Dios revelada al profeta Mahoma, 2) la Sunna, colección de dichos de Mahoma, 3) el consenso de los doctores de la ley sobre determinados temas, y 4) el razonamiento por analogía.

Las tres primeras fuentes son de origen divino, la última es establecida por los hombres. El razonamiento por analogía es un instrumento lógico que consiste en deducir nuevas reglas de comportamiento para afrontar situaciones inéditas a partir de casos análogos reconocidos en las fuentes precedentes de la Sharia.

Es el tipo de razonamiento empleado para diseñar los principios de la ética biomédica islámica. Temiendo que el pluralismo se perciba como un «relativismo» ético, el Islam muestra una imagen aprobkmática de la ética biomédica. Ante los diversos dilemas que plantean la práctica asistencial y la investigación clínica ofrece la respuesta de la «verdadera religión», respuesta clara y definitiva, al contrario de lo que ocurre con las arbitrarias reflexiones filosóficas del «desorientado» Occidente.

Respecto a los principios de Beauchamp y Childress, según nos dice Dariusch Atighetchi, los autores islámicos se limitan a referir su existencia «sin profundizar en una reelaboración o jerarquización de ellos a la luz de la doctrina jurídica islámica» 68,

1) El carácter sacro de la persona humana. La vida es un don divino que debe ser protegido desde su inicio. Vero la vida, aunque es un valor supremo, no es un valor absoluto o un derecho inalienable. En la visión islámica el hombre no es portador de derechos inalienables conectados a su propia naturaleza, pues el hombre es una criatura de Dios y sólo el Creador tiene verdaderos derechos.
2) El principio de necesidad. Este principio se basa en varios pasajes del Corán, ha necesidad hace excepciones a la regla y convierte en lícito ¿o que a otras personas estaría prohibido. El valor principal que se protege con ello es la vida.
3) El principio del «mal menor». El médico tiene la obligación de no dañar al paciente. Cuando sea inevitable intervenir debe escoger el menor de los males. Así, por ejemplo, podrá amputar una pierna encangrenada para salvar la vida del individuo.
4) El principio del «beneficio público». Mediante este principio, que recoge la idea del altruismo presente en el Corán, se antepone el interés de la comunidad sobre el interés del individuo.

No se percibe una valoración de la autonomía del paciente en estos principios. Quizá no esté de más recordar que la palabra «Islam» significa «sumisión», o «paz sumisa».3.5. Los principios budistas El budismo es una tradición tremendamente diversa, con más de 2500 años de desarrollo en Asia.R.E.

Florida, nos dice que hay dos escuelas principales: 1) La vieja tradición, llamada Theraváda, «el camino de los ancianos», centrada ahora en Sri Lanka, Tailandia, Burma, e Indochina, más conservadora, y 2) la joven tradición, llamada Mahayana, «el vehículo amplio», que predomina en China, Corea, Japón y los Himalayas.

Los Mahayana son menos literales en sus interpretaciones y un poco más liberales en sus prácticas, pero ambas comparten una tradición de tolerancia. Sólo recientemente han empezado los budistas a diseñar una ética biomédica sistemática. Dos autores destacan en esta tarea: Pinit Ratnakul 70 y Shoyu Taniguchi 71,

Los principios fundamentales se derivan de la experiencia ilustrada de Buda, el fundador de la fe. Una de las ideas fundamentales es que si algo conduce al alivio del sufrimiento, entonces es adecuado hacerlo. La ética budista es esencialmente global, así el primer principio del budismo consiste en considerar que todos los fenómenos están interrelacionados.

Otra idea importante consiste en afirmar que el lugar que una persona ocupa en el mundo, el destino de uno, e incluso el carácter, están predeterminados por los actos previos de uno o karma. Los actos torpes conducen a estados desafortunados y los actos hábiles tienen el efecto contrario.

Pero el budismo no es un sistema determinista fatalista, pues cada persona tiene considerable oportunidad para mejorar su propio destino, viviendo de acuerdo con el dharma —es decir, la ley o las enseñanzas de Buda—. Sobre los principios de la ética biomédica podemos decir lo siguiente: Ratnakul describe la autonomía como la capacidad de un individuo de ordenar, planificar y escoger, entre diversas potencialidades humanas, el patrón de su propia vida, mientras respete las pretensiones correctas de los otros sobre él, y el cumplimiento de sus responsabilidades como agente moral.R.E.

Florida escribe: «En la ética budista tradicional, la autonomía no es considerada como una categoría principal. No obstante, el énfasis budista en la responsabilidad de cada persona por su propio karma o carácter moral implica autonomía» 72, Pero la noción moderna de autonomía ligada al individualismo va en contra del principio fundamental del budismo que insiste en la co-dependencia de todos los seres.

1) No-maleficencia o ahimsa. Ratnakul nos dice que en una sociedad budista, la primera obligación es no dañar a otros. Matar a una persona es tanto más malo cuando más virtuosa era la persona muerta.
2) Justicia. Florida considera que no es fácil encontrar equivalentes en el budismo para conceptos como justicia o imparcialidad tal y como se entienden hoy en Occidente. Ratnakul sí que habla de un principio de justicia por referencia a la cual critica la situación de los pobres de Tailandia, que tienen muy poco acceso a los cuidados de la salud, comparados con los ricos, y dice que el Estado tiene el deber de ofrecer cuidados adecuados para cualquier persona que los necesite. Florida comparte este pensamiento, pero considera que no tiene una base firme en el pensamiento tradicional budista.
3) Compasión (karuna) y beneficencia. Para Ratnakul la compasión es uno de los cuatro principios centrales de la ética biomédica budista. Ciertos estados sublimes de la mente son cultivados en el budismo. Hay cuatro de ellos que son compartidos por todas las escuelas: la amabilidad cariñosa hacia todos los seres sentientes, la compasión por la infelicidad de otros, la alegría simpatética por la felicidad y la buena suerte de otros, y la ecuanimidad.4) Veracidad. El cuarto principio que Ratnakul ve como esencial en la ética biomédica budista es la veracidad. Uno debe decir siempre la verdad al paciente. No comunicar la verdad se debe habitualmente a la negación o al temor por parte del personal sanitario, de que la comunicación de la verdad pueda debilitar o reducir las expectativas de vida del paciente. Según este autor, la práctica del paternalismo ocultando la verdad, es inaceptable para el budismo.

Michael Barnes 73 describe los rasgos esenciales de la ética biomédica budista, especialmente aquellos principios que tienen relación con el final de la vida. Extrayendo las ideas fundamentales que recoge este autor podemos distinguirlos siguientes principios:

1) El repeto por la vida humana. Es el principio fundamental de la ética budista, y solicita no quitar la vida. Esto no significa que la vida tenga que ser mantenida a toda costa. Es similar al principio de la «santidad de la vida» en la tradición cristiana.
2) La autonomía. Otro de los principios es la autonomía del sujeto moral, pues la persona acepta voluntariamente seguir a Buda. Algunos especialistas afirman que, en la ética budista, «el valor de la vida humana se encuentra en la capacidad para la elección consciente» 74, es decir, en su autonomía.
3) La intención. La intención juega un papel central para determinar la altura moral de un acto. Una acción es inmoral si surge de estados mentales dominados por la avaricia, el odio o el engaño, mientras que la acción es moral cuando surge de estados caracterizados por cualidades opuestas. La calidad moral de un acto se determina por el estado interior del individuo. En el budismo es muy importante prepararse cuidadosamente para el momento de la muerte, pues esto determina la próxima reencarnación. El ideal es morir de modo consciente.
4) Sabiduría y compasión. El valor de la compasión se sitúa junto al conocimiento. El budismo es una religión de la compasión preocupada por aliviar el sufrimiento de todos los seres sentientes. ha sabiduría consiste en comprender que el sufrimiento es universal, j que nada existe con independencia de las demás cosas. Todos los seres sentientes viven dependiendo unos de otros. El sufrimiento de un ser humano no puede ser separado del sufrimiento de otro. El nivel de sabiduría de un ser humano está relacionado con la compasión que siente hacia los otros, ha compasión se expresa mediante actos que tienen por finalidad hacer el bien a otros. Estos actos han de adaptarse a las necesidades individuales y a las circunstancias.

Pitak Chaicharoen y Pinit Ratanakul, profesores en la Universidad Mahidol de Thailandia, consideran que el concepto de la dependencia mutua o la interrelaáón podría constituir por sí mismo uno de los principios de la ética biomédica budista. Cuando todos los seres dependen de los otros seres, ninguno de ellos tiene prioridad, y la preocupación por los otros, la cooperación y la armonía son valores cruciales en las relaciones sociales. El «derecho a morÍD> reclamado por los defensores de la eutanasia, no puede ser absoluto, porque las personas no viven solas sino como miembros de comunidades que pueden resultar dañadas por su muerte o por una política social que anime a la muerte. Chaicharoen y Ratanakul comentan: «Respecto a las decisiones sobre la vida y la muerte los médicos y otros miembros del personal sanitario no deberían decidir un acto por ellos mismos sino en diálogo (partnership) con los pacientes, sus familias y/o representantes» 75, Y añaden: «Por consiguiente, los médicos deben incluir en su ética profesional la necesidad de obtener el consentimiento de sus pacientes o representantes para cualquier tratamiento» 76, Según estos autores, la eutanasia activa viola el primer principio budista que prohibe matar, pero podría justificarse la eutanasia pasiva, pues los médicos no han de prolongar indefinidamente el uso de las medidas de soporte vital. Se ha de tener en cuenta el coste médico para la familia, la escasez de los recursos médicos, la incerteza médica y la calidad de vida del paciente. Además en la actualidad se hace especial énfasis en la autonomía del paciente con el derecho a escoger o a rechazar el tratamiento. El respeto a la autonomía del paciente se vuelve problemática cuando el paciente es incapaz. En ese caso es relevante la agonía de la persona y la futilidad del tratamiento para tomar decisiones. Conclusiones: hacia una bioética intercultural Una de las conclusiones más interesantes de Gillon 77 sobre el tema que nos ocupa es que los principios de Beauchamp y Childress son universales. Las personas de diferentes culturas los interpretan de manera diferente, los armonizan, aplican o priorizan de modo diferente, pero constituyen un marco para analizar los problemas éticos en las ciencias biomédicas, son los «elementos de un lenguaje moral común» 78, Yo comparto esa conclusión. En mi opinión, lo relevante en esta cuestión, no es tanto si se está a favor o en contra de los principios de la bioética. Lo relevante es que el debate en torno a ellos ha generado una reflexión sobre la bioética de carácter universal que, en la medida en que forma parte del lenguaje bioético en todas las culturas constituye, por lo tanto, una base importante para construir lo que podríamos llamar una «bioética intercultural». Pero los principios de la bioética tienen otro potencial muy importante para ser la base de una bioética intercultural, y es su relación directa con los derechos humanos, defendidos con carácter universal. Son varios los autores que piensan que existe un paralelismo entre los principios de la bioética de Beauchamp y Childress y los valores centrales que constituyen los derechos humanos, lo cual explicaría también por qué han formado parte del lenguaje común de la bioética internacional. Dos valores son centrales en la declaración universal de los derechos humanos: la libertad y la igualdad. Estos valores son los que deben orientar las decisiones en los conflictos de bioética. Así, María Casado escribe: «Los derechos humanos están llamados a ser el criterio regulador de las nuevas formas de control y de las posibilidades científicas y tecnológicas emergentes, propugnando, propiciando y garantizando el respeto a la libertad, a la igualdad y a la dignidad de todos y cada uno de los seres humanos» 79, La dignidad humana, junto al concepto de persona, posee un carácter central para articular los criterios a utilizar en el ámbito de la bioética. La especial dignidad del ser humano es el centro de la concepción ética y jurídica en que se basa la cultura occidental, y lo que hace al hombre especialmente digno frente a los otros seres es su libertad y las consecuencias derivadas del uso de la misma. Haciendo referencia a la tercera generación de derechos humanos, inspirados en el valor de la solidaridad, esta autora añade que las nuevas situaciones deben ser también enfocadas desde el principio de la solidaridad, y no basta con las políticas públicas para hacerles frente, sino que se exige también el esfuerzo de la sociedad civil. Esta autora acepta los cuatro principios de Beauchamp y Childress, pero lo que resalta es que tienen un paralelo en el ordenamiento jurídico: el respeto a los derechos humanos que toda persona posee y que no deja de tener por el hecho de convertirse en paciente. Así, «cuando en la reflexión bioética se habla del principio de autonomía y del principio de justicia, de lo que se está tratando es de libertad y de igualdad, de valores —y de derechos— que constituyen el núcleo de los derechos del hombre y de la tan nombrada dignidad humana» 81, Victoria Camps, por su parte, nos dice que la ética del siglo xxi tiene que ser una ética sin atributos: no una ética católica, evangélica, islámica, sino laica. Entendiendo por tal «una ética que procura valer para todos, independientemente de las diferencias culturales o ideológicas que separan a las personas y a los pueblos, y lo hace intentando aportar las respuestas más razonables» 80, Las «razonables» son aquellas respuestas para las que tenemos razones, buenas razones o razones suficientes, que muchas veces no pueden ser nada más que razones compartidas. Por eso, la ética laica está fundamentada básicamente en el diálogo. «La mejor respuesta será aquella que resulte de la confrontación de opiniones diversas y que haya tenido en cuenta todas las opiniones discrepantes, en especial las de aquellos que pueden verse más afectados por el problema de que se trate» 82, Para esta autora no tiene sentido una diversidad ética absoluta, sin puntos de contacto y de encuentro que unan bajo un denominador común las distintas creencias o puntos de vista. Para lograr ese punto de encuentro sólo nos queda afinar en el procedimiento en la toma de decisiones correctas. Un procedimiento que consistirá en el diálogo, la discusión y la deliberación. Camps nos recuerda que, al fin y al cabo, la moral tiene un origen común que podemos sintetizar en la llamada «regla de oro», y que se remonta a Confucio. Una regla popularizada con el dicho: «No hagas a los demás lo que no quisieras que te hicieran a ti». Es la regla del respeto y del reconocimiento mutuo, el reconocimiento de la dignidad intrínseca a cualquier ser humano. Respecto a los principios de la bioética propuestos por el Informe Belmont —la beneficencia, la autonomía y la justicia, ya mencionados más arriba—, Camps afirma: «Tales principios no hacen sino traducir al lenguaje bioético los derechos humanos» 83, Así, se le pide al profesional que se rija por el deber de hacer el bien, lo que, en principio, implica velar por la vida del paciente y restaurarle la salud. Pero, al mismo tiempo, dicho precepto se ve limitado por el respeto debido a la libertad de la persona, por una parte, y por la obligación de cooperar con una sociedad y unas instituciones que procuran ser más equitativas y justas. «El derecho a la vida, a la libertad y a la igualdad constituyen el subsuelo de los principios de beneficencia, autonomía y justicia» 84, Adela Cortina, por su parte, distingue entre éticas de mínimos normativos universalizables, que pueden ser defendidos con argumentos alcanzando intersubjetividad y éticas conciliatorias de máximos, referidas a la peculiar idiosincrasia de los individuos y los grupos, que han de ser respetadas en la medida en que no violen los mínimos universalizables. Así, «la ética de mínimos, fundada en la noción de autonomía, exigirá respetar los ideales de automatización de los individuos y los grupos, siempre que no atenten contra los ideales de los demás hombres» 85, El paciente, como interlocutor válido, tiene derecho a ser escuchado en la toma de decisiones que le afectan. Cortina afirma que «el consentimiento informado es la expresión del principio ético de la autonomía dialógica» 86, No debe quedar en un mero requisito legal para cubrirse las espaldas ante cualquier posible denuncia, manera de actuar propia de la medicina defensiva. Es necesario reconocer que el paciente es un ser autónomo, cuya autonomía ha de ser respetada a través de la comunicación y el diálogo. Los afectados han de llegar a un «acuerdo unánime» 87, fruto de un diálogo sincero, en el que se busca satisfacer intereses universalizables. El pluralismo razonable exige argumentar sobre una base compartida, y esa base es la ética cívica, que contiene valores como la autonomía, la igualdad, la solidaridad, el respeto activo y la actitud de diálogo. Yo entiendo que sobre esta ética cívica, que contiene los valores fundamentales que inspiran los derechos humanos, y partiendo de los principios de la bioética, que a su vez traducen al lenguaje de la bioética dichos valores y derechos fundamentales, vemos surgir lo que podríamos llamar una «bioética intercultural», capaz de articular un lenguaje común entre las culturas, para afrontar los nuevos desafíos éticos que plantean las ciencias relacionadas con la salud y con la vida. Sumario: Introducción; 1. Los principios de la bioética de Beauchamp y Childress en Estados Unidos; 1.1. Respeto de la autonomía; 1.2. No-maleficencia; 1.3. Beneficencia; 1.4. Justicia; 2. Una mirada a los principios de la bioética desde Europa, América Latina, África y Asia; 2.1. Los principios de la bioética del Consejo de Europa; 2.2. América Latina: Los principios de la bioética y los derechos humanos; 2.3. África: La fuerza vital y el comunalismo; 2.4. Asia: Las relaciones, la familia y la comunidad; 2.4.1. La orientación por el tipo de relaciones; 2.4.2. La relevancia de la familia y la comunidad; 2.4.3. Familia, interdependencia, naturalidad y cobertura social; 3. Principios de la bioética inspirados en las grandes religiones del mundo; 3.1. Los principios católicos; 3.2. Los principios anglicanos; 3.3. Los principios judíos; 3.4. Los principios islámicos; 3.5. Los principios budistas; Conclusiones: hacia una bioética intercultural. Notas * Doctor Europeo en Filosofía en la Universidad de Valencia (España). Realizó estudios de postgrado en la Universidad de Francfort (Alemania), con una beca del DAAD, y estancias de investigación en centros de Europa y América. Investigador de la Fundación General de la Universidad de Valencia y profesor en las áreas de Filosofía Moral y Filosofía Política de esta universidad. Director del Grupo de Investigación en Bioética de la Universidad de Valencia ( http://www.uv.es/gibuv ). Es autor de los libros: Una brújula para la vida moral (2003), Voluntades anticipadas. Una alternativa a la muerte solitaria (2005) y La soáedad ética. Indicadores para evaluar éticamente una soáedad (2009). Este trabajo se inscribe dentro del proyecto de investigación FFI2008-06133/FISO subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. También se inserta en las actividades del grupo de investigación de excelencia PROMETEO /2009/085 de la Generalitat Valenciana. Recibido: 3/Diciembre/2009 – Aceptado: 28/Enero/2010 1 Cfr. Comisión Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos de Investigación Biomédica y del Comportamiento, “Informe Belmont de 30 de septiembre de 1978. Principios éticos y orientaciones para la protección de sujetos humanos en la experimentación”, en M. CASADO (con la colaboración de S. Darío Bergel, M. Dobernig, G. Figueroa Yáñez y A. Sánchez Urrutia): Las leyes de la bioética. Gedisa, Barcelona 2004, 85-111.2 Cfr.T.L. BEAUCHAMP y J.F. CHILDRESS: Principles of Biomedical Ethics. Fourth Edition, Oxford University Press, Nueva York/Oxford 1994 (trad. cast. Principios de ética biomédica. Masson, Barcelona 1999).3 Cfr.D. GRACIA: Fundamentos de bioética. Eudema, Madrid 1989.4 T.L. BEAUCHAMP y J.F. CHILDRESS: “Principles of Biomedical Ethics. Fourth Edition, 121.5 Cfr.G. DWORKIN: The Theory and Practice of Autonomy. Cambridge University Press, Cambridge/Nueva York/Melbourne 1988, 3 a reimpr.1995.6 HIPÓCRATES: “Juramento”, Tratados hipocráticos, 87.7 Cfr.T.L. BEAUCHAMP y J.F. CHILDRESS: Principles of Biomedical Ethics. Fourth Edition, 193.8 Cfr. ibíd, 260.9 Ibíd, 327.10 Cfr.N. DANIELS: Just Health Care. Cambridge University Press, Cambridge/Nueva York/Melburne 1985, 5 a reimpr.1995.11 D. SHAPIRO: “Medizinische Ethik in Grossbritannien: Ansätze und Principien in Ethikund Recht”, Jahrbuch für Wissenschaft und’Ethik, vol.1 (1996), 177.12 O. QUINTANA-TRIAS: “Internationale Bioethik: Die Rolle des Europarates”, Jahrbuch für Wissenschaft und Ethik, vol.1 (1996), 197.13 Ibíd, 198.14 Cfr.C. DE SOLA LLERA: “Zur Struktur der ‘Konvention zum Schutz der Menschenwürde und der Menschenrechte im Hinblick auf die Anwendung von Biologie und Medizin: Bioethik-Konvention” des Europarates”, Jahrbuch für Wissenschaft und Ethik, vol.1 (1996), 190.15 Cfr.J. DAHL RENDTORFF y P. KEMP: Baste Ethical Principles. In European Bioethics and Biolaw. Vol. I: Autonomy, Dignity, Integrity and Vulnerability, y Vol. II: Partners’ Research, Institut Borja de Bioética, Barcelona 2000.16 M. VELASCO-SUÁREZ: “Bioética y derechos humanos”, Journal International de Bioéthique / International Journal of Bioethics, vol.6, n° 4 (1995), 281.17 Ibíd., 283.18 Ibíd.19 H.L. FUENZALIDA-PUELMA: “Impacto social de la bioética en América Latina”, en Journal International de Bioéthique / International journal of Bioethics, vol.6, n° 4 (1995), 285.20 H. LEPARGNEUR: “Força e Franqueza dos Principios da Bioética”, Bioética. Repista Publicada pelo Conselho Federal de Medicina, vol.4, n° 2 (1996), 134.21 Ibíd, 140.22 Cfr.P. TEMPELS: Bantu phiksophy. Presence Africaine, Paris 1959.23 Cfr.J. MBITI: African religious and philosophy. Heinemann, Oxford 1969.24 P. KASENENE: “African Ethical Theory and the Four Principles”, en R. Gillon (ed.), Principles of Health Care Ethics, lohn Wiley and Sons, Chichester/Nueva York/Brisbane/Toronto/Singapur 1994, reimpr.1996, 184.25 Ibíd, 185.26 Ibíd, 188.27 Ibíd., 187.28 Ibíd, 189.29 Ibíd, 190.30 Ibíd, 191.31 G. OHI: “Advance Directives and the Japanese Ethos”, en H.-M. Sass, R.M. Veatch, and R. Kimura (eds.), Advance Directives and Surrogate Decisión Making in Health Care. United States, Germany, and Japan. The Johns Hopkins University Press, Baltimore and London 1998, 176.32 Ibíd, 179.33 R. KIMURA, con la asistencia de L. BISHOP: “Contemporary Japan”, en W.T. Reich (ed.), Encyclopedia of Bioethics. Revised Edition. Vol.3, Simon and Schuster Macmillan, Nueva York/ Simon and Schuster and Prentice Hall International, London, Ciudad de México, Nueva Delhi, Singapur, Sidney and Toronto 1995, 1503.34 R. KIMURA: “Death, Dying, and Advance Directives in Japan. Sociocultural and Legal Points of View”, en H.-M. Sass, R.M. Veatch y R. Kimura (eds.), Advance Directives and Surrogate Decision Making in Health Care. United States, Germany, and Japan, 188.35 T. TSUCHIDA: “A Differing Perspective on Advance Directives”, 211.36 Ibíd, 212.37 Ibíd., 215.38 Éxodo, 23, 7.39 Catecismo de la Iglesia Católica, Asociación de Editores del Catecismo, editado en 1992, 3 a ed.1994, parágrafo 2258, p.559.40 Ibíd., parágrafo 2277, p.564.41 Ibíd., parágrafo 2278, p.565.42 Ibíd., parágrafo 2279, p.565.43 JUAN PABLO II: “Lettera Encíclica Evangelium Vitae del Sommo Pontefice Giovanni Paolo II ai Vescovi ai Presbiteri e ai Diaconi ai Religiosi e alie Religiose ai Fedeli laici e a tutte le persone di buona volontá sul valore e l’inviolabilitá della vita umana”, Mediana e Morale. Riuista di Bioética e Deontologia Medica, 1995/4, parágrafo 65, p.875.44 Cfr.J. FINNIS y A. FISHER: “Theology and the Four Principles: A Roman Catholic View I”, en R. Gillon (ed.), Principles of Health Care Ethics, 31-44.45 Cfr.B. HOOSE: “Theology and the Four Principles: A Roman Catholic View II”, en R. Gillon (ed.), Principles of Health Care Ethics, 45-54.46 Cfr. Carta a los Romanos, 3, 8.47 B. HOOSE: “Theology and the Four Principles: A Roman Catholic View II”, en Raanan Gillon (ed.), Principles of Health Care Ethics, 48.48 Ibíd, 46.49 J. FINNIS y A. FISHER: “Theology and the Four Principles: A Roman Catholic View I”, en R. Gillon (ed.), Principles of Health Care Ethics, 41.50 Tobías 4,15.51 Mateo 7, 12 y Lucas 6, 31.52 Mateo 25, 31-46.53 J. FINNIS y A. FISHER: “Theology and the Four Principles: A Roman Catholic View I”, en R. Gillon (ed.), Principles of Health Care Ethics, 42.54 Cfr. The Most Reverend and Right Honourable John Habgood, “An Anglican View of the Four Principles”, en R. Gillon y A. Lloyd (eds.): Principles of Health Care Ethics, 55-64.55 Ibíd, 59.56 Ibíd.57 Ibíd., 61.58 Cfr.A. STEINBERG: “A Jewish Perspective on the Four Principles”, en R. Gillon y A. Lloyd (eds.), Principles of Health Care Ethics, 66-67.59 Ibíd, 69.60 Ibíd.61 Ibíd, 70.62 Ibíd, 71.63 Levítico 19-1 64 A. STEINBERG: “A Jewish Perspective on the Four Principles”, en R. Gillon y A. Lloyd (eds.), Principles of Health Care Ethics, 72.65 Cfr. Jewish Compendium on Medical Ethics, “The Best Interest of the Patient: Canterbury Can Require Too Much”, en B.A. Brody y H. Tristram Engelhardt Jr, Bioethics. Readings and Cases. Prentice-Hall, Englewood Cliffs, Nueva Jersey 1987, 130.66 Ibíd.67 Ibíd, 129.68 D. ATIGHETCHI: “La salute nell’Islam. Una panorámica sugli orientamenti in bioética”, Noticie di Politeia, vol.13, n° 47/48 (1997), 84-85.69 Cfr. ibíd., 85-86.70 Cfr.P. RATNAKUL: Bioethics: an introduction to the ethics of medicine and life sciences. Mahidol University, Bangkok 1986.71 Cfr.S. TANIGUCHI: A study of biomedical ethics from a Buddhist perspective, Tesis de grado, Graduate Theological Union and Institute of Buddhist Studies, Berkeley 1987.72 R.E. FLORIDA: “Buddhism and the Four Principles”, en R. Gillon y A. Lloyd (eds.), Principles of Health Care Ethics, 109.73 Cfr.M. BARNES: “Euthanasia: Buddhist principles”, en G.R. Dunstan y P.J. Lachmann (eds.), Euthanasia: death, dying and the medical duty, en British Medical Bulletin. A Series of Expert Reviews, vol.52, n° 2 (1996), 369-375.74 Ibíd., 369.75 P. Chaicharoen y P. Ratanakul: “Letting-Go or Killing: Thai Buddhist Perspectives on Euthanasia”, Eubios Journal of Asian and International Bioethics, vol.8, n° 2 (1998), 39.76 Ibíd.77 Cfr.R. GILLON y A. LLOYD (eds.), Principles of Health Care Ethics, John Wiley and Sons, Chichester 1994, 2 a reimpr.1996.78 Ibíd, 333.79 M. CASADO: “Los derechos humanos como marco para el bioderecho y la bioética”, en C. M a Romeo Casabona (coord.), Derecho biomédico y bioética, Comares, Granada 1998, 118.80 Ibíd, 127.81 V. CAMPS: La voluntad de vivir. Las preguntas de la bioética. Ariel, Barcelona, 2005, 12.82 Ibíd, 13.83 Ibíd, 15.84 Ibíd.85 A. CORTINA: “Etica del discurso y bioética”, en D. Blanco Fernández, J.A. Pérez Tapias y L. Sáez Rueda (eds.), Discurso y realidad. En debate con K.O. Apel, Trotta, Madrid 1994, 87.86 A. CORTINA: “Problemas éticos de la información disponible, desde la ética del discurso”, en L. Feito Grande (ed.), Estudios de bioética, Universidad Carlos III de Madrid, Instituto de Derechos Humanos “Bartolomé de las Casas”, Dykinson, Madrid 1997, 54.87 Ibíd.
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¿Que defiende la bioética?

La bioética se podría considerar una vertiente de la ética, destinada a promover el adecuado comportamiento del ser humano hacia la vida de los mismos. Uno de los pilares fundamentales de la bioética es el respeto al ser humano, a sus derechos y a su dignidad.

Los expertos en la materia consideran que dentro de los principios que contiene la bioética, tiene cuatro fundamentales que ayudaron a su expansión con mayor aceptación: Autonomía : Es la capacidad de las personas de poder decidir sobre sus finalidades personales, así como actuar bajo sus propias decisiones.

Todos los individuos deben ser tratados como seres autónomos y las personas que tienen la autonomía mermada tienen derecho a la protección. Beneficencia : “Hacer el bien”, la obligación moral de actuar en beneficio de los demás. Curar el daño y promover el bien o el bienestar.

  • Es un principio de ámbito privado y su no-cumplimiento no está penado legalmente.
  • No-maleficencia : No producir daño y prevenirlo.
  • Incluye no matar, no provocar dolor ni sufrimiento, no producir incapacidades.
  • No hacer daño.
  • Es un principio de ámbito público y su incumplimiento está penado por la ley.
  • Justicia : Equidad en la distribución de cargas y beneficios.
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El criterio para saber si una actuación es o no ética, desde el punto de vista de la justicia, es valorar si la actuación es equitativa. Debe ser posible para todos aquellos que la necesiten. Incluye el rechazo a la discriminación por cualquier motivo.

Es también un principio de carácter público y legislado. El método de la bioética es interdisciplinar y triangular. Nos referimos a interdisciplinar porque en ella intervienen elementos que provienen de la ciencia, de la filosofía, del derecho, de la economía y de otras ciencias. La bioética contempla temas muy variados de diferentes disciplinas, como puede ser los derechos de los animales o la vida artificial.

Sin embargo, los avances en la genética junto con los de la tecnología, han hecho que cada vez la bioética se aplique en más ámbitos.
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¿Qué es la bioética 4 ejemplos?

Ejemplos de bioética – Que Es La Bioética En Salud La transfusión de sangre es un tema debatido en el que la bioética puede aplicarse. La bioética suele aplicarse en casos muy concretos que, por sus características, generan debates de todo tipo. Algunos ejemplos de estos casos son los siguientes:

Las transfusiones de sangre. La utilización de armas químicas o nucleares. La interrupción del embarazo (aborto). La utilización de animales para llevar adelante experimentos y pruebas de nuevas medicinas o de vacunas. La donación de órganos. La duración de vida o calidad de vida, La eutanasia.

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¿Dónde se aplica la bioética?

BIOÉTICA: ORIGEN, DEFINICIÓN E IMPORTANCIA – El bioquímico estadounidense Van Rensselaer Potter creó el término bioética en 1970 para describir una nueva filosofía que pretendía integrar la biología, la ecología, la medicina y los valores humanos. En los años siguientes, en Estados Unidos se desarrolló una concepción que reducía la bioética al campo de la medicina.

  • En respuesta a este reduccionismo, Potter retomó su concepción original y la amplió para definir una bioética que también abarcara la relación entre la biosfera y la población humana.
  • La bioética encuentra aplicación en muchas disciplinas y cuestiones humanas.
  • Desde los debates sobre los límites de la vida, como el aborto o la eutanasia, a la maternidad subrogada, la asignación de órganos para trasplantes o el derecho a rechazar la atención médica por motivos religiosos.

El campo de la bioética también alcanza a las aplicaciones de la biotecnología, incluyendo la ingeniería genética, que afecta a humanos, animales y plantas, o al impacto de la contaminación del aire, el suelo y el agua sobre los seres vivos, Tal es su relevancia, que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) alberga desde 1993 el Comité Internacional de Bioética.
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¿Qué es la bioética conclusion?

La bioética ha sido definida por W. Reich en la Encyclopedie of Bioethics, en 1978, del siguiente modo: ‘El estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y la atención de la salud, en tanto que dicha conducta es examinada a la luz de principios y valores humanos’ 4.
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¿Cuáles son los principios de la bioética en la salud?

HUMANIDADES MÉDICAS Los principios bioéticos: ¿se aplican en la situación de enfermedad terminal? A. Azulay Tapiero Servicio de Medicina Interna. Unidad de Cuidados Paliativos. Hospital Dr. Moliner. Valencia RESUMEN La aplicación de los principios bioéticos fundamentales (beneficencia, no-maleficencia, autonomía y justicia) garantizaría una asistencia adecuada al enfermo que está en situación de enfermedad terminal.

Lamentablemente, en nuestro ámbito, esto no se hace de forma sistemática. Para garantizar una asistencia de calidad a este grupo de enfermos es necesario que los profesionales sanitarios que se enfrentan con la enfermedad terminal reciban una adecuada formación en cuestiones de bioética, que se aplique una metodología correcta para resolver los conflictos y que se impliquen las instituciones del estado para que las unidades de Cuidados Paliativos cubran la asistencia de toda la población subsidiaria.

De lo contrario, se produce un atentado contra los principios bioéticos fundamentales, en especial contra un principio de primer nivel, el principio de justicia. PALABRAS CLAVE : Bioética. Enfermedad terminal. Cuidados Paliativos. Biomedical ethics principles: are they applied in terminal illness situation? ABSTRACT Comprehensive practice of biomedical ethics principles (beneficence, non-maleficence, autonomy and justice) would guarantee appropriate assistance to patients with terminal diseases.

  1. Unfortunately today, these principles aren’t put into practice in a systematic way.
  2. In order to guarantee quality care to this particular group of patients, it is necessary that all health care professionals dealing with terminal illness receive a comprehensive education in bioethics matters and that an appropriate methodology is followed in order to resolve subsequent conflicts.

Furthermore, public institutions should be involved so that Palliative Care Units provide assistance to the entire population rather than select cases. If we can’t provide comprehensive care, we are working against the basic bioethics principles, especially the fundamental principle of justice.

  1. EY WORDS : Bioethics.
  2. Terminal illness.
  3. Palliative Care.
  4. Trabajo aceptado : 3 de Septiembre de 2001 Correspondencia : Armando Azulay Tapiero.
  5. C/ Espinosa nº 1, pta.1 – 46008 Valencia.
  6. E-mail: [email protected] El personal sanitario, cuando se enfrenta con la enfermedad progresiva e incurable que progresa irremediablemente hacia la muerte, cuando no es posible la curación, es invadido por un estado de duda constante sobre qué es lo más adecuado hacer para beneficiar al enfermo.

La actitud que debe tomar ante los dilemas que aparecen no debe ser producto de la intuición ni de su estado de ánimo en ese momento, sino que debe estar basada en una reflexión prudente, informada, discutida y compartida por el resto de los miembros del equipo interdisciplinar y, a ser posible, conociendo y teniendo muy en cuenta cuáles son las preferencias del enfermo.

Un método utilizado para intentar resolver estos conflictos éticos en la labor diaria con el enfermo es el propuesto hace ya más de 20 años por Beauchamp y Childress. Antes de responder a la pregunta que se plantea en el título de este trabajo, es necesario conocer, aunque sea de forma muy elemental, qué es la bioética, cuáles son sus objetivos y comentar la “teoría de los cuatro principios” desarrollada por los autores anteriormente citados.

CONCEPTO Y OBJETIVOS DE LA BIOÉTICA La ética es la parte de la Filosofía que estudia la bondad o la malicia intrínseca de los actos y de las conductas humanas. La ética debe apoyarse en la racionalidad y en el terreno filosófico, y no en la religión, el derecho o los códigos deontológicos.

Lo ético puede no ser legal (por ejemplo, la eutanasia es considerada una actuación éticamente correcta para determinadas personas, pero es ilegal en casi todos los países) y lo legal puede no ser ético (por ejemplo, la pena de muerte es una acción contraria a la ética para amplios sectores sociales, pero está legalmente constituida en varios países).

La deontología y la ley no deben ser un instrumento adecuado para definir lo conveniente o lo correcto ante un caso concreto, no de sebe “judicializar” la vida de las personas, a no ser que se quiera conseguir una forma de totalitarismo (1), aunque sí será necesario legislar unos mínimos éticos aceptados por todos, los principios éticos legales (2), y exigibles a todos por igual (3).

  1. Ninguna ideología ni ninguna creencia religiosa deben imperar en una sociedad plural y secularizada, donde deben tener cabida todas las corrientes ideológicas, con la condición de que respeten la dignidad de las personas y los derechos humanos.
  2. La Medicina, como es fácil de suponer, desde los tiempos más remotos, desde su inicio, ha estado relacionada con la ética, ya que su objetivo, por encima de cualquier otro, siempre ha sido conseguir el bien del ser humano enfermo.

El término “bioética” procede del griego: “bios” (vida) y “ethos” (comportamiento, costumbre). El objetivo principal de la bioética es por tanto el estudio de la relación existente entre la vida y los principios o pautas de la conducta humana. La palabra “bioética” es un neologismo que aparece por primera vez en el año 1971, en el libro del oncólogo norteamericano Van Potter titulado Bioethics: a Bridge to the Future (“Bioética: un puente al futuro”) (4); este autor la define como “la disciplina que combina el conocimiento biológico con el de los valores humanos”.

Según la obra coordinada por Warren Reich, Encyclopedia of Bioethics, la bioética se define como “el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado sanitario, en cuanto se examina esta conducta a la luz de los valores y principios morales” (5). En la práctica, el objetivo de la bioética, en lo que respecta a la Medicina, será la búsqueda de soluciones concretas a casos clínicos concretos, siempre que se originen conflictos entre valores.

La bioética entrará en acción cuando aparezca la posibilidad de elegir entre dos o más opciones, que a veces podrán ser completamente contradictorias. El dilema consiste en buscar la forma más adecuada para tomar las decisiones correctas, es decir, cómo elegir entre lo correcto y lo incorrecto, cómo diferenciar lo que es bueno de lo que es malo.

  • Cuando entran en juego los problemas esenciales de la vida y la muerte, la responsabilidad aumenta y esta búsqueda se hace más complicada.
  • Para encontrar la solución al dilema que se plantea se debe actuar con libertad, pero no de forma empírica o intuitiva, sino con prudencia, con un método adecuado y en un abordaje interdisciplinario, ya que todas las ramas del saber que tienen por objeto al ser humano tienen elementos que aportar en la búsqueda de soluciones, de ahí deriva la importancia de la constitución de “comités de bioética” en los centros hospitalarios, una de cuyas misiones será la de orientar y ayudar a los profesionales sanitarios en la solución de estos problemas.

La ética médica, a lo largo de toda su historia, siempre consideró que el personal sanitario sólo estaba obligado a conseguir el máximo beneficio del enfermo y que no tenía sentido preocuparse por otros motivos. En las últimas décadas, el juicio moral de un acto médico ha variado; entre sus objetivos, además de conseguir el máximo beneficio del enfermo, se debe tener en cuenta otras dimensiones o aspectos: – Las preferencias del paciente: puede que “lo mejor” para nosotros, personal sanitario, no coincida con “lo mejor” para el paciente, y sería ilícito imponer nuestra propia idea del bien a otras personas.

La calidad de vida subjetiva. – Los factores sociales y económicos. – El bien de la sociedad en su conjunto. PRINCIPIOS BIOÉTICOS Para resolver el problema de los conflictos que aparecen en el momento de tomar las decisiones en el área biomédica, surge la bioética de orientación principalista basada en “Los Cuatro Principios” formulados por Beauchamp y Childress.

La bioética principalista consiste en conseguir un método sistemático de reflexión que permita elegir una solución correcta ante un dilema bioético. En el año 1979, estos dos autores norteamericanos, basados en el “Informe Belmont”, que fue encargado en el año 1974 por el Congreso Norteamericano para elaborar una guía acerca de los procedimientos éticos que debían regir la investigación con seres humanos y dado a conocer en el año 1978, publicaron un libro titulado Principles of Biomedical Ethics (“Principios de Ética Biomédica”) (6).

  • El contenido de esta obra se divide en tres partes fundamentales: – Estudio de las principales corrientes éticas, dando importancia a los elementos más constructivos de las mismas.
  • Propuesta de unos llamados “principios”, considerados como una pauta o guía útil en la práctica diaria para la toma de decisiones ante casos complejos que puedan dar lugar a discrepancias.

Constituye la parte central de la obra. – Las llamadas “virtudes” que debería poseer el profesional sanitario para una atención correcta, integral y humanizada del individuo enfermo, que, a diferencia de los principios, no serían obligaciones éticas. Se refieren, entre otras, a la compasión, a la capacidad de discernir sobre qué es lo relevante en cada circunstancia, a la integridad, a la empatía, a la prudencia en el momento de tomar las decisiones, etc.

Los principios bioéticos que propusieron eran: beneficencia, no-maleficencia, autonomía y justicia. El principio bioético más elemental y sobre el que se basan los enumerados anteriormente es el “respeto a la dignidad de la persona” basado en un enfoque integral y humanista de la asistencia sanitaria.

Principio de Beneficencia : manda hacer el bien. Es el principio más evidente de todos ya que el personal sanitario ha sido educado y formado para hacer el bien, no sólo al individuo enfermo, sino a la sociedad en su conjunto. Se basa en que los procedimientos diagnósticos y terapéuticos que se apliquen deben beneficiar al paciente, es decir, ser seguros y efectivos.

Principio de no-maleficencia : se basa en el principio hipocrático de Primum non nocere, es decir, “ante todo, no hacer daño”. También es un principio muy evidente porque ningún profesional sanitario deberá utilizar sus conocimientos o su situación para ocasionar perjuicios al enfermo. En la práctica se refiere a que el balance entre los beneficios y los riesgos de cualquier actuación médica debe ser siempre a favor de los beneficios.

Principio de autonomía : se refiere a la capacidad que tiene el enfermo para decidir, siempre que exprese su deseo. Al contrario que los anteriores, es un principio que siempre ha estado ausente de la tradición médica, a pesar de la gran importancia que ha adquirido en los últimos años; durante muchos siglos el paciente nunca ha participado en la toma de decisiones y el médico era quien decidía; el deber del médico era “hacer el bien” al paciente, y el de éste, aceptarlo (7).

El enfermo, por el mero hecho de serlo, carecía de capacidad para elegir. Este principio es sumamente importante porque: -Obliga a informar al enfermo, si así lo desea, sobre el diagnóstico, pronóstico y posibilidades terapéuticas, con sus riesgos y beneficios. -Permite al enfermo rechazar todo tipo de tratamiento o elegir uno distinto al propuesto.

-Debería permitir al enfermo, dentro de lo posible y con las limitaciones legales vigentes, elegir el momento, lugar y forma de su muerte. Para promover este principio se ha propugnando el llamado “consentimiento informado” como forma de garantizar que el paciente ha recibido una información adecuada sobre el acto médico a aplicar y que manifiesta su acuerdo.

El consentimiento informado es tanto más importante cuanto mayores sean los riesgos del tratamiento propuesto o de la técnica de exploración a la que se someta y cuantas más posibilidades existan de fracaso. El “Manual de Ética” del Colegio de Médicos Americanos lo define de la siguiente manera (8): “El consentimiento informado consiste en la explicación a un paciente atento y mentalmente competente de la naturaleza de su enfermedad, así como el balance entre los efectos de la misma y los riesgos y beneficios de los procedimientos terapéuticos recomendados, para a continuación solicitarle su aprobación para ser sometido a estos procedimientos.

La presentación de la información al paciente debe ser comprensible y no sesgada; la colaboración del paciente debe ser conseguida sin coerción; el médico no debe sacar partido de su potencial dominio psicológico sobre el paciente”. Esta definición, aunque contiene todos los elementos necesarios para la correcta aplicación del consentimiento informado, tiene un pequeño fallo, es incompleta, ya que donde cita a los procedimientos terapéuticos, debería añadir también a las técnicas de diagnóstico (9).

  • Principio de Justicia : este principio se basa en dos hechos: -Todas las personas, por el mero hecho de serlo, tienen la misma dignidad, independientemente de cualquier circunstancia, y por tanto, son merecedoras de igual consideración y respeto.
  • Hay que luchar por una distribución justa y equitativa de los siempre limitados recursos sanitarios para conseguir el máximo beneficio en la comunidad, evitando desigualdades en la asistencia sanitaria.

Este principio convierte al personal sanitario en gestor y administrador de los recursos y de los servicios, que deberá utilizar de una forma efectiva y eficiente, evitando actuaciones sanitarias inadecuadas. Estos cuatro principios adquirieron rápidamente una gran importancia, ya que resultaron muy útiles para los profesionales sanitarios que no eran expertos en cuestiones de bioética y que actuaban generalmente de forma empírica o intuitiva ante cualquier dilema moral que aparecía en su labor diaria con el enfermo.

  1. Durante muchos siglos, los principios éticos más relevantes en la actuación sanitaria han sido los de beneficencia y no-maleficencia, dando lugar a un paternalismo autoritario, bien intencionado y aceptado por la sociedad.
  2. En las últimas décadas, los principios de autonomía y de justicia cada vez adquieren mayor relevancia, sobre todo en los países anglosajones.

Entre estos cuatro principios los autores no establecieron ningún orden jerárquico, insistiendo en que todos tienen la misma fuerza y son de aplicación obligatoria, aunque no absolutos, ya que hay excepciones. Cada caso concreto permitirá la negociación, es decir, sólo las circunstancias podrán establecer un orden jerárquico entre ellos.

Un ejemplo que aparece con determinada frecuencia en la práctica de los cuidados paliativos sería el siguiente: atendiendo al principio de no-maleficencia, ocasionar la muerte es algo que en principio se considera siempre moralmente incorrecto y por tanto contrario a la ética médica, pero en determinadas circunstancias, administrar fármacos que puedan adelantar la muerte (“principio del doble efecto”) puede tenerse en cuenta cuando interviene la autonomía del paciente en una situación de sufrimiento muy intenso.

Otro aspecto a tener en cuenta es que según qué marco de referencia o doctrina ética se practique, podrá variar la interpretación de estos principios generales de la bioética. Un ejemplo típico sería el siguiente: en una doctrina puramente utilitarista, la opción del aborto como derecho de la mujer embarazada a decidir sobre todo lo que acontece en su cuerpo (principio de autonomía) será válido y por tanto aceptado.

En un marco ético personalista que defienda la defensa de la vida desde la fecundación, el derecho a la vida del ser humano aún no nacido es lo fundamental, por lo que se relega la autonomía de la madre a un plano inferior, anteponiendo el principio de no-maleficencia a favor del ser humano que aún no ha nacido.

Según Diego Gracia (10), sí existe un orden jerárquico entre estos principios. Diferencia dos niveles: – Primer nivel o nivel universal : son los que no se refieren a la relación entre el personal sanitario y el paciente y son independientes de la voluntad de éste.

Obligan a todos los ciudadanos. Constituyen lo que se llama “ética de mínimos” y deben ser garantizados por el estado. El gobierno que no pueda garantizar estos dos principios se encontraría “bajo mínimos morales”. Estos principios son: * Principio de no-maleficencia: la Medicina como ciencia inocua, que no persigue el hacer daño.

Es un principio más general y obligatorio que el de Beneficencia porque habrá ocasiones en que un médico no esté obligado a tratar a un enfermo, pero sí lo estará siempre a no ocasionarle ningún daño, o dicho de otra manera, si una persona no quiere, no podemos imponerle el bien; por el contrario, si una persona quiere que le hagamos daño, no se lo podemos hacer por más que nos lo pida.

  1. Principio de justicia: la Medicina debe tratar a todos sin ningún tipo de discriminación, debiendo proteger más a los más desfavorecidos.
  2. El bien común o el bien de todos debe ser siempre superior al bien de individuos concretos.
  3. Cuando no se cumple con este principio se produce maleficencia – Segundo nivel o nivel particular : son los principios que se refieren a la relación existente entre el personal sanitario y el paciente.

Constituyen la llamada “ética de máximos” porque obligan a la persona y no a los demás; la persona, en el caso que nos ocupa, el enfermo, tiene libertad para elegir su aplicación o no. * Principio de beneficencia: pretende que la actuación del sistema sanitario sea beneficiosa para el paciente.

  • La interpretación de este principio es relativa y depende de la voluntad de la persona que recibe esta actuación supuestamente benéfica y de que la acepte como tal beneficio: nadie puede beneficiar a otro contra su voluntad.
  • Por todo esto, beneficencia y autonomía son principios inseparables y siempre tendrá más valor el segundo.

* Principio de Autonomía: tiene en cuenta la libertad y la responsabilidad del paciente que, bien informado, decide lo que es bueno para él. Cuanto más aguda es la enfermedad y más eficaz es su tratamiento, menos interviene en la práctica el principio de autonomía y más el de beneficencia, y cuanto más crónica es la enfermedad o más cuestionado esté su tratamiento, como ocurre en la situación de enfermedad terminal, más veces se reclama la autonomía.

  1. En líneas generales, los grandes problemas surgen cuando se plantean conflictos entre los principios de un mismo nivel.
  2. El conflicto más frecuente es el que surge entre los principios de Autonomía y Beneficencia, al rechazar el paciente o su representante legal un determinado tratamiento o prueba diagnóstica.

Cuando surge un conflicto entre principios de distinto nivel, en principio, deberá prevalecer el del nivel superior. Mención especial merece la práctica médica en el SIDA (11) en donde aparece un hecho diferencial que da lugar a un importante dilema bioético: el secreto profesional versus la protección de la pareja del paciente infectado, es decir, ¿debe notificarse la enfermedad a la pareja del paciente sin dar éste su consentimiento?; desde el punto de vista ético, la prevención de la enfermedad debe prevalecer sobre el principio de autonomía y la intimidad del paciente LOS PRINCIPIOS BIOÉTICOS EN EL ENFERMO EN SITUACIÓN DE ENFERMEDAD TERMINAL En la práctica diaria, cuando se atiende a un enfermo en situación de enfermedad terminal, lo habitual es la ausencia de conflictos entre estos cuatro principios bioéticos y el enfermo solicitará que se favorezca la aplicación de todos ellos para que se atiendan todas las necesidades que plantea: -Necesita que, aunque no exista un tratamiento con finalidad curativa, se intente dar una solución integral a sus problemas, tanto físicos como psicoemocionales, sociales y espirituales (Principio de Beneficencia).

-Necesita que no se le dañe de forma innecesaria utilizando procedimientos terapéuticos o diagnósticos que se hayan mostrado inútiles o fútiles o que sean considerados desproporcionados (principio de no-maleficencia). -Necesita que se le trate con confianza, respetando su intimidad y su autonomía, que se le informe si así lo desea y que se tenga en cuenta su opinión en el momento de decidir qué es lo mejor para él (principio de autonomía).

-Necesita que, si existe un sistema de salud universal, como ocurre en nuestro ámbito, cubra sus necesidades, independientemente de cualquier circunstancia, y que no se le discrimine por ningún motivo (principio de justicia). El personal sanitario que quiera conseguir una correcta atención a este tipo de enfermos debe ir encaminado a dar solución a cada una de estas demandas.

  • Lamentablemente, hay varias circunstancias que orientan a que muchas veces no se aplican estos cuatro principios en su totalidad, en especial los principios de autonomía y justicia.
  • La supuesta beneficencia de un acto médico ante la enfermedad sin posibilidad de curación que progresa de forma irremediable a la muerte es muy relativa ya que la frontera existente entre perjuicio y beneficio queda muy difuminada y muchas veces dependerá del propio criterio del enfermo, de su concepción de la vida y de su escala de valores personales, aspectos que el personal asistencial debe tener muy en cuenta (12); por ejemplo, ¿beneficia o perjudica la colocación de una sonda nasogástrica para nutrir a un enfermo que está en situación de enfermedad terminal?, no es posible dar una respuesta a esta pregunta si no se conoce la opinión del enfermo (de ahí la estrecha relación que hay entre los principios de beneficencia y autonomía) y si no se estudia el caso concreto detenidamente y desde un punto de vista interdisciplinar.

Sin embargo, ante una enfermedad con tratamiento curativo, este dilema no se suele plantear, o se plantea con mucha menor intensidad, ya que está mucho más clara la frontera existente entre lo que beneficia y lo que perjudica al paciente; volviendo al ejemplo de la sonda nasogástrica, su colocación para nutrir e hidratar durante unos días a un enfermo que ha sufrido un traumatismo maxilofacial y que ha sido sometido por ello a una intervención quirúrgica y en cuyo postoperatorio está indicado el reposo absoluto de la actividad masticatoria y deglutoria, no cabe ninguna duda de que siempre le beneficiará, aunque también aquí podría haber conflicto con el principio de autonomía, en el caso de que el paciente, por el motivo que sea, se negase a su colocación.

Debido a los grandes avances técnicos y farmacológicos ocurridos en las últimas décadas, que a veces incluso permiten posponer el momento de la muerte, actitud que nunca se debe adoptar ante la situación de enfermedad terminal, se produce otro hecho que se da con más frecuencia de la deseada, que consiste en la práctica de medidas compatibles con la obstinación terapéutica, también llamada ensañamiento o encarnizamiento terapéutico, en un intento irracional de luchar contra la muerte próxima e inevitable.

Esta práctica atenta contra el principio de no-maleficencia ya que muchas veces, lo que se hace al adoptar estas medidas, es dañar al enfermo de una forma innecesaria, aplicando tratamientos que ocasionan sufrimiento. El principio de autonomía en la cultura latina es ampliamente ignorado cuando nos encontramos con un enfermo con el diagnóstico de enfermedad terminal.

Hay una tendencia por parte de la familia, muchas veces apoyada por el personal sanitario que lo atiende y su tradicional actitud paternalista y a veces autoritaria, a ocultar al enfermo información sobre su enfermedad y su pronóstico, y sin información es imposible poder decidir y participar en la toma de decisiones.

Aún en el caso de que se informe al enfermo, ¿es la información que se da aséptica y neutra? o, por el contrario ¿es sesgada y parcial con el fin de ocultar el mal pronóstico o para manipular la posible decisión del paciente?. El “consentimiento informado”, aunque sólo sea de forma verbal, debería estar presente ante cualquier decisión terapéutica o diagnóstica en un enfermo en situación de enfermedad terminal, y no sólo cuando participa en un ensayo clínico, donde si se cumplimenta, es porque la ley así lo exige.

Con respecto al principio de justicia conviene puntualizar que, si bien deben existir ciertos límites para la creación de determinados servicios médicos financiados por un sistema sanitario público, como podrían ser, a modo de ejemplo, los que se dedican a aplicar técnicas de fecundación in vitro o algunas intervenciones de cirugía estética, la medicina paliativa no debe entrar en este grupo de servicios y debe ser considerada como un servicio sanitario básico y necesario, nunca accesorio, al que se tenga derecho en una sanidad pública y universal como la nuestra.

El principio de justicia no se aplica en su totalidad debido a que, en nuestro ámbito, los programas de Cuidados Paliativos, que hoy por hoy constituyen la mejor y más eficaz forma de atención a estos enfermos, sólo prestan su cobertura en determinadas áreas sanitarias y a un pequeño porcentaje de la población que podría beneficiarse de ellos, tal y como queda reflejado en el último Directorio publicado por la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), en el año 2000 (13).

  • No toda la población se puede beneficiar de estos programas a pesar de ser necesidades básicas para un gran número de personas y no requerir su implantación enormes recursos económicos.
  • ¿Qué ocurriría si por ejemplo no hubiese atención neurológica o cardiovascular que cubriese a toda la población?: sin lugar a dudas se produciría un gran debate social y político que solucionaría el problema de manera inmediata; ¿por qué no ocurre lo mismo ante la falta manifiesta de unidades especializadas en cuidados paliativos y más si tenemos en cuenta que un gran número de personas, cuando mueren, no lo hacen de forma súbita, sino tras un periodo más o menos largo de sufrimiento?, quizá la respuesta esté en la negación que toda la sociedad, incluida la clase política, hace de la muerte y todo lo que le rodea y en la poca capacidad reivindicativa que tiene el enfermo aquejado de una enfermedad progresiva e incurable que, una vez fallecido, no podrá protestar o reclamar por la atención (o desatención) que ha recibido.

Existe discriminación en este terreno: los cuidados paliativos no están disponibles para todas aquellas personas que los necesitan; dicho de otra manera, la calidad de la atención prestada a un enfermo que está en situación terminal dependerá de la existencia de una unidad de cuidados paliativos que cubra su área de salud, y esto es un atentado contra el principio de justicia.

La deficiencia de unidades de cuidados paliativos que garanticen, en la medida de lo posible, un adecuado control del sufrimiento favorece el desarrollo de movimientos sociales que están a favor de la eutanasia, práctica que origina un debate social cada vez más intenso y que se realiza en varias partes del mundo, a pesar de ser, al menos hoy en día, ilegal en la mayoría de los países, pero que cuenta con un gran número de adeptos dentro de la ciudadanía en general y del personal sanitario en particular (14), quizá debido a que, en la conciencia colectiva, siempre se asocia a la muerte con el sufrimiento.

La Organización Mundial de la Salud estableció que “los gobiernos deben asegurar que se ha dedicado especial atención a las necesidades de sus ciudadanos en el alivio del dolor y los cuidados paliativos antes de legislar sobre la eutanasia” (15). Como señala Jaime Sanz, “con una cobertura del 100% de los cuidados paliativos no será necesario introducir nuevas figuras legales (suicidio asistido y/o eutanasia activa voluntaria)” (16), pero también hay que decir que, por muy bien que funcionen las unidades de cuidados paliativos, siempre existirá el sufrimiento ante la enfermedad terminal y no siempre se podrá evitar del todo la demanda de eutanasia por parte de aquellos pacientes que viven una situación insoportable y piden ayuda para poner fin a dicho sufrimiento (17).

  • Los cuidados paliativos no resolverán todos los casos de petición de eutanasia, pero sí una gran parte de ellos.
  • CONCLUSIÓN La Medicina Paliativa, por su gran componente humanitario y por su defensa al respeto a la vida y a la dignidad de la persona, constituye la forma de asistencia más eficaz para los pacientes que se encuentran en situación de enfermedad terminal, ya que la filosofía en la que se basa garantiza, entre otras cosas, una aplicación estricta y sistemática de los principios bioéticos fundamentales.

La Medicina Paliativa, por definición, debe procurar mejorar la calidad de vida del enfermo, debe luchar por conseguir el mayor bienestar posible, su objetivo debe ser evitar los problemas físicos, psicológicos, sociales y espirituales o, si esto no es posible, procurar que el enfermo se adapte a ellos en las mejores condiciones posibles, debe evitar actuaciones innecesarias que provoquen sufrimiento y también debe fomentar la autonomía del enfermo para hacerle partícipe en la toma de unas decisiones que son muy importantes para él, para lo cual es indispensable una adecuada información y comunicación.

  1. Con ello, los principios de beneficencia, no-maleficencia y autonomía quedan garantizados.
  2. Pero esto no es suficiente, no se puede construir un sistema moral coherente y completo en las ciencias biomédicas si solamente aplicamos estos tres principios.
  3. Esto se consigue cuando se añade el principio de justicia (18).

El principio de justicia, el que se refiere a la distribución equitativa de los recursos sanitarios y a que hay que tratar a todas las personas por igual evitando cualquier tipo de discriminación, queda hoy en día, en lo que se refiere a los cuidados paliativos, relegado a un segundo plano, quizá porque la formación ética del gestor sanitario, salvo excepciones, que sin duda las hay, es escasa y, posiblemente, en la atención al enfermo en situación de enfermedad terminal, valore más el ahorro económico a corto y medio plazo que la rentabilidad social.

Desde una unidad de cuidados paliativos, en lo que respecta al principio de justicia, sólo se podrá actuar en el ámbito de la decisión clínica, en el día a día con el paciente, pero esto sigue sin ser suficiente. Las Instituciones del Estado deberán, si se quiere cumplir con este principio en su totalidad, planificar, desarrollar y gestionar de forma eficiente las políticas sanitarias para lograr la máxima cobertura posible y así evitar discriminaciones en este campo, que hoy por hoy se siguen dando.

Como se ha expuesto anteriormente, citando de nuevo a Diego Gracia, el gobierno que no es capaz de garantizar un principio ético de primer nivel o nivel universal, como es el principio de justicia, se encuentra “bajo mínimos morales”. BIBLIOGRAFÍA 1. Simón Lorda P, Barrio Cantalejo M.

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¿Cómo se aplica la bioética en la enfermería?

La bioética está presente de manera implícita y explícita en el quehacer de enfermería, desde donde se enfatiza en que las acciones se realicen de acuerdo con los principios y valores morales que se consideran fundamentales a la hora de tomar decisiones.
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¿Cuáles son las características de la bioética?

La bioética pretende atender tales necesidades, a través de métodos de resolución de problemas éticos con los siguientes requisitos básicos: ética civil, ética pluralista, ética autónoma, ética racional y más allá del convencionalismo.
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¿Cuándo nace la bioética?

Algo de historia. Suele decirse que la Bioética surge cuando, en 1970, el oncólogo norteamericano Potter creó el neologismo ‘ bioética ‘ para referirse a la necesidad de construir un puente entre ciencias y humanidades que analizase la nueva problemática tecno-científica global.
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¿Qué es la bioética según la OMS?

2. Ética de la salud pública: – Trabajamos en la integración sistemática de la ética en el trabajo de salud pública en curso y en los procesos de toma de decisiones que influyen en la población de los países de la Región de las Américas. Una integración sistemática de la ética en la salud pública comienza con la creación de capacidades e implica incluir un enfoque ético en la vigilancia, la respuesta a situaciones de emergencia, la inmunización y la formulación de políticas, incluyendo deliberaciones éticas en los procesos de toma de decisiones para promover la salud universal.

¿Cuál es la diferencia entre las tareas del Programa Regional de Bioética y la Oficina de Ética de la OPS? El Programa Regional de Bioética trabaja en la bioética como la disciplina que estudia los problemas éticos que surgen en relación a la salud, por ejemplo, al hacer investigación con seres humanos, diseñar una política de salud, o brindar atención de salud. La Oficina de Ética busca asegurar que los empleados de la OPS se desempeñen de manera ética en el ejercicio de sus actividades laborales: con integridad profesional y siguiendo las reglas de conducta de la Organización. ¿Cuáles son las áreas de la bioética?

Los problemas éticos permean todas las áreas del trabajo en salud. Las actividades relacionadas a la salud pueden ser de carácter terapéutico (orientado al beneficio directo) o no terapéutico (orientado a la generación de conocimiento). Asimismo, pueden apuntar al nivel individual o a nivel colectivo.

La actividad en salud que busca el beneficio de los individuos es la atención de salud, y los problemas éticos que surgen en este marco son objeto de la ética clínica. La actividad en salud que busca el beneficio de las poblaciones es la salud pública, y los problemas éticos que surgen en este marco son objeto de la ética de la salud pública.

La actividad en salud que no busca el beneficio directo de los individuos sino más bien la generación de conocimiento es la investigación en salud. Los problemas éticos que surgen al hacer investigación en salud son objeto de la ética de la investigación.
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¿Cómo se clasifica la bioética?

Por un lado está la bioética clínica que se ocupa de los problemas de la asistencia y la investigación médica. Y por otro lado está la bioética que afronta los problemas relativos al medio ambiente.
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¿Qué es ética y bioética en enfermería?

Desarrollo – Definiciones e historia de la ética y la bioética, aplicada a la enfermería. Ética deriva del vocablo griego Ethos y del vocablo latín Moris que significa costumbres, hábitos. Por tanto, constituye la filosofía de la moral o la ciencia que aborda el tema de la moral, su origen y desarrollo; las reglas y normas de conducta de los hombres y sus deberes hacia la patria, el estado y la sociedad 9-11,

  1. La bioética es una disciplina científica joven.
  2. Ella estudia los aspectos éticos de la Biología y la Medicina, en las relaciones del hombre, con los restantes seres vivos.
  3. Aplicada, a los servicios sociales, trata que los profesionales antepongan la moral, a otros intereses, como ciencia orientadora de la conducta humana 9-12,

La bioética médica trata de los principios que rigen la relación médico-paciente, hombre sano, familia y comunidad. Abarca también, el error médico, el secreto profesional y la experimentación con humanos 13, Los antecedentes de la bioética fueron dados, a partir del código de Nuremberg.

Ya en los años 80 se introduce ésta ciencia, en Europa y es a partir de los 90 que se introduce en América y el Caribe, y más específicamente, en Cuba que a pesar de enfrentar el bloqueo, por más de 40 años, producto de su proyecto de justicia social, busca, en la bioética, la necesidad de cultivar mejores virtudes 14,15,

La creación de la Comisión Presidencial Norteamericana, para el estudio de los problemas éticos en la medicina, las investigaciones biomédicas y de la conducta, que funcionó, entre 1978 y 1983, contribuyó a la consolidación de la Bioética en los EUA 14-16,

En la década de los años 80, la Bioética se extendió, por todo el primer mundo y actualmente, ha alcanzado a los países en vías de desarrollo, especialmente Latinoamericanos 14-16, En 1993 se fundó la Asociación Internacional de Bioética de la UNESCO y en 1994, la OPS, inició su programa regional 1,2,

En 1961, V. Henderson, en: “Bases Conceptuales de la Enfermería”, señaló que la enfermería es la asistencia a la persona enferma o sana, en la ejecución de aquellas actividades que favorecen su salud o la recuperación de la misma o la posibilidad de una muerte en paz 4-8,

  1. En 1970 Marta Rogers se expresó, sobre la enfermería como ciencia y arte, con un cuerpo único de conocimientos que se desarrolla, a partir de la investigación científica y del análisis racional que puede trasladarse a la práctica 15-17,
  2. En Cuba, María Fenton, en 1970 señaló que la enfermería es la profesión que teniendo como base las necesidades humanas, la importancia de su satisfacción y los aspectos que la modifican o afectan, aplica en sus acciones, los principios de las ciencias, proporcionando atención integral al hombre sano o enfermo 14-17,

Principios éticos de la enfermería. En mayo de 1973, se aprobó el Código de Ética del Consejo Internacional de Enfermeras, en el que se postularon sus 4 responsabilidades fundamentales 16,17 : promover la salud, prevenir las enfermedades, restaurar la salud y aliviar el sufrimiento.

También, aborda cuestiones sociales como, mejorar las necesidades sanitarias y de la comunidad, los criterios de eutanasia y otras, como las directrices éticas, para la investigación. Los principios éticos y bioéticos, en enfermería, son 18-21 : Beneficencia : significa hacer el bien, en todas y cada una de las acciones que se realizan; para evitar la deshumanización profesional por el desarrollo tecnológico.

La enfermera que practica este principio, debe preocuparse por su auto-preparación, para mantener la competencia y el desempeño profesional que le permitan brindar una atención de calidad, establecer diagnósticos correctos, ejecutar acciones independientes y ajustar los horarios de administración de medicamentos, a las necesidades del paciente, después de identificar las respuestas de este, a sus problemas de salud.

  • No-maleficencia : significa no dañar y reconocer la obligatoriedad de hacer el bien y no hacer el mal.
  • Esto, está ligado, estrechamente, al sistema de valores morales que tiene el hombre, ya que la escala de valores cambia, con el desarrollo de la humanidad.
  • La enfermera (o) trabaja con dos valores reconocidos: la vida y la salud.

Su profesión le proporciona la capacidad, para contribuir al bien del individuo, la familia y la comunidad que atiende, lo que implica, para ella, un deber con la sociedad. Veracidad : rige el actuar de la enfermera (o) con lo que está ligado al ejercicio responsable de su profesión, obligándola a decir la verdad aunque, esta la coloque ante una situación difícil.

  1. La enfermera (o), por tanto, debe cultivar virtudes morales como la honestidad, humanismo, integridad, dignidad profesional, justeza, prudencia, diligencia, perseverancia que unidas a la generosidad, benevolencia y solidaridad, le permitan cumplir éste principio.
  2. Fidelidad : significa fidelidad al paciente y sus intereses, por encima de cualquier otro interés; por lo que debe cumplir las obligaciones y compromisos contraídos con el paciente, familia o comunidad de sujetos y su cuidado.

Secreto profesional : obligación de guardar reserva, sobre la información que atañe al paciente, familia o comunidad que atiende, mientras estos no autoricen a divulgarlo o su silencio, pueda llevar implícito el daño a terceros. Derecho a la intimidad : no revelar el secreto de ninguna persona, excepto beneficio social.

  1. La enfermera (o) no debe ocultar el error de un colega u otro profesional, si con ello pone en peligro la salud o la vida de otro ser humano.
  2. Autonomía : significa la aceptación del otro, como agente moral, responsable y libre, para tomar decisiones y comprender la información y el consentimiento.
  3. A la enfermera le corresponde dar información clasificada, en correspondencia con lo que el paciente, familia o comunidad quieran saber, como lo debe saber y cuando lo quiere saber; así como hacerlo, de manera comprensiva y con lenguaje claro y preciso.

Justicia : en la atención de salud significa la distribución equitativa de bienes, en la comunidad o sea, dar a cada quien lo suyo, lo merecido, lo propio, lo necesario, en dependencia del modelo económico social y las necesidades de salud. La enfermera (o) aplica éste principio, cuando atiende al más necesitado de los posibles a recuperar, al más grave, y jerarquiza, debidamente las necesidades de sus pacientes, independientemente, del status social de éste y sin reparan en los costos.

  1. Paternalismo : limitar la autonomía de otra persona y prevenir cualquier daño.
  2. La enfermería consta de un cuerpo teórico conceptual y un método que sustenta sus principios y objetivos el “Programa de Atención de Enfermería” (PAE).
  3. No es posible hablar de la ética de la atención primaria y del análisis de la situación de salud, sin referirse a las habilidades éticas que deben desarrollar los gerentes de excelencia o un profesional cualquiera, de ese nivel de atención de salud, entre cuyas funciones esté, administrar la etapa final del análisis de la situación de vida de un individuo.

Clasificación ética de la enfermería, virtudes e integridad de la enfermera(o). Habilidades y toma de decisiones de la enfermera(o), desde una perspectiva ética La enfermera(o), en el cumplimiento las premisas éticas, dará prioridad al respeto por la vida, la dignidad y los derechos del ser humano; brindará servicios al individuo, la familia y la comunidad, sin hacer distinción de personas, a la hora de realizar sus funciones.

Deberá crear y mantener las mejores relaciones con la sociedad y sus compañeros de trabajo, en las actividades que requieran su concurso y tendrá en cuenta su constante superación 7-10, La ética de la enfermería clasifica como 15-23 : Civil : no basada en ninguna preferencia política, ideológica o religiosa.

Pluralista : que acepte todos los enfoques. Multidisciplinaria : que represente todos los criterios del personal de salud, involucrado en la actividad asistencial. Universal : que se aplique a cualquier individuo. Las virtudes morales de la enfermera(o) son 22-25 : Abnegación: es renunciar a la propia comodidad, incluso a los deseos propios, para preocuparse, por las necesidades de los demás.

  1. Consagración: es dedicarse, de lleno, a algo o alguien, casi rendirle culto.
  2. Una enfermera (o) que lo cultive con cariño, con cuidado, con amor maternal, pues el enfermo, a veces, se siente tan importante y otras veces, tan olvidado.
  3. Entrega: entregarse es darse, no sólo dar.
  4. Es el grado más alto del amor y de la amistad.
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Servicio: el que sirve, sin interés, es señal de que ama. La enfermería es esencialmente una profesión de servicio. Prudencia y discreción: especialmente, en el hablar y en el fomentar. A veces, el enfermo se desahoga con la enfermera (o) y le abre sus secretos.

  • La enfermera (o) debe ser fiel y guardárselos.
  • La intimidad es un derecho de toda persona y lo es más particularmente, en el enfermo.
  • Hay secretos profesionales que no se deben comunicar, ni a los de la propia familia.
  • Honrabilidad y honradez: la dignidad de su profesión le impone a la enfermera (o) el deber de respetarse, en todo momento, no haciendo nada que desdiga de su honorabilidad, ya sea privada o públicamente, pues su conducta ejerce una influencia especial, en la comunidad y en los individuos.

Paciencia: paciencia y pacientes son 2 palabras que parecen tener el mismo origen. Paciente, llamamos al que sufre penas y dolencias, y paciencia es la enfermera (o) que le toca poner en juego, ésta virtud, con los caprichos del doliente, y con la impertinencia de los familiares.

  1. Otras virtudes que debe poseer son: serenidad, equilibrio, espíritu de sacrificio y prontitud al llamado (6).
  2. Entre los elementos vinculados a la integridad de la enfermera (o) están 45,46 : Integridad de la persona : correcta ordenación de las partes del todo, el equilibrio y la armonía, entre las diversas dimensiones de la existencia humana necesarios, para el buen funcionamiento de todo el organismo.

La integridad de una persona se expresa en una relación equilibrada, entre los elementos corporales e intelectuales de su vida. Integridad corporal : implica un organismo fisiológicamente normal, un cuerpo apto para lograr los fines y objetivos de la persona, de manera eficiente y eficaz y con un mínimo de incomodidad o discapacidad.

Integridad psicológica : la enfermedad puede afectar la integridad psicológica de la persona. La enfermedad emocional es una forma de desintegración, en que las ansiedades, obsesiones, compulsiones, ilusiones y otros trastornos psicopatológicos pasan a controlar la existencia. Integridad axiológica : es decir, la naturaleza interna de los valores que apreciamos y adoptamos.

Integridad social : es el conjunto de valores humanos que adopta el individuo, con una armonía psicológica, corporal, axiológica, para mantener en equilibrio, el proceso salud-desarrollo social del individuo. Entre las habilidades éticas a desarrollar por las enfermeras están 21-25 : 1-Respetar los derechos de la persona, como sujeto social.2-Proteger a los pacientes.3-Aplicar la equidad, en la distribución de los recursos.4-Exigir la medición de la satisfacción de la población.5-Exigir calidad, en la atención profesional.6-Prevenir conflictos y dilemas éticos.

La correcta decisión ética, en el proceso de atención de enfermería, comprende 7-13 : La valoración y recopilación de toda la información disponible. La planificación, según el diagnóstico y las expectativas. La ejecución de las acciones independientes de enfermería, con conocimientos. La evaluación de la respuesta del paciente.

El personal de enfermería, en el ejercicio de la profesión, debe velar por 20-24 :

  1. La enfermera(o) es personalmente responsable de su actuación profesional y de mantener válida su competencia, por medio de una educación continua.
  2. La enfermera (o) mantiene la máxima calidad de atención posible, en la realidad de la situación específica.
  3. La enfermera(o) juzgará, juiciosamente, la competencia individual de aceptar o delegar responsabilidades.
  4. Cuando realiza una actividad profesional, la enfermera (o) debe mantener, en todo momento, la conducta irreprochable que corresponde a su profesión.

Las enfermeras(os) se pueden categorizar como: ayudantes, devotas, amorosas, caritativas y humildes. Las valoraciones críticas, sobre cómo actuar, ante los problemas éticos de la profesión comprenden 18-23

  1. Se le explica la información de la historia clínica solicitada por el paciente, de forma privada.
  2. En el caso de inmovilizaciones, se debe proteger la autonomía del paciente.
  3. Brindar confianza, no mentir, dar información certera, comunicar al médico y familiares los deseos del paciente.
  4. Ante la agonía y muerte se debe decidir, respetando la autonomía del paciente.
  5. Se debe alimentar y mantener limpio al paciente que así lo requiera.
  6. Aliviar el dolor siempre, aunque lleve implícito el riesgo de depresión respiratoria.

La necesidad de cuidados de enfermería es universal, el respeto a la vida, dignidad y los derechos del ser humano, son condiciones que no deben soslayarse en esta profesión. Los pacientes tienen diferente grado de gravedad y la bioética actúa también, como modulador, en estos casos decisivos.

  • No todos los pacientes necesitan ser hospitalizados, y no quieren, por diversas razones.
  • A unos les afecta la soledad, por hallarse lejos de la familia, algunos rechazan y temen a los modernos equipos de hospitales, otros prefieren permanecer en su hogar, rodeados del afecto y cariño de su familia y la atención de su enfermera (o) y médico de la familia 8-14,

Pese al ejercicio profesional que exige una fría base racional y científica, se deben manifestar cálidos sentimientos humanos de caridad, amor y respeto. Las relaciones éticas del personal de enfermería con los pacientes. El personal de enfermería es el que mayor contacto mantiene con el paciente, a causa de su importantísimo papel, dentro del equipo de salud.

  • Entonces, la efectividad del equipo, depende de los preceptos morales de la enfermera (o) 1-16,
  • El enfermero (a) debe estar dotado de un sinnúmero de virtudes morales (consagración, entrega, prudencia, honrar y honradez, paciencia, abnegación, humanismo) que le permita aplicar, en sus acciones, la ética y la bioética.

En el concepto de ínter.-subjetividad, en la comunicación de la enfermera (ro), garantiza el proceso de escuchar, activo, y del diálogo, como estrategia, para facilitar la participación de las personas, en el cuidado de los pacientes 2-8, En la relación de dominio, el enfermero (a) es concebido como la autoridad, el que siempre tiene la razón y el poder, dentro del proceso de enfermería 22-25,

En la relación de indiferencia, el otro puede ser cualquiera, un número, un código, un dato, un soldado sin nombre, el paciente de la cama 33. En la relación, desde la indiferencia, las personas desaparecen. Nada importa, 1 muerto, 3 muertos, da lo mismo; el paciente es el ocupante del cuarto, de la cama, uno más que es atendido, una persona, a quien ni siquiera se llega a conocer.

Esta relación de indiferencia resulta destructiva, para los pacientes 22-25, Los enfermeros (as) no deben manifestarse, sobre los enfermos, como objetos, al dirigirse a ellos, como el paciente de la cama número X. Esta conducta mecaniza la labor de enfermería.

  1. El participar en procedimientos abortivos, en la aplicación de la eutanasia, en la violación del secreto profesional, y en algunos otros abusos médicos, requiere de fuertes tamices éticos.
  2. El carácter constructivo de la relación debe entenderse, en donde se establece un acercamiento sincero.
  3. En ésta relación, el paciente posee un nombre, es el amigo, el compadre, mi profesor, mi maestra, mi vecina, mi paciente 22-25,

Dentro del marco de la evaluación del desempeño de la enfermera (o), la relación desde el amor, en el desempeño, se puede dar, cuando se ama la profesión, la quiere y desea vivir para la enfermería, le gusta y desea estar, en su lugar de trabajo, y se siente feliz, cuando realiza su tarea, le parecen cortas las horas, cuando está con sus pacientes; en definitiva, cuando concibe que su felicidad está determinada por ser enfermera (o), y no se ve a sí mismo, viviendo de otra manera.

La relación desde el confiarse, es el nivel de relación más profundo que pueda experimentar el paciente. No es fácil llegar a este tipo de relación, el confiarse exige una capacidad de entrega, de lo que solamente se guarda para nosotros, de nuestros secretos e intimidades. Este nivel de relación exige de un tú que no sea capaz de fallarnos.

Es decir, exige una capacidad de entrega, de la misma intimidad, en una persona ajena a nosotros que no sea capaz de fallarnos jamás 22-25, Escuchar y comprender se convierten, en una dimensión de la empatía, la dimensión cognitiva de la enfermera (o).

Ponerse en lugar del paciente”, implica conocer al otro, para reconocer sus emociones 8-12, Ésta ética del diálogo, desde el entenderse, cobra verdadero significado, en cuanto su alcance se extiende, en número y calidad, en las relaciones sociales, es lo que algunos han llamado, la ética del diálogo.

Ella se basa, en las mínimas normas, para el entendimiento de la humanidad, representadas en los derechos humanos, por el respeto a la dignidad humana, es reconocer y comprender, en la existencia del otro, su condición humana 9-14 Tener conciencia de sí mismo, tener personalidad, es saberse y sentirse distinto de los demás seres, y a sentir esta distinción sólo se llega por el choque, por el dolor más o menos grande, por la sensación del propio límite.

La conciencia de sí mismo no es sino la conciencia de la propia limitación. Me siento yo mismo al sentirme que no soy los demás; saber y sentir hasta dónde soy, es saber dónde acabo de ser, y desde dónde no soy 10-14, “Ponerse en lugar del paciente”, cuando su emoción es dolor, es reconocer un yo que no sufre, sino que se compadece del otro, la ínter-subjetividad en el sufrimiento, la trascendencia del yo interno al otro, es un acto ético de vida, la piedad subjetiva, por el sufrimiento de otro sujeto, lo sabe amenazado, porque el dolor acerca a la muerte, por lo que me compadezco, siento piedad ajena y en consecuencia me preocupo y ocupo del otro en su dolor, la piedad es protección de la vida ante la amenaza, así la inhumanidad no consiste en no respetar el concepto de ser humano, consiste en no tener piedad de la vida del ser humano 14-15,

La confianza es una emoción que se manifiesta por tranquilidad, calma, aproximación y franqueza, contrariamente la desconfianza es temor, huida y ocultación. La confianza es la emoción que humaniza, pues hace posible acercarse a la persona que tengo por honrado 7-9,

Hace posible el cuidado de enfermería, que en todo momento implica proximidad y roce humano. Desde lo teórico, “Ponerse en lugar del paciente”, no es un paso en la relación interpersonal, es un cuidado trascendental, que protege la vida ante el dolor, el miedo, la ira, tristeza, da sentido de existencia y expresa la visión antropológica de enfermería de ínter-subjetividad de confianza, mediada por la empatía como respuesta humana compleja cognitiva, emocional, trascendental.

Hay enfermos, más no enfermedades, porque el paciente, ante todo, es un ser humano y debemos tratarlo como un todo y no a sus síntomas o enfermedades aisladas. La enfermera (o) debe protegerse, pero no querer ni siquiera tocar al paciente, para no contagiarse, afecta la autoestima del enfermo 22-25,

  1. La concepción de la enfermería tiene, como intención primordial, buscar, indagar, y promover la atención al enfermo, en su dimensión integral.
  2. Frente al dolor, no debemos ceñimos al horario programado, para administrar el analgésico, sino cuando realmente lo requiere el paciente.
  3. La enfermera (o), tampoco debe olvidar la ayuda espiritual, según el credo religioso, las creencias y prácticas religiosas del paciente que influyen mucho, en la reacción del enfermo.

Las necesidades espirituales son el vigor natural y la virtud que alienta, fortifica, da fuerza y valor 21-26, Ser enfermera (o) es una noble profesión, pero a la vez un alto honor que reclama constante sacrificio y responsabilidad ética, en el accionar diario, donde al decir de Samuel Jackson “la integridad sin conocimiento es débil e inútil y el conocimiento sin integridad es peligroso y terrible”.
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¿Cuál es la diferencia entre la ética y la bioética?

ARTICULO DE REVISIÓN Algunas consideraciones necesarias sobre Ética y Bioética a tener en cuenta por los estudiantes de la carrera de Medicina Some necessary considerations of Ethics and Bioéticas in students of the Medicine carrere Dra. Sandra Adela Naranjo Rodríguez, I Dr.

Rodobaldo García Menéndez, II Lic. Marisel Negret Hernández, I Dra. Regina Sosa Díaz, I Dra. Caridad Fernández Rodríguez, I Lic. Raisa González Giraldez I I Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas. Matanzas, Cuba. II Hospital Universitario Faustino Pérez. Matanzas, Cuba. RESUMEN La Ética y Bioética son pilares fundamentales en la carrera de Medicina, sin embargo sus contenidos no se incluyen de forma sistemática y articulada en las disciplinas del Plan de Estudio actual, considerándose una limitación en el mismo, de ahí que los autores del presente estudio realizaron una revisión exhaustiva al respecto.

Se desarrolló una búsqueda en la Biblioteca Virtual de Salud de Infomed. Fueron revisados 417 trabajos sin limitación de año y país, seleccionándose 25 trabajos científicos. La ética, también conocida como filosofía de la moral, busca responder las preguntas filosóficas sobre la moralidad.

La bioética es el estudio filosófico de las controversias éticas provocadas por los avances en biología y medicina. Es imprescindible formar profesionales e investigadores responsables y conscientes de que no todo lo científicamente posible es éticamente correcto, por lo que resulta necesario de que se integren en mayor medida aspectos esenciales sobre Ética y Bioética en el currículo de la carrera de Medicina y así contribuir a la formación de un médico general con una visión integral del ser humano.

El actual diseño del Plan de estudios de la carrera de Medicina limita las posibilidades de desarrollo del ejercicio bioético-valorativo por los estudiantes para conseguir la formación de un médico general básico, de ahí que se hace necesario aplicar diversas alternativas tanto curriculares como extracurriculares con los alumnos que traten aspectos esenciales sobre Ética y Bioética, las cuales propicien el análisis y la polémica en los mismos.

Palabras clave : ética, bioética, currículo, ensayo clínico. ABSTRACT The Ethics and Bioethics are fundamental pillars in the career of Medicine; however, their contents are not included in a systematic way and articulated in the disciplines of the current Study Plan being considered a limitation which conducted the authors of the present study to carry out an exhaustive revision in this respect.

A search was developed in the Virtual Library of Health of Infomed.417 scientific works were revised and 25 were selected. The ethics, also well-known as philosophy of the morals looks for to respond the philosophical questions about the morality. The bioethics is the philosophical study of the ethical controversies provoked by the advances in biology and medicine.

It is indispensable to form responsible professionals and aware investigators that not all the scientifically possible is ethically correct, for what is necessary that they are integrated in more measure essential aspects on Ethics and Bioethics in the curriculum of the career of Medicine and by this way to contribute to the formation of a general practitioner with a human being’s integral vision.

The current design of the Study Plans of the Medicine career limits the possibilities of development of the Bioethics and evaluative exercise for the students to get the formation of a basic general practitioner, with the result that it becomes necessary to apply diverse alternatives so much curricular as extracurricular with the students that treat essential aspects on Ethics and bioethics, which propitiate the analysis and the polemic in the same way.

  • Ey words: ethics, bioethics, curriculum, clinical test.
  • INTRODUCCIÓN El término Bioéticafue creado por el oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter, (1) en el año 1970, a partir del interés creciente por la reflexión y el debate acerca de los valores morales vinculados al ejercicio profesional de las ciencias de la salud, generados a consecuencia del desarrollo científico-técnico creciente que caracterizó al siglo XX.

(1,2) La Ética, también conocida como filosofía de la moral, busca responder las preguntas filosóficas sobre la moralidad. (3) Su historia se remonta a la filosofía y los escritos sobre religión. La Bioética es el estudio filosófico de las controversias éticas provocadas por los avances en biología y medicina.

  1. 4) La Bioética se ocupa de cuestiones éticas que surgen de las relaciones entre las ciencias de la vida, la biotecnología, la medicina, la política, el derecho, la filosofía y la teología.
  2. El moderno campo de la Bioética se convirtió en una disciplina académica en la década de 1960.
  3. 1) El primer conjunto de normas éticas para la investigación en seres humanos formuladas por la comunidad médica internacional fue establecido en 1964 por la Asociación Médica Mundial (AMM) en la Declaración de Helsinki (la Declaración).

(2) La AMM es una organización internacional que representa a los médicos y fue fundada en 1947, fue creada con el objetivo de asegurar la independencia de los médicos y de trabajar para establecer los mayores estándares posibles de comportamiento y cuidado ético entre ellos, en todo momento.

(1,2) En la educación médica de los últimos años se observa una dualidad, por un lado, se acepta, proclama y declama que el hombre es una unidad biopsicosocial indivisible y que, por lo tanto, la enfermedad y la salud se vinculan estrechamente a esa tríada, sin embargo, por otro, los currículos médicos cristalizan una fuerte matriz somatista en un conjunto de disciplinas consideradas básicas, a las que se les asigna una importante carga horaria.

Bajo esta visión, la medicina se cobija entre las ciencias “duras” y se distancia de las ciencias “blandas”. (3) Al planificar un programa de actividades se debe tener claro cuál será el propósito perseguido: formar médicos generales aptos para la atención primaria y secundaria de salud, acorde con las necesidades de la población, los recursos existentes y los conocimientos corroborados en la medicina de nuestro tiempo.

  • 1,4) Todo ello en un contexto que enfatice la atención integrada sobre la especializada y que privilegie a la “persona” sobre la enfermedad.
  • En el marco teórico de una educación moderna, junto con los objetivos “cognitivos” (información necesaria para analizar y fundamentar posiciones, distanciándose así de la mera opinión), adquieren importancia los objetivos “procedimentales”, es decir, el desarrollo de habilidades intelectuales y destrezas.

(5) Estos objetivos, una vez alcanzados, permitirán al educando encarar y elucidar adecuadamente los dilemas morales implícitos en el quehacer cotidiano del médico general. Así, la implementación de una educación moderna, centrada en el fortalecimiento del pensamiento crítico y de la heurística, resulta indispensable.

(5,6) No debe olvidarse un tercer grupo de objetivos llamados “actitudinales”; ellos son tantos o más importantes que los anteriores en la enseñanza de cualquier disciplina. Se trata del desarrollo de actitudes de tolerancia, respeto y discusión racional. (7) El futuro médico ha de ser un científico pero, ante todo, una persona que interactúe con otras (colegas, pacientes, profesores), todas iguales pero al mismo tiempo distintas.

Un profesional de la salud con perfil solidario, respetuoso de las diferencias, abierto a distintos puntos de vista y con hábitos que privilegien el intercambio de ideas será un buen médico y un digno representante de la sociedad democrática y pluralista que se anhela, (8,9) debido a lo cual se justifica realizar una revisión bibliográfica en el presente trabajo, la cual tiene como objetivo profundizar en los referentes teóricos relacionados con la Ética y Bioética en la carrera de Medicina.

MATERIALES Y MÉTODOS Estrategia de búsqueda Para realizar la actualización bibliográfica se desarrolló una búsqueda en la Biblioteca Virtual de Salud de Infomed en las bases de datos Medline Complete y Medline with full text de Ebsco, Pubmed central, Hinari, Scielo regional y Scielo Cuba, utilizando los descriptores: Ética, Bioética, currículo, Declaración de Helsinki, el actual Plan de Estudio de la carrera de Medicina.

La búsqueda se realizó entre los meses de julio y noviembre y no quedó restringida por fecha, idioma o país de origen, de las publicaciones. Aquellos artículos que por su trascendencia fueron considerados como referentes en el tema, se incluyeron independientemente de la fecha de su publicación.

  • Criterios de selección Todos los estudios primarios o revisiones bibliográficas sobre ética y Bioética fueron considerados.
  • Fueron revisados 417 trabajos de los cuales se escogieron 25 trabajos científicos representativos y de calidad, que se ajustaban a los objetivos de la investigación.
  • Recopilación y análisis de datos La información fue resumida utilizando el paquete de programas Microsoft Office, versión 2010.

DESARROLLO La Declaración de Helsinki incluye un número de importantes códigos de práctica ética para la investigación en seres humanos, (2,10) sin embargo, se trata aún de un documento muy corto, que abarca sólo cinco páginas. Define los principios éticos, pero proporciona poco asesoramiento en cuanto a la gobernabilidad, el funcionamiento y las responsabilidades de los comités de ética humana (los “Comités de ética”, CE).

(10,11) La Declaración no es un instrumento legalmente vinculante en el derecho internacional. En cambio, su autoridad surge del grado en el que se la codifica o en el que influencia las normas y leyes nacionales o regionales. La Declaración debe considerarse como un importante documento de guía para la investigación en seres humanos, pero no puede invalidar las leyes y normas locales.

Se han realizado diversas actualizaciones, y la última versión fue aceptada en la 59ª Asamblea General de la AMM en Seúl (Corea del Sur) en 2008. (3) La Conferencia Internacional sobre Armonización (ICH) reúne con cierta periodicidad a la Unión Europea, Japón y los Estados Unidos con el objetivo de eliminar las demoras innecesarias en el desarrollo y la disponibilidad mundial de nuevos medicamentos, y mantener al mismo tiempo las garantías de calidad, inocuidad, eficacia, y las obligaciones regulatorias para proteger la salud pública.

Hasta el momento sólo existe una versión de la ICH BPC (Buenas Prácticas Clínicas), cuya versión original fue publicada en 1997. ICH BPC: “Las Buenas Prácticas Clínicas (BPC) son un estándar de calidad ética y científica internacional para el diseño, la realización, el registro y el reporte de ensayos en los que participan seres humanos.

(1,3) El cumplimiento de ese estándar proporciona una garantía pública de que los derechos, la seguridad y el bienestar de los participantes de los ensayos están protegidos, de manera coherente con los principios originados en la Declaración de Helsinki, y que los datos del ensayo clínico son creíbles”.

(4) Con todo lo anteriormente expuesto se pretende ofrecer algunas consideraciones que le permitan a los estudiantes de la carrera de medicina un mayor acercamiento a las investigaciones en seres humanos (Ensayos Clínicos) teniendo en cuenta los principios éticos los cuales son de cumplimiento obligatorio y necesario en las mismas.

La Bioética en la formación de grado del médico es una materia básica, tanto para especialidades clínicas o quirúrgicas como para dedicarse exclusivamente a la investigación clínica. (11,12) En el ámbito asistencial, se plantea la necesidad de formar un médico general con una visión integral del hombre y de la medicina, capaz de enfrentarse críticamente a los problemas que entraña la práctica médica cotidiana.

En investigación, es necesario formar investigadores responsables y conscientes de que no todo lo científicamente posible es éticamente correcto. (10,12) No se trata de formar eruditos o expertos en Bioética (mucho menos en ética), por lo que un programa diseñado desde una óptica academicista carece de sentido.

(13) El modelo ideal supone la integración de contenidos entre las asignaturas del ciclo biomédico y clínico con las humanísticas. Esta integración alude a la misma esencia de la bioética, porque es en sí misma una transdisciplina. (12,14) Por otro lado, la integración es fundamental desde el punto de vista práctico, pues actualmente los programas de estudio de las diferentes materias tienen cierta superposición (un mismo tema se enseña en más de una materia).

  • Se trata de redimensionar la concepción del hombre como sujeto y no como objeto.
  • El destinatario de la praxis médica no es solo un cuerpo sino mucho más que eso, lo biológico se amalgama, se entrelaza, con lo cultural y lo hace de manera tal que resulta difícil decidir qué pertenece a lo biológico y qué a lo cultural.

(15-17) Tres son los pilares de una universidad: docencia, investigación y extensión. Los tres se relacionan y se necesitan mutuamente. Nadie cuestiona los dos primeros, pero la extensión universitaria ha sido muchas veces injustamente postergada: constituye el ámbito para la relación directa con distintos sectores y actores sociales, y un nexo entre la enseñanza y la investigación que compromete aspectos educativos, culturales y científicos.

  • Estos proyectos involucran el trabajo conjunto de docentes, estudiantes y miembros de la comunidad en situaciones concretas.
  • 18,19) Además, abarcan un amplio rango de problemas y su objetivo es lograr la transferencia de conocimiento para producir cambios y contribuir efectivamente a mejorar la calidad de vida de la población.

(17,20) La extensión universitaria cumple con una de las funciones principales de la universidad: convertir el conocimiento en una herramienta social orientada a la emancipación. (19) El conocimiento posee una enorme capacidad transformadora de la sociedad y es la universidad la que tiene que salir fuera de sus muros para ofrecer ese conocimiento emancipatorio.

Esto es particularmente relevante en el caso de la bioética, porque muchas decisiones que se toman, por ejemplo, con relación al medio ambiente, a políticas de salud o de educación en salud y a investigación, afectan a la sociedad en su conjunto. (20,21) La Bioética representa un instrumento adecuado para el análisis crítico de la actividad científica, permitiendo tamizar sus beneficios entre sus posibles consecuencias indeseables, y debería integrar el currículo de la enseñanza media.

De este modo, se formarían profesionales capaces de contribuir a una racionalidad en el marco de un diálogo plural, democrático y respetuoso de las diferencias. (22) Algunos autores, (15,23) evidencian la insuficiente presencia de la bioética en la medicina actual, así como las carencias sobre el tema en el diseño del plan de estudio vigente de la carrera de Medicina, lo que puede perjudicar el proceso de reforzamiento de valores y el ejercicio bioético valorativo en el nuevo modelo de formación profesional, lo cual fundamenta la necesidad de esta disciplina en el currículo de dicha carrera.

Una rotación de Bioética Clínica o la presencia de un tutor calificado en este campo durante la práctica clínica se destacan en las respuestas de los estudiantes como propuestas que podrían contribuir a la resolución práctica de los dilemas. (16) De esta manera, se contaría con un referente directo y cercano para discutir y resolver las dudas que se presenten, sin tener que esperar los resultados de un Comité Bioético Hospitalario, pocas veces disponible para los alumnos.

(17) Asimismo, se reduciría la discusión y resolución de dilemas vía “olfato moral”, en la que éstos terminan siendo tratados más como un asunto de “intercambio libre de opiniones” que como un problema real al interior de la práctica clínica. (18,19) Los estudiantes identifican a algunas personas a quienes recurrir en caso de dudas o conflictos de intereses; sin embargo, éstas no siempre son las más preparadas y los comités, que deberían ser los indicados como punto de referencia, son desconocidos en su funcionamiento por parte de los alumnos.

Autonomía (Respeto por las personas) Beneficencia – No Maleficencia Justicia

¿Qué hace que la investigación clínica sea ética?

Asociacióncolaborativa Valor Validez científica Selección equitativa del sujeto Proporción favorable riesgo beneficio Evaluación independiente Consentimiento Informado Respeto a los sujetos inscritos

La investigación en seres humanos representa la aspiración al conocimiento y al avance de la sociedad. La investigación busca comprender lo que no ha sido revelado, lo que significa que puede tener riesgos. (5,22) Existen ejemplos de participantes de ensayos que han sufrido daños innecesarios en investigaciones, pero por otra parte, ha habido decenas de miles de estudios de investigación exitosos y sólidos desde el punto de vista ético.

  1. 5,23) La ética en la investigación en seres humanos trata el equilibrio entre el reconocimiento de los posibles beneficios y la necesidad de proteger a los participantes de los riesgos relacionados con la investigación; en otras palabras, el equilibrio entre los riesgos y los beneficios.
  2. 24) El equilibrio implica asegurar que no se exponga a los participantes a riesgos innecesarios y al mismo tiempo evitar postergaciones en la investigación o barreras innecesarias.

(4,6,25) El personal que se ocupa de evaluar los proyectos de investigación en seres humanos debe recordar que el diseño de la investigación debe estar estructurado de manera tal que se minimicen los riesgos. (24) Ninguna guía para la ética en la investigación en seres humanos puede proporcionar respuestas universales para todas las cuestiones éticas, ni reflejar la amplia diversidad de requisitos legales.

(7,17) Los ensayos clínicos (investigaciones realizadas en seres humanos) deben actuar de manera coherente con los principios generales de la Declaración de Helsinki para así hacer cumplir los principios éticos en estas investigaciones, incluso las que utilicen material humano identificable y datos existentes.

(8,12,21) En la revisión ética de los proyectos de investigación en seres humanos y la realización de las investigaciones, los investigadores y los miembros del Comité de Ética de las Investigaciones (CEI) deben tener en cuenta tanto los requisitos institucionales como las leyes pertinentes.

  1. 8,19) Las normas legales y los principios éticos no siempre coinciden y ambos difieren ampliamente en las distintas jurisdicciones.
  2. 20) Ninguna guía para la ética en la investigación en seres humanos puede proporcionar respuestas universales para todos los asuntos éticos de las investigaciones en las que participan seres humanos o reflejar la amplia diversidad de los requisitos legales en todo el mundo.

(9) La investigación biomédica puede subclasificarse en investigación básica/preclínica e investigación clínica. La investigación biomédica preclínica es importante para aumentar el conocimiento de los mecanismos biológicos básicos. (22) Los estudios se realizan en instituciones o departamentos preclínicos en campos tales como Anatomía, Bioquímica, Biología Celular, Inmunología, Microbiología, Biología Molecular, Neurociencia, Farmacología y Fisiología.

  1. 4,10) La investigación preclínica puede contribuir al descubrimiento de nuevos tratamientos médicos.
  2. La investigación clínica abarca desde los estudios de investigación o de laboratorio clínico hasta las pruebas de nuevos procedimientos clínicos, nuevas herramientas de diagnóstico clínico y nuevos productos medicinales en seres humanos.

(10) Ensayos clínicos en productos medicinales Hay una demanda persistente, además de una gran necesidad, para el desarrollo de nuevos tratamientos médicos que sean tan efectivos y seguros como los tratamientos que ya están en el mercado, o más efectivos y seguros que éstos, para tipos específicos de pacientes.

23) La investigación también posibilita el descubrimiento de nuevos usos terapéuticos para los medicamentos que ya están disponibles, además de posibilitar el desarrollo de tratamientos innovadores para afecciones que actualmente no tienen tratamiento. Los nuevos productos medicinales comúnmente se descubren mediante la investigación en laboratorio y estudios en animales antes de que se los pueda probar en seres humanos, a través de ensayos clínicos, y finalmente utilizar en la atención médica.

(11,24) Ensayos clínicos de bajo y alto riesgo Tres factores esenciales muestran el nivel de riesgo de daño en un ensayo clínico: las experiencias clínicas acumulativas del artículo en estudio, la población participante a la que se apunta y las características biológicas del artículo en estudio.

  1. A medida que se avanza en las pruebas clínicas, se exponen más y más participantes al artículo en estudio.
  2. La información que se recopila se utiliza para evaluar los efectos, tanto negativos como positivos, del producto en seres humanos.
  3. 25) Por consiguiente, se deduce que el riesgo de daño en general es mucho más alto durante la fase inicial de las pruebas clínicas, es decir, la farmacología humana, que en las siguientes etapas.

Por lo tanto, los ensayos clínicos de las primeras fases suelen necesitar más supervisión que los ensayos de las fases siguientes. El nivel más alto de riesgo surge cuando el producto se prueba por primera vez en seres humanos (ensayos realizados por primera vez en humanos), seguido por los ensayos con aumento de la dosis y dosificación múltiple.

  1. 7,18) La mayoría de esos ensayos se realizan en voluntarios sanos, no en participantes con la enfermedad a la que se apunta.
  2. A los ensayos clínicos iniciales de farmacología humana, realizados mayormente en voluntarios sanos, siguen los ensayos de exploración en los que el artículo en estudio se administra en los grupos de participantes a los que se apunta por primera vez.

Las reacciones de esos participantes pueden ser distintas a las de los voluntarios sanos, por lo que generalmente se considera que los ensayos realizados por primera vez en humanos también tienen un mayor riesgo de daño y por lo tanto necesitan una mayor supervisión.

  1. A las pruebas clínicas de productos medicinales que son ineficaces y/o que tienen efectos secundarios irrazonables se les pone fin tempranamente.
  2. 11,12,19) Los proyectos de investigación que constituyan ensayos clínicos previo a su ejecución deben ser evaluados tanto por el Consejo Científico como por el Comité de Ética de las Investigaciones de las instituciones en las que se aplicarán y en el transcurso de su desarrollo tendrán un seguimiento por ambos comités (también se incluyen las investigaciones llevadas a cabo por los Grupos de Trabajos Científicos Estudiantiles que utilicen este diseño metodológico).

El análisis del plan de estudios aprobado para la carrera de Medicina, (5) reveló que este dura 6 años, está organizado por semestres y las asignaturas y disciplinas están distribuidas por ciclos: ciclo de las ciencias básicas, que comprende los tres primeros semestres de la carrera e incluye las asignaturas biomédicas y de ciencias sociales; ciclo básico de la clínica, donde se incluyen los semestres cuarto y quinto de la carrera, y ciclo clínico, a partir del sexto semestre, que abarca las estancias por hospitales y áreas de salud hasta el internado.

  1. 15,18,22) En el primer semestre del ciclo de las ciencias básicas, en la asignatura Introducción a la Medicina General e Integral, se trata el acápite “Ética y Moral.
  2. Teoría y Práctica”, que introduce al estudiante en el conocimiento de la existencia de esta nueva disciplina, en los aspectos relacionados con deberes, obligaciones y derechos en la Atención Primaria de Salud (APS).

Asimismo, en la asignatura Filosofía y Salud II, perteneciente al segundo semestre, el tema III Producción espiritual, medicina y salud”, incluye entre sus 15 acápites a desarrollar “Bioética y Ética Médica”. (14) No es hasta el ciclo clínico, en el quinto año de la carrera, que la asignatura Medicina legal y Ética Médica, trata los temas de ética médica y bioética, abordando la responsabilidad del médico y el personal sanitario en el ejercicio de su profesión, los conceptos de eutanasia y distanasia, los dilemas éticos, así como la calidad y el carácter sagrado de la vida.

(15,16) De lo expuesto se puede inferir que las asignaturas que abordan el tema Ética y Bioética en el ciclo básico, intentan acercar al estudiante a los elementos teóricos del tema, pero estos conocimientos teóricos son limitados y carecen de un espacio práctico específico de discusión; de modo que el estudiante de Medicina entra y cursa la mayor parte del ciclo clínico de la carrera sin contar con los fundamentos teóricos necesarios para desarrollar una adecuada valoración ética y bioética de los casos clínicos que deba enfrentar, así que se puede suponer que la educación Ética y Bioética y la formación de valores queda limitada entonces, a improvisación e iniciativas individuales, que se alejan de los postulados didácticos y de la práctica pedagógica.

(17) Del egresado de la carrera de Medicina en Cuba se espera que haya adquirido un cuerpo de conocimientos y habilidades y un desarrollo de los valores humanos y profesionales que garanticen su adecuada inserción y desempeño en la Atención Primaria de Salud (APS), supeditando los intereses personales a los sociales.

7,18) Además, al graduarse el estudiante se convierte en un profesional apto para ejercer la Medicina, y con esto adquiere una responsabilidad profesional que se traduce como la obligación de responder por los daños ocasionados en este ejercicio; pero también adquiere una responsabilidad moral no menos importante, que nunca podrá tratarse con toda la profundidad que merece.

(8,19) Es preciso preparar al estudiante para asumir correctamente esa responsabilidad, para que pueda enfrentar los diferentes matices de la misma, entre los extremos penal y moral, para que los resultados de su conducta siempre resulten en un evento perfeccionador de su ejercicio.

20,21) Cada persona con un problema de salud a resolver necesita de un tratamiento diferenciado, y cada situación precisa de un análisis particular y una conducta profesional personalizada, teniendo en cuenta, además, las características psicosociales del medio en que se desenvuelve. Para ser capaz de llevar adelante esa actividad, el período formativo del estudiante debe contribuir a la adquisición de una combinación de conocimientos, habilidades y capacidades que en armonía con el desarrollo de la esfera afectiva y conductual, permitan cumplir el compromiso social inherente a la profesión médica.

(22,23) La calidad en la formación profesional no puede ser separada de los intereses y valores que regulan la actuación profesional. (9) Con estos argumentos, los autores del presente artículo coinciden con otros autores, (21) considerando que el diseño actual del plan de estudios de la carrera de Medicina, no aprovecha el sistema educacional como el espacio ideal, para la adquisición de los mejores valores que necesita incorporar el egresado y para el ejercicio bioético sistemático y bien dirigido.

Román y colaboradores señalan que ” la educación en valores queda reducida a una fracción infinitesimal de la clase, el profesor dedica el mayor tiempo posible de la clase a los contenidos específicos. De igual manera, el espacio de reflexión para los dilemas éticos relacionados a las disciplinas es escaso o casi nulo, lo que provoca que el conocimiento en su proceso de asimilación apenas alcance la fase materializada”.

(10) Sin dejar de mencionar el cuarto principio de la Declaración de Rancho Mirage en Educación Médica, que establece: “la experiencia profesional debe incluir el estudio de las ciencias biológicas y del comportamiento Esas ciencias son básicas para la comprensión de la medicina clínica.

También son obligatorios el pensamiento crítico y el autoaprendizaje, así como la firme asimilación de los principios éticos sobre los cuales se rige la profesión”. (11,14) Si además de lo expuesto, se tiene en cuenta que la Universidad Médica Cubana, fortalecida por los logros alcanzados en la Atención Primaria de Salud, en la educación y la investigación, tomando en consideración los retos de la educación superior en el Siglo XXI, (12) ha diseñado un nuevo modelo pedagógico, que ha desplazado su escenario docente hacia los policlínicos y consultorios médicos, dándole un papel preponderante a la Educación en el Trabajo la cual permite atender las actuales necesidades y demandas sociales, donde el método de enseñanza está basado en la solución de problemas, pretendiendo que el estudiante pueda apropiarse de un sistema adecuado de conocimientos y habilidades, que les permitan en el futuro cumplir adecuadamente con el encargo social que imponen los nuevos retos, lo cual se materializa con el diseño y ejecución de proyectos comunitarios; se entenderá que en los nuevos escenarios el estudiante forma parte del proceso de interacción salud-enfermedad desde los inicios de la carrera, por lo que está obligado a prepararse tempranamente para enfrentar variados conflictos morales relacionados con la vida, como el valor más preciado del ser humano, y cuya solución implica una decisión profesional que debe tener en cuenta los intereses de los pacientes, el compromiso social de las partes involucradas, la cultura socialmente acumulada y los principios individuales del profesional.

Los alumnos deben aprender a elegir, a tomar decisiones y responder por ellas, de una forma democrática, respetando otros criterios y tomando en cuenta diferentes opiniones. El ejercicio docente en las nuevas condiciones, es un reto que precisa de un instrumento que permita el reforzamiento de valores propios de la época, que puedan repercutir en la formación integral de la personalidad del egresado, y para lo cual es fundamental conseguir la intencionalidad en su conquista.

La Bioética como disciplina, podría ser la herramienta curricular en el desarrollo de valores desde sus tres componentes: cognoscitivo, valorativo-motivacional y conductual, en los estudiantes de Medicina, permitiendo un espacio de reflexión donde los valores y la ética jueguen un papel predominante en el proceso docente-educativo, apreciación que coincide con la opinión de otros investigadores consultados.

(12,24) Finalmente, los autores comparten el criterio de otros colegas (13,25) y consideran que sería de gran utilidad enseñar Bioética como una disciplina particular, desde el ciclo básico de la carrera de Medicina, logrando articular esos conocimientos a lo largo de la misma al impartir cada disciplina y estancia comportándose como una transdisciplina, para poder cumplir la función social de la nueva universidad médica cubana.

CONCLUSIONES El actual diseño del plan de estudios de la carrera de Medicina limita las posibilidades de desarrollo del ejercicio bioético por los estudiantes para conseguir la formación de un médico general básico donde el conocimiento, las habilidades, la capacidad valorativa y los mejores valores humanos se integren formando una unidad indisoluble, que le permitan desde etapas tempranas de la carrera, cumplir con los principios éticos y bioéticos, los cuales deberían estar presentes permanentemente en su quehacer docente, asistencial e investigativo.

Basado en lo anterior, los autores concluyen que teniendo en cuenta la relevancia del tema abordado deberían impartirse Tiempos Electivos, Turnos de Reflexión y Debate, así como diversos intercambios tanto curriculares como extracurriculares con los estudiantes que traten aspectos esenciales sobre Ética y Bioética en la carrera de Medicina que propicien el análisis y la polémica, al no estar articulados dichos contenidos a lo largo de las disciplinas en el actual Plan de Estudios y así contribuir a una formación más sólida del profesional de la salud que se necesita en estos tiempos.

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Aceptado: 23 de febrero de 2017. Sandra Adela Naranjo Rodríguez, Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas. Carretera Central Km 102. Correo electrónico: [email protected]
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¿Cómo y porqué surge la bioética?

La bioética surge ante la necesidad de responder y tratar de solucionar los grandes conflictos que plantean hoy los hechos científicos y las tecnologías, su uso y aplicación al ser humano, a la vida y a la supervivencia en el planeta.
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